Elsa von Freytag-Loringhoven: llega un pariente inesperado de Duchamp
Un ensayo sobre la artista alemana plantea la cuesti¨®n de si el ¡®ready-made¡¯ ¡®La Fuente¡¯, obra seminal de la vanguardia, fue en realidad una construcci¨®n colectiva
Mucho m¨¢s que los famosos quince minutos de Warhol, el deseo de inmortalidad se confiere hoy tan pr¨®digamente que cada vez tiene menos sentido hablar del canon y de los patrones de vitalidad que rigen las culturas. No nos libraremos tan f¨¢cilmente de Picasso, tampoco perderemos de vista a un contempor¨¢neo suyo, Duchamp, seductoramente masculino hasta cuando se disfrazaba de mujer (Rrose S¨¦lavy) y que acab¨® atrapado en la misma l¨®gica del capital que quiso impugnar. Ambos artistas, el m¨¢s importante y el m¨¢s influyente de la historia reciente, nos han inventado como autores, espectadores, lectores, comisarios, coleccionistas, incluso los jefes de las subastas se inspiran en el birlibirloqueo duchampiano para conseguir pujas de r¨¦cord.
Ahora bien, quien se arriesgue a descender a las simas m¨ªticas de nuestras antepasadas, plagadas de formas ins¨®litas y donde los fantasmas se evaporan como humo, sacar¨¢ alg¨²n consuelo retrospectivo. Una prueba es el ensayo que rodea la vida de la artista alemana Elsa von Freytag-Loringhoven, con el que sus autores, Joana Mas¨® y ?ric Fassin, logran amalgamar una obra inclasificable a la historia oficial de las vanguardias. Nacida como Else Pl?tz (1874-1927), no lleg¨® a hacer historia, pero de su ingenio y posados, amenazadoramente sexuales, se benefici¨® la familia dada¨ªsta de Nueva York, protegido por el matrimonio ¡ªy patrimonio¡ª de los Arensberg, donde sobresal¨ªa la figura de Marcel Duchamp, inventor del ready made. ?O no? Siempre hay sombras incluso sobre los artistas m¨¢s originales. Y al creador de la rueda de bicicleta, la pala de nieve y el urinario girado 90 grados le perseguir¨¢ siempre la de esta ¡°artista que dio cuerpo a la vanguardia¡±.
Sus contempor¨¢neos escritores y artistas la llamaban ¡°la baronesa¡±, reduci¨¦ndola a un personaje exc¨¦ntrico y aludiendo a su breve uni¨®n con un arruinado bar¨®n alem¨¢n que se suicid¨® al final de la guerra. Pero EvFl ¡ªcon estas iniciales firmaba su obra escrita en ingl¨¦s, que aprendi¨® durante su exilio americano¡ª fue fundamentalmente una poeta de descaro inventivo. Como artista (nunca firmaba sus obras), una chispa increada.
?Fue La Fuente (1917) el desv¨ªo de un hombre solo o una construcci¨®n colectiva? De esto tratan estas p¨¢ginas, entretenidas, rigurosas, feministas, que rellenan los agujeros de ese queso suizo que fue el periodo que circunda el dada¨ªsmo, mirado principalmente desde el otro lado del Atl¨¢ntico. El ensayo pone a prueba lo aprendido sobre la historia can¨®nica en torno a aquella obra ¡°indecente¡±, que alguien present¨® en el Sal¨®n de los Independientes de Nueva York y que puso en jaque la escena art¨ªstica del momento, aun cuando acab¨® censurada. Se ignora por qu¨¦ Duchamp tard¨® dos d¨¦cadas en reconocerla como un trabajo propio, y nunca explic¨® por qu¨¦, en una carta de la ¨¦poca, aludi¨® a una mujer involucrada en la presentaci¨®n de la pieza bajo un pseud¨®nimo masculino, R. Mutt (?el artista mudo?). En la bondad de llevar a cabo una investigaci¨®n sobre los art¨ªfices de uno de los momentos estelares de la vanguardia, Mas¨® y Fassin aportan, antes que un juicio moral, los matices necesarios que a?aden un valioso subcap¨ªtulo a la historiograf¨ªa art¨ªstica.
En las sesiones de posado, en Par¨ªs y Nueva York, EvFL se presentaba envuelta en extra?os tejidos que ella misma confeccionaba y sobre los que ensamblaba elementos, como latas estrujadas, objets trouv¨¦s o robados en los grandes almacenes. Protagonizaba acciones en estudios de artistas y espacios p¨²blicos que nunca llegaron a ser documentadas; all¨ª se desalojaba de sus abalorios para exhibir su silueta desnuda que ya no era tan joven. En una performance, utiliz¨® un pene de yeso (mucho antes que Lynda Benglis). Fue una de las primeras mujeres en relatar el deseo de orgasmo, que entend¨ªa como una l¨ªnea de trabajo cr¨ªtico. Tambi¨¦n formul¨® las primeras cr¨ªticas de las piezas de Duchamp, que hab¨ªa visto en su taller. De ella, el inventor del ready made dijo que ¡°no era futurista, sino que era el futuro¡±.
Para los ac¨¦rrimos de Duchamp y de la admirable biograf¨ªa que de ¨¦l escribi¨® Calvin Tomkins, este ensayo completa una parte de la historia del futuro. La aparici¨®n de un pariente inesperado.
Elsa von Freytag-Loringhoven. La artista que dio cuerpo a la vanguardia
Arcadia, 2024
179 p¨¢ginas, 24 euros
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