Ismail Kadar¨¦: literatura, poder y libertad
El reci¨¦n fallecido escritor alban¨¦s creo un universo propio que algunos han llamado Kadaria: un mundo poblado de sus personajes, argumentos, mitos, leyendas y motivos que se reencarnan y desarrollan como los cristales de un mismo caleidoscopio
La noticia del fallecimiento de Ismail Kadar¨¦ me le hace presente en la ceremonia de recepci¨®n del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras el 19 de octubre de 2009, en ese viaje a Oviedo en el que tuve el honor de acompa?arle como Embajador de Espa?a en Albania, tras la que declar¨® a los periodistas que su gran m¨¦rito hab¨ªa sido hacer literatura normal bajo un r¨¦gimen anormal.
Somos los diplom¨¢ticos traductores de mundos, y recurrimos a la literatura de aquel ante el que estamos acreditados para comprenderlo y aprehenderlo: la lectura de la obra de Kadar¨¦, y el trato con ¨¦l y su esposa, Elena, y con sus traductores al espa?ol, Ram¨®n S¨¢nchez Lizarralde y Mar¨ªa Roces, que tanto han hecho por darlo a conocer en Espa?a y m¨¢s all¨¢, constituy¨® para m¨ª una de las principales v¨ªas para captar y desentra?ar el alma de Albania.
Escribir literatura normal bajo un r¨¦gimen que intenta controlar, como metaf¨®ricamente nos revela en Spiritus o en El palacio de los sue?os, no s¨®lo las acciones de sus ciudadanos, sino tambi¨¦n sus pensamientos, sus conciencias e incluso sus sue?os, haci¨¦ndoles sentir que no son nada ni nadie frente al Estado y su poder que lo es todo, constituye ya en s¨ª mismo, bajo cualquier dictadura, una limitaci¨®n, tal vez la ¨²nica posible, al totalitarismo de ¨¦sta. Pues en el papel en blanco, bajo la pluma del escritor que escribe literatura normal, la libertad encuentra el que sea tal vez su ¨²ltimo refugio. Pues escribir literatura normal es, ante todo, escribir en libertad, la libertad de escribir.
Escribir literatura normal en Albania era tambi¨¦n un acto de construcci¨®n nacional, y, en el caso de la literatura de Kadar¨¦, tanto m¨¢s lo era por su contenido. Cuando Albania nace como Estado independiente afronta no s¨®lo la responsabilidad y el reto de escribir su historia frente a s¨ª misma y al mundo en las p¨¢ginas en blanco del futuro; sino, al tiempo y tambi¨¦n, el de desentra?arla entre las historias de la historia del pasado, escribirla; como todo pueblo que lo hace, inscribir el nosotros de ahora en el siempre, en el tiempo y a trav¨¦s de ¨¦l. De construir, o identificar tal vez en el subconsciente colectivo, los mitos o referentes fundacionales que, unidos a veces por invisibles hilos, conforman o pueden conformar el imaginario colectivo compartido. De escribirla en libros de historia que nos revelen a trav¨¦s de sus huellas y evidencias los hechos del pasado, sin duda; pero tambi¨¦n en novelas cuya lectura simbolice, encarne o explique, acerc¨¢ndola a nuestra humanidad de hoy y de siempre, una ¨¦poca o un personaje hist¨®rico. Tal es el caso, en buena medida, de la obra de Kadar¨¦. Y al tiempo nos lleva su obra de la construcci¨®n nacional a la universalidad.
Escribir bajo un r¨¦gimen que intenta controlar no s¨®lo las acciones de sus ciudadanos, sino tambi¨¦n sus pensamientos, sus conciencias e incluso sus sue?os, constituye ya en s¨ª mismo, bajo cualquier dictadura, una limitaci¨®n, tal vez la ¨²nica posible, al totalitarismo de ¨¦sta
Caracteriza la universalidad de la obra de Kadar¨¦ su capacidad de interpretar el hoy y el ayer a la luz de los mitos del siempre, d¨¢ndoles vida con palabras nuevas; los mitos cl¨¢sicos del mundo hel¨¦nico, que inspiran buena parte de los argumentos de sus obras ¡ªe incluso su t¨ªtulo, como es el caso de La hija de Agamen¨®n¡ª, al tiempo que su pervivencia y conservaci¨®n, como parte del sustrato com¨²n de los pueblos balc¨¢nicos del que bebieron los creadores griegos, en las perdidas monta?as de Albania y las costumbres de sus habitantes, constituye tesis subyacente de su obra y argumento de ¨¦stas.
