¡®Primavera revolucionaria¡¯, de Christopher Clark: una llamarada europea
El libro del reconocido profesor, especialista en la Alemania del siglo XIX, reeval¨²a la convulsi¨®n pol¨ªtica de 1848-49 como ¡°la ¨²nica revoluci¨®n aut¨¦nticamente europea que ha habido jam¨¢s¡±
Lo ocurrido en 1848-49 sol¨ªa entenderse como la ¨²ltima de las grandes convulsiones pol¨ªticas que hab¨ªan sacudido Europa a la sombra de la Revoluci¨®n Francesa, el cierre de un ciclo de revoluciones liberales o burguesas: 1820, 1830 y¡1848, recit¨¢bamos de carrerilla. Se le atribu¨ªan rasgos espec¨ªficos, eso s¨ª, como algunos avances democr¨¢ticos y, sobre todo, el protagonismo de los movimientos nacionalistas en una verdadera primavera de los pueblos. Y eso era casi todo. En realidad, aquellos acontecimientos se disolv¨ªan en m¨²ltiples historias nacionales, donde 1848 conllevaba el despertar de conciencias patri¨®ticas ¡ªfueran alemanas, italianas o h¨²ngaras¡ª y su frustraci¨®n provisional. Sin embargo, y como prueba este impresionante libro de Christopher Clark, capaz de resumir y reinterpretar lo mucho que se ha escrito sobre la materia, se convirti¨® en ¡°la ¨²nica revoluci¨®n aut¨¦nticamente europea que ha habido jam¨¢s¡±.
Clark, profesor australiano en la Universidad de Cambridge, es un profesional muy reconocido, uno de esos maestros angl¨®fonos que logran erigirse en celebridades acad¨¦micas. Especialista en la Alemania del largo siglo XIX, public¨®, por ejemplo, una extensa historia de Prusia y una biograf¨ªa del k¨¢iser Guillermo II, que procuraba rebajar el impacto negativo de aquel estrafalario monarca. Su fama se redonde¨® en 2012 con Son¨¢mbulos, repaso minucioso a la din¨¢mica diplom¨¢tica que condujo a la Primera Guerra Mundial. El reparto de responsabilidades entre las potencias implicadas le vali¨® una notable popularidad en los medios alemanes, donde unos a?os despu¨¦s se discuti¨® un informe suyo que exculpaba a la antigua familia imperial, los Hohenzollern, de un apoyo sustantivo al nazismo. Ahora se plantea un desaf¨ªo a¨²n mayor, el de exponer en toda su complejidad los trastornos revolucionarios de mediados del Ochocientos.
No constituye un reto f¨¢cil. El propio autor lo confiesa, una y otra vez, cuando reconoce que la variedad de lo acontecido y sus desajustes temporales complican la s¨ªntesis. Para afrontarlo, dispone de varias herramientas, bien probadas por la historiograf¨ªa de matriz brit¨¢nica, y de una aguda sensibilidad hacia las ¨²ltimas tendencias de la disciplina. De entrada, Clark es un excelente narrador, cuya prosa brilla al contar las mil y una historias que recorrieron el ¡°archipi¨¦lago europeo¡±, sirvi¨¦ndose de innumerables testimonios e investigaciones. Describe como nadie las escenas clave, recoge detalles curiosos y retrata a personajes variopintos. C¨®mo olvidar la peripecia del adoqu¨ªn parisino, entre el pavimento y la barricada, las burlas en forma de conciertos gatunos o la imagen del pinturero Giuseppe Garibaldi, cuya indumentaria nos recuerda las de Dolce & Gabbana.
Las condiciones estructurales tuvieron su papel, pues sin ellas no se comprender¨ªan las actitudes rebeldes o conservadoras de 1848, pero esa importancia no justifica las abundantes p¨¢ginas que se dedican a crisis y malestares laborales sin relaci¨®n aparente con las revoluciones. Porque, seg¨²n Clark, pesaron m¨¢s las demandas de representaci¨®n pol¨ªtica, las convergencias y divisiones entre liberales y radicales, la intensidad de las movilizaciones, la distribuci¨®n de armas, las decisiones de gobernantes que aceptaron las reformas demasiado tarde o cambiaron el rumbo de las revueltas con giros imprevistos, los azares y malentendidos. Federico Guillermo IV de Prusia apacigu¨® los ¨¢nimos saliendo a la calle sin protecci¨®n, el papa P¨ªo IX no sab¨ªa c¨®mo lidiar con su extra?a conversi¨®n en icono del nacionalismo italiano. Nada estaba predeterminado en aquel caos fluido, donde los conspiradores perdieron la iniciativa en favor de redes y jefaturas tejidas en caf¨¦s, clubes, asambleas y plazas abarrotadas.
Por otro lado, y de acuerdo con la historiograf¨ªa reciente, Clark da la debida relevancia a los elementos culturales y simb¨®licos, tambi¨¦n a los emocionales, se fija en los grupos marginados e ilumina los fen¨®menos transnacionales, europeos y globales. Uno de sus cap¨ªtulos m¨¢s logrados se dedica al concepto de emancipaci¨®n y a sus repercusiones para esclavos, jud¨ªos, gitanos y mujeres. Aunque estas ¨²ltimas no participasen en la vida pol¨ªtica legal y fracasaran sus reivindicaciones feministas, representaron roles significativos, como auxiliares o testigos. Desde una perspectiva continental, las transferencias de unos pa¨ªses a otros no se contemplan como la mera difusi¨®n del triunfo republicano en Par¨ªs, esquema habitual en los manuales, sino como el influjo de ideas y noticias que volaban, se reinterpretaban y trastocaban los escenarios, de Palermo a Budapest, pasando por Par¨ªs, Viena, Mil¨¢n o Berl¨ªn, hasta la Martinica y Chile, sin despreciar la geopol¨ªtica que permiti¨® los respaldos internacionales cruzados o el trasiego de revolucionarios de oficio, algunos de los cuales acabaron en Am¨¦rica o en el Imperio Otomano.
Conviene se?alar y agradecer, adem¨¢s, la inusual atenci¨®n que presta Clark al caso de Espa?a, ausente en la mayor¨ªa de los panoramas generales y que desmiente de un modo rotundo la excepcionalidad peninsular: ¡°Sus insurgencias revelaron las aspiraciones y el espectro familiar en Europa¡±, afirma. Hubo un 48 espa?ol, reprimido por el gobierno moderado y resonante en los levantamientos progresistas de 1854. Pero, m¨¢s all¨¢ de estas fechas, los espa?oles compartieron con los dem¨¢s europeos problemas, posibles soluciones y vaivenes pol¨ªticos, desde la Constituci¨®n de 1812, uno de los modelos que m¨¢s circularon, hasta las estrategias postrevolucionarias, centradas en la estabilidad y el desarrollo econ¨®mico. Para ilustrarlo, el autor ha consultado fuentes de primera mano, pero se ha basado ante todo en obras que ponen de relieve la calidad de nuestra producci¨®n historiogr¨¢fica, en la que sobresalen las aportaciones de investigadores j¨®venes.
Clark se empe?a en buscar similitudes entre aquel tiempo y el nuestro, y las encuentra ¡ªde forma algo forzada¡ª en las incertidumbres, las protestas difusas, las noticias falsas o los asaltos a parlamentos. M¨¢s solidez adquieren sus conclusiones sobre ese ¡°desorden interconectado¡± que, si bien se vio reducido por fuerzas reaccionarias que a¨²n manten¨ªan una innegable legitimidad entre millones de personas, dej¨® una fecunda herencia de pr¨¢cticas e ideolog¨ªas de masas. Desde un nacionalismo liberal hasta el embri¨®n de programas socialistas. En definitiva, el estudio de esa ¡°llamarada solar¡± ¡ªcomo dice Clark¡ª que ardi¨® en la Europa de 1848-49 nos deja una lecci¨®n acerca de lo interesante que puede resultar una historia bien investigada y mejor contada, que atiende a lo complejo sin renunciar a las generalizaciones. Una buena historia.
Primavera revolucionaria. La lucha por un mundo nuevo, 1848-1849
Traducci¨®n de Eva Rodr¨ªguez Halffter
Galaxia Gutenberg, 2024
984 p¨¢ginas, 44 euros
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