Peter Hujar, recuerda que morir¨¢s
La vida y la muerte van de la mano en el ¨²nico libro que el elusivo fot¨®grafo, hoy emblema del ¡®underground¡¯ neoyorquino de los setenta, public¨® en vida. Una exposici¨®n, en paralelo a la Bienal de Venecia, muestra por primera vez en Europa la c¨¦lebre serie fotogr¨¢fica que lo compuso
En 1963, Peter Hujar (Nueva Jersey, 1934-Nueva York, 1987) y el escultor y pintor Paul Thek viajaron juntos a Sicilia. Manten¨ªan una intensa y productiva relaci¨®n, aquel viaje dejar¨ªa una huella profunda en sus sensibilidades. En concreto, su visita a las Catacumbas de los Capuchinos, en Palermo, donde caminaron entre los f¨¦retros de cristal y los ocho mil cad¨¢veres embalsamados ¡ª¡°no esqueletos, sino cad¨¢veres¡±, tal y como describir¨ªa Thek¡ª, que se amontonaban en los pasillos. Aquel breve paseo por el reino de los muertos inspirar¨ªa las piezas escult¨®ricas m¨¢s conocidas del artista pl¨¢stico, Technological Reliquaries, as¨ª como el ¨²nico libro publicado en vida del legendario fot¨®grafo: Portraits in Life and Death (1976), convertido hoy en libro de culto. La serie fotogr¨¢fica se muestra por primera vez en Europa, en una exposici¨®n que se celebra coincidiendo con la Bienal de Venecia, en el Istituto Santa Maria della Piet¨¤.
¡°Ya no estudiamos el arte de morir, una disciplina habitual e higi¨¦nica en las culturas m¨¢s antiguas; pero todos los ojos, en reposo, contienen ese conocimiento. El cuerpo lo sabe. Y la c¨¢mara lo muestra, inexorablemente¡±, escrib¨ªa Susan Sontag en el pr¨®logo del libro. Un texto que la autora escribir¨ªa tras haber sido diagnosticada con un c¨¢ncer de pecho. En la habitaci¨®n del sanatorio, a la espera de una intervenci¨®n, pidi¨® papel y un bol¨ªgrafo a su amigo Stephen Koch. La autora hab¨ªa olvidado por completo el encargo de Hujar. ¡°En una hora escribi¨® el ensayo completo¡±, tal y como recordaba su amigo, el novelista.
Hujar y Sontag se conocieron en 1963. Sin embargo, el elusivo fot¨®grafo tardar¨ªa tres a?os en mostrar a la autora su obra de las catacumbas, aquella inquietante oda f¨²nebre impresionar¨ªa tanto a la autora que utilizar¨ªa ese mismo paisaje en la ¨²ltima escena de su segunda novela, Estuche de muerte (1967). Once de las fotograf¨ªas pasaron a formar parte del libro del fot¨®grafo, acompa?adas por una serie de 29 retratos de sombr¨ªa belleza realizados entre 1974 y 1975, donde aparece la propia Sontag, junto a Divine, Robert Wilson, William Borroughs, Fran Lebowitz, John Waters y otros protagonistas m¨¢s desconocidos del variopinto demimonde del Lower East Side del Manhattan.
Lo impostado nunca fue con Hujar, de ah¨ª que, prescindiendo de cualquier artificio o idealizaci¨®n, sus silenciosos retratos alcanzaran una profundidad psicol¨®gica poco com¨²n. Sus protagonistas aparecen en su mayor¨ªa en estado de reposo. Muchos adoptan la misma pose. Algunos cierran los ojos, mientras que en la mirada de otros quedar¨¢ reflejado tanto el brillo como la fragilidad de su existencia; la inevitabilidad de la muerte. ¡°La fotograf¨ªa convierte el mundo entero en un cementerio. Los fot¨®grafos, conocedores de la belleza, tambi¨¦n son ¡ªconsciente o inconscientemente¡ª los ¨¢ngeles registradores de la muerte¡±, escrib¨ªa Sontag.
Confrontando la vida con la muerte, con la misma contundencia que delicadeza, Hujar alud¨ªa a la parad¨®jica relaci¨®n de la fotograf¨ªa tanto con la inmortalidad como con la muerte. A la capacidad del medio para ofrecer una evidencia de existencia, as¨ª como de trasladar la realidad a un tiempo pasado. Cuando miramos una fotograf¨ªa, estamos observando un momento que ya pas¨®, es por tanto la constataci¨®n de una ausencia. Un destino que con una iron¨ªa parecer¨ªa recordar la fotograf¨ªa que eligi¨® el autor como portada, Palermo Catacombs #1, donde un cad¨¢ver enmascarado aparenta burlarse de los vivos. ¡°Peter Hujar sabe que los retratos en vida son siempre, tambi¨¦n retratos en la muerte¡±, advert¨ªa Sontag.
El autor nunca pretendi¨® conscientemente reflejar una ¨¦poca, sus modelos lo eran simplemente porque eran sus amigos o le llamaban la atenci¨®n. Imprimir¨ªa todas las copias con exquisitez en el cuarto oscuro de su apartamento en la Segunda Avenida. ¡°La muerte va a estar muy de moda esta temporada¡±, bromeaba antes de la publicaci¨®n de la monograf¨ªa. No acert¨®, obtuvo solo cuatro rese?as, las mejores se publicaron en The Village Voice. Sin embargo, su advertencia suena hoy como una premonici¨®n de lo que estaba por venir. Algunos de sus modelos se enfrentar¨ªan a la muerte de forma temprana: Candy Darling muri¨® con tan solo 29 a?os, en 1973, v¨ªctima de un linfoma; a Jackie Curtis lo retrat¨® en su lecho de muerte (ninguna de esos dos retratos est¨¢n incluidos en la muestra); el bailar¨ªn James Waring muri¨® a los cincuenta, tras recibir los cuidados del fot¨®grafo. El propio Hujar fue diagnosticado con sida, el 1 de enero de 1987. Nunca m¨¢s volvi¨® a coger la c¨¢mara. Muri¨® el d¨ªa de Acci¨®n de Gracias de ese mismo a?o, no sin antes pedir a su amigo David Wojnarowicz (muri¨® tambi¨¦n de sida en 1993), que le retratase muerto. Se cerraba un c¨ªrculo que hab¨ªa comenzado en Palermo, donde vida y la muerte caminaban juntas.
Portraits in Life and Death. Peter Hujar. Istituto Santa Maria della Piet¨¤. Venecia. Hasta el 24 de noviembre.
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