La obra de Ismail Kadar¨¦ es todo eso; pero no solo. Es, s¨ª, una representaci¨®n de los grandes momentos y hechos referenciales de la historia de Albania y su construcci¨®n nacional ¡ªque no puede olvidar ni olvida el drama, hist¨®rico y contempor¨¢neo, de Kosovo¡ª; un retrato poetizaci¨®n de las normas y costumbres que rigen la vida colectiva de los albaneses y su mundo simb¨®lico; una reflexi¨®n sobre la esencia de la cultura cl¨¢sica y una reivindicaci¨®n de las ra¨ªces cl¨¢sicas del imaginario colectivo y la cultura de los albaneses y la pervivencia del mundo hel¨¦nico en los mitos que gu¨ªan su acci¨®n colectiva, y al tiempo la reescritura de los mitos cl¨¢sicos con palabras y situaciones nuevas.
Pero es tambi¨¦n y sobre todo un retrato del r¨¦gimen totalitario, de los mecanismos del poder totalitario para controlar los cuerpos y las mentes, las acciones y las voluntades de las mujeres y los hombres y la degradaci¨®n que impone, implacablemente, a los seres humanos. Encontramos ah¨ª ese ¡°compromiso que hunde las ra¨ªces en la gran tradici¨®n literaria del mundo hel¨¦nico, que proyecta en el escenario contempor¨¢neo como denuncia de cualquier forma de totalitarismo y en defensa de la raz¨®n¡±, como se?ala el acta del Jurado del Premio Pr¨ªncipe de Asturias; pero tambi¨¦n la impronta de Kafka o de Borges en dicha denuncia. Pues ¨¦sta no se basa en una cr¨®nica literaturizada de la realidad totalitaria, sino en la ficci¨®n literaria construida a partir y para reflejar la experiencia totalitaria, imaginaci¨®n que refleja la realidad con mayor fidelidad que su fotograf¨ªa.
Poder total que atraviesa la frontera del sue?o, pero tambi¨¦n la de la vida y la muerte, yendo a rescatar los micr¨®fonos que yacen bajo tierra con los difuntos en Spiritus o la del Lul Mazreku que realiza su vocaci¨®n de actor al representarla para que el poder represente en ella las consecuencias de intentar huir de las costas de Albania, de intentar huir de ¨¦l, que todo lo marca; que insaciable exige m¨¢s y m¨¢s vida, de manera aleatoria, imprevisible y ciega, como el ¨¢guila terrible que devora la carne de su jinete en La hija de Agamen¨®n, s¨ªmbolo de la Albania que devora a sus propios hijos; el poder imperial que intenta que los hijos de las ¨¢guilas olviden su lengua, su historia y sus ansias de libertad, anulados por el cra cra exterminador que el portador de la cabeza de Ali Pasha de Tepelena hacia el nicho de la verg¨¹enza que se encuentra tras la Sublime Puerta observa al atravesar las tierras y los pueblos conquistadas por ¨¦ste.
Poder total en cuanto arbitrario, imprevisible, absurdo y sin sentido, o sin otro que el de afirmarse como tal, ante el que nos queda la denuncia, la conciencia de su naturaleza y sus modos, la resistencia y la memoria, escribir literatura normal en un r¨¦gimen anormal.
Una literatura que da lugar a un mundo, un universo propio que algunos han llamado y bien puede llamarse Kadaria. Un mundo poblado de sus personajes y argumentos, mitos y leyendas y motivos que se reencarnan y desarrollan como los cristales de un mismo caleidoscopio o los distintos ¨¢ngulos y pedazos de un solo cuadro cubista, m¨¢s capaz de captar la realidad en su esencia que cualquier fotograf¨ªa descripci¨®n racional de la misma. Una Kadaria que podemos inscribir entre los mundos del realismo m¨¢gico a que ha dado luz la literatura contempor¨¢nea. Una Kadaria que para siempre en nosotros vive, en la que siempre vivimos, que para siempre agradecemos a Ismail Kadar¨¦.
Manuel Montobbio, primer Embajador de Espa?a residente en Albania (2006-2011), es autor de ¡®Gu¨ªa po¨¦tica de Albania¡¯ (2011) y ¡®B¨²nkeres¡¯ (2015).
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