¡®Querido Maestro. Correspondencia (1893-1973)¡¯, de Pau Casals: una historia privada de los exilios y la m¨²sica cl¨¢sica del siglo XX
De Kennedy a Rostrop¨®vich o de B¨¦la Bart¨®k a Schoenberg, el epistolario de Pau Casals re¨²ne a las principales figuras pol¨ªticas y art¨ªsticas de su tiempo, a menudo condicionadas por el destierro
De todas las historias del exilio una de las m¨¢s largas y conmovedoras es, sin duda, la de Pau Casals, que termina tarde y, a¨²n as¨ª, antes de hora, sin ver satisfecho su deseo de retorno. Pau Casals naci¨® en El Vendrell (Tarragona) en 1876 y falleci¨® en San Juan de Puerto Rico en 1973. Fue un ni?o precoz, por lo que empez¨® a escribir y a recibir cartas a muy temprana edad. Desde que la reina Mar¨ªa Cristina le concede en Madrid una beca y le regala un violonchelo Gagliano en 1893, hasta que da su ¨²ltimo concierto en 1973 cabe mucha correspondencia en la vida de un artista que actu¨® por primera vez a los seis a?os como segundo soprano en el coro de su villa natal, que compuso a los siete su primera partitura y que viaj¨® y actu¨® por todo el mundo.
No se conservan todas, pero las cartas que se publican estos d¨ªas en estricto orden cronol¨®gico sirven para hacernos una idea de c¨®mo su vida se estructur¨® a partir de dos impulsos: el del arte y el del humanismo. Como le dijo a Arthur Conte, ex diputado de la Asamblea Nacional de Francia y periodista, autor del c¨¦lebre libro en franc¨¦s La l¨¦gende de Pau Casals: ¡°Las cartas que recibo las guardo todas y respondo a todas por muy simples o inocentes que sean... escribo a m¨²sicos o a poetas cuyos nombres figurar¨¢n en el diccionario Larousse, pero sobre todo a la gente sencilla cuyos sentimientos, genio y espontaneidad no merecen ser menospreciados¡±. As¨ª, en diciembre de 1947, cuando viv¨ªa el exilio en Prades, sufragaba de su propio bolsillo gastos de tantos refugiados espa?oles en Francia y medio mundo de la m¨²sica le reclamaba que volviera a los escenarios, escribi¨® a su hermano Enric: ¡°Las cosas m¨¢s emocionantes son las cartas. Un ni?o desconocido me env¨ªa su retrato bajo el cual escribe: ¡°Yo tambi¨¦n le quiero¡±.
El esfuerzo de Anna Dalmau y Anna Mora, compiladoras, editoras y traductoras de este libro es admirable, porque m¨¢s all¨¢ del extraordinario trabajo de rastreo por los archivos, es su labor de notas a pie de p¨¢gina, de explicaciones y de sensibilidad con el artista lo que convierte a este documento en imprescindible. Se incluye, adem¨¢s, una estupenda entrevista a modo de prefacio con el gran violonchelista Lluis Claret, cuyo padre recibi¨® cartas y ayuda del maestro. ¡°Al final de la segunda guerra mundial Casals ayud¨® a mi padre prest¨¢ndole dinero para que pudiese instalar su negocio en Toulouse, y encontramos en las cartas momentos delicados en los que le es imposible devolverle el pr¨¦stamo.... entre las cartas recuperadas estaba la de Casals aceptando ser mi padrino¡±.
Belleza, justicia y arte
Si algo se desprende de este epistolario es el amor de Pau Casals por la belleza, por la justicia y por el arte. La relevancia de Casals se puede reflejar de mil maneras: es significativo que estrenara obras en el Carnegie Hall de Nueva York o que actuara dos veces en la Casa Blanca, la primera para Roosevelt en 1904 y la segunda para los Kennedy en 1961, pero a¨²n lo es m¨¢s que, cuando Viena celebra el centenario de Beethoven es elegido para dirigir su Filarm¨®nica.
Son especialmente rese?ables las cartas de Casals con sus compa?eros de viaje y de oficio. La entra?able complicidad juvenil con Enrique Granados, que le pregunta por sus penas de amor (con Rosina Valls, primera novia, de El Vendrell) m¨¢s que por sus composiciones, y la posterior incredulidad de Casals, que tanto admiraba sus Goyescas, con su tr¨¢gica muerte ahogado tras un naufragio en aguas del Canal de la Mancha. Las cartas a su primera esposa, la mezzo soprano estadounidense Susan Metalcafe, a quien llama ¡°mi Susite¡± y luego ¡°mi suite¡±, son tiernas declaraciones de amor. Hay que destacar la divertida relaci¨®n con Jacques Thibaud, con quien jugaba al tenis en Par¨ªs, tercer miembro de ese tr¨ªo superlativo que refin¨® la m¨²sica de c¨¢mara del primer tercio de siglo en Par¨ªs, el tr¨ªo Cortot, formado por Alfred Cortot, Casals y Thibaud. Hasta el arquitecto Auguste Perret proyect¨® la todav¨ªa activa y maravillosa Salle Cortot de la Rue Cardinet en la que llegaron a ensayar.
El papel fundamental para el andamiaje cultural de la Barcelona previa a la guerra civil es inconcebible sin la Orquesta Pau Casals, fundada en Barcelona en 1920, y la posterior Asociaci¨®n Obrera de Conciertos. Emotivas son tambi¨¦n las cartas entre ¨¦l y Joaquim Pena, secretario del patronato de la orquesta, music¨®logo y cr¨ªtico wagneriano e ide¨®logo de la modernidad musical catalana, en las que se preparan los programas de la Asociaci¨®n Obrera y se eligen los repertorios, Ravel, Wagner, Liszt, Bruckner y siempre Bach, pues no hay que olvidar que es Casals quien recuper¨® en 1890 y populariz¨® las suites perdidas para violonchelo tras asistir a un concierto de Richard Strauss en Barcelona.
Fechada en diciembre de 1931 hay una carta de B¨¦la Bart¨®k a ¡°su excelencia Pau Casals¡± para felicitarle en su cumplea?os y desearle ¡°que Dios lo bendiga y le d¨¦ una salud inalterable durante muchos m¨¢s a?os, aqu¨ª y en el m¨¢s all¨¢ de los cielos, por su arte que concede la armon¨ªa de las esferas al g¨¦nero humano¡±, junto a la firma (entre otros admiradores) de Zolt¨¢n Kod¨¢ly (con quien Casals se reencontrar¨ªa en Budapest en 1964 cuando interpret¨® all¨ª su Pessebre). No olvidaba Bart¨®k su visita a Barcelona cuatro a?os antes para interpretar con la OPC en el Liceo su Rapsodia para piano Sz.26. Y no sospechaban que ser¨ªan v¨ªctimas del nazismo y del fascismo, dos exiliados que morir¨ªan (uno en Nueva York, otro en Puerto Rico) sin poder regresar a su tierra. Bart¨®k (junto a Kod¨¢ly) es el padre de la etnograf¨ªa musical, recuper¨® la esencia del folclore m¨¢s ancestral, ese que con sus Danzas Rumanas convirti¨® en vanguardia, ?y qu¨¦ otra cosa sino eso hizo Casals con El cant dels ocells?, recuperar una canci¨®n popular catalana y convertirla en imperecedera.
Resulta asombroso asistir al intercambio de pareceres con Sch?nberg (otro exiliado errante, fallecido en Los ?ngeles), que compone su Concierto para violonchelo y orquesta pensando en Casals. Que se programara a Arnold Sch?nberg en aquella Barcelona evidencia la apertura de miras y el amor por la m¨²sica avanzada de Casals, un hombre cosmopolita, de gusto sofisticado, sensible a las nuevas coordenadas que cambiaban el rumbo de la m¨²sica. Si Sch?nberg es el revolucionario, Stravinski es el genio, y este ¨²ltimo (otro exiliado) tambi¨¦n dirigir¨ªa gracias a Casals la primera audici¨®n en Espa?a de su Sinfon¨ªa de los Salmos en el Palau de la M¨²sica en 1934. Y en esa l¨ªnea no podemos olvidar que, en abril de 1936, en el mismo recinto y con la misma orquesta, se estrenar¨ªa el sobrecogedor Concierto para viol¨ªn, tambi¨¦n llamado A la memoria de un ¨¢ngel, de Alban Berg (junto con Anton Webern los mejores alumnos de Sch?nberg), dedicado a Manon Gropius, hija del arquitecto Walter y Alma Mahler, que muri¨® a los 18 v¨ªctima de la poliomelitis, un concierto compuesto por Berg al borde de la muerte (por la picadura de una avispa, adem¨¢s) y sin que pudiera llegar a escucharlo.
En 1957 Casals escribe a Josep Maria Corredor y le pregunta c¨®mo est¨¢ el Affaire Machado, preocupado porque el poeta siga sin tumba. Como es bien sabido, Corredor, con el apoyo de Casals, public¨® en Le Figaro Litt¨¦raire el art¨ªculo ¡®Un gran poeta espera su tumba¡¯ para recaudar los fondos que han permitido que exista la tumba que hoy se visita en Colliure.
Estamos, pues, frente al primer epistolario de Pau Casals que abarca toda su vida. Un pozo de conocimiento con grandes interlocutores (Manuel de Falla, Conchita Badia, Nadia Boulanger...). Obviamente, no es completo, ser¨ªa tarea interminable buscar y acceder a la totalidad de la correspondencia enviada y recibida por Casals repartida por todo el mundo, en fondos privados, archivos p¨²blicos o colecciones particulares. Se?alan en el pr¨®logo las autoras que Josep Maria Corredor¡ªque fue ayudante personal de Casals con la correspondencia¡ª sosten¨ªa que, en los a?os del exilio en Prades, Casals dedicaba entre tres y cuatro horas diarias a escribir cartas. ¡°Quer¨ªa estar seguro de que sus gestiones servir¨ªan para dar alivio a las miserias ajenas y las clasificaba cuidadosamente, porque estaba convencido de que le servir¨ªan de consuelo en sus ¨²ltimos a?os, cuando dejara de trabajar¡±.
Concierto en la Casa Blanca
Ni que decir tiene que las cartas entre Casals y J. F. Kennedy ocupan un lugar relevante. Cuando este l¨ªder de la Guerra Fr¨ªa asumi¨® el cargo en enero de 1961 y dot¨® a la Casa Blanca de un aire exquisito y cosmopolita, releg¨® los quehaceres musicales a Jacqueline, que no dud¨® en invitar a Casals para que actuara en presencia de (entre otros) Leonard Bernstein y Aaron Copland. Antes del concierto, Casals escribe una carta a Kennedy: ¡°Los dictadores son un anacronismo en el mundo de la libertad para la cual Estados Unidos va preparando el camino y promete ir conquistando. Es inconcebible una dictadura en Espa?a, pueblo de incalculables e imponentes potencialidades en todas las manifestaciones humanas. Inconcebibles son las dictaduras que hay en Rusia, Am¨¦rica Latina, Asia y el lejano oriente. He aqu¨ª el grandioso planteamiento que tiene por delante...¡±. Tras el concierto, Casals volvi¨® a suplicar a Kennedy que no apoyara a Franco, pero a los pocos d¨ªas Kennedy renov¨® el plan de ayuda con Espa?a que estaba en marcha desde 1953. No se entendieron, uno hablaba de sentimientos y de arte y el otro de econom¨ªa, pero pese a ello, Casals sigui¨® admir¨¢ndolo: ¡°Haberlo conocido a usted y a la se?ora ha sido un privilegio inolvidable¡±.
Quien consider¨® tambi¨¦n un privilegio inolvidable conocer al influyente violonchelista, compositor y director de orquesta de El Vendrell fue ese otro gran violonchelista ruso y, como el catal¨¢n, reconocido defensor de los derechos humanos Mstislav Rotrop¨®vich, que en diciembre de 1971 escribe por su cumplea?os a su ¡°querido y gran maestro Pablo Casals: perm¨ªtame felicitarle a usted y a su vez a todos nosotros, artistas y amantes de la m¨²sica que compartimos con usted y con los suyos la celebraci¨®n de sus noventa y cinco a?os. Todos nosotros, los violonchelistas de todos los rincones del mundo, llevamos en el alma una peque?a part¨ªcula de la llama que usted prendi¨® por obra del genio de su maestr¨ªa musical y art¨ªstica en la cima del Olimpo de los violonchelistas. Todos los que hemos viajado con el violonchelo en las manos al pie de su monta?a no nos cansaremos nunca de agradecer a Dios por cuidar de su memorable vida. Le deseo salud y felicidad. Siempre suyo¡±
Querido Maestro. Correspondencia