Byung-Chul Han y la mente esperanzada
Uno se convierte en aquello que piensa. A partir de esa antigua idea budista, el fil¨®sofo re¨²ne citas de Wittgenstein, Camus o Heidegger en un ensayo para afrontar el miedo
La esperanza es asunto de la teolog¨ªa y el marxismo. Puede ser trascendental o hist¨®rica. Para los griegos fue un consuelo, para los cristianos, una confianza que nos pone en marcha hacia lo divino. Spinoza cre¨ªa que era mejor vivir sin esperanza y ce?irse a la raz¨®n. Gabriel Marcel la concibe como una apertura al misterio, Ernst Bloch como un resto del hambre originaria, de ese tiempo en el que sujeto y objeto todav¨ªa no se hab¨ªan disociado. La esperanza alienta la reconciliaci¨®n, que Bloch asocia al materialismo dial¨¦ctico (un futuro ideal y ut¨®pico) y los m¨ªsticos a la capacidad de hacer presente el origen.
Byung-Chul Han arranca el libro con una serie de lugares comunes que no est¨¢ de m¨¢s recordar. La mente t¨¦trica produce cat¨¢strofes. La mente en paz produce dicha. Una antigua idea budista. Uno se convierte en aquello que piensa. Ese es el misterioso mecanismo del mundo. La mente, como la literatura y el arte, dise?a los escenarios hist¨®ricos. El miedo convoca el apocalipsis: pandemias, guerras, desastres clim¨¢ticos. La obsesi¨®n por el control deriva en cat¨¢strofe. El miedo no s¨®lo es una amenaza para la democracia, es una amenaza para la vida misma. El miedo hace organismos enfermos, multiplica las fobias, el racismo y el resentimiento. El miedo es adem¨¢s una vieja estrategia de dominio, vuelve a las personas manipulables. Lo hemos visto recientemente a nivel global. Los atemorizados lo defienden: es una estrategia de supervivencia, de cautela, que permite evitar peligros. Desvar¨ªan. Donde hay miedo es imposible la libertad. Al menos as¨ª lo ven los m¨ªsticos de coraz¨®n enamorado. ¡°No haya ning¨²n cobarde. Aventuremos la vida. Pues no hay quien mejor la guarde, que el que la da por perdida¡±. Esa es la actitud que propone Teresa de ?vila. Una actitud confiada, esperanzada, que decanta el convencimiento de que el mundo tiene sentido.
La esperanza no habita en el futuro, como dice Han. La esperanza es condici¨®n de la vida misma. Un asunto del presente.
Goethe dec¨ªa que s¨®lo se puede conocer lo que se ama. Cu¨¢nto m¨¢s profundo sea ese amor, m¨¢s profundo ser¨¢ el conocimiento. De ah¨ª que un artilugio mec¨¢nico, incapaz de amar, no pueda conocer nada. La atenci¨®n ha de ser guiada por Eros. El amor no nos hace ciegos, sino videntes. El amor no distorsiona la realidad, sino que la revela. Lo escribi¨® Max Scheler, un fil¨®sofo erotizado. Rememoraba el gran Plat¨®n: ¡°El conocimiento es un acto amoroso¡±, y a su disc¨ªpulo Agust¨ªn, ¡°s¨®lo conocemos lo que amamos¡±. Hoy hemos dejado el conocimiento en manos de especialistas y m¨¢quinas. El saber de la m¨¢quina es fr¨ªgido, el del especialista estrecho, falto de perspectiva, angosto. Han nos recuerda que esta palabra es hermana de angustia. Vivimos tiempos de congoja, aflicci¨®n y ansiedad. No se confundan estas emociones con la desesperaci¨®n. No vivimos desesperados, vivimos ansiosos. Kierkegaard pensaba que la desesperaci¨®n (y no la raz¨®n) era el sello de lo humano. Una inclinaci¨®n que favorec¨ªa la aparici¨®n de su contraparte, la esperanza. La angustia es un temor opresivo sin causa precisa. La desesperaci¨®n es m¨¢s teatral y col¨¦rica, m¨¢s creativa. Abre el campo, no lo cierra, como la angustia.
Los ¨²ltimos libros de Han son colecciones de citas, que luego se engarzan, parafrasean y ampl¨ªan con cierta elegancia. Son libros fichero, libros collage, breves y did¨¢cticos. Carecen de originalidad, pero son necesarios. Vemos desfilar a Wittgenstein, Camus, Heidegger, Arendt, Kafka, Erich Fromm y Nietzsche entre otros. El fil¨®sofo surcoreano acierta al se?alar que el culto al optimismo a¨ªsla a las personas, las vuelve ego¨ªstas y suprime la empat¨ªa. El sufrimiento ajeno deja de interesar. Cada uno se ocupa s¨®lo de s¨ª mismo, de su propia felicidad y bienestar. No importa que esa felicidad sea una mascarada erigida en redes. Se trata de algo muy neoliberal. El culto al optimismo hace la sociedad insolidaria. Pero, adem¨¢s, se trata de un error estrat¨¦gico. El monje budista ?¨¡ntideva lo advirti¨®. ¡°Todos los atormentados de este mundo lo son por el deseo de ser felices. Todos los dichosos lo son por el deseo de que otros lo sean¡±.
Una ¨²ltima reflexi¨®n. La esperanza no habita en el futuro, como dice Han. La esperanza es condici¨®n de la vida misma. Un asunto del presente. Se mueve hacia adelante y hacia atr¨¢s, se proyecta en el futuro y busca el origen. La esperanza promete y recuerda. Se parece a la libertad en que ambas se crean a s¨ª mismas. La esperanza es ese relato que infunde temple y fortaleza para afrontar riesgos y dificultades. Se desdobla y gu¨ªa la acci¨®n, mientras presenta el mundo bajo una luz diferente: la luz del origen.
El esp¨ªritu de la esperanza
Traducci¨®n de Alberto Ciria
Herder, 2024
144 p¨¢ginas, 14 euros
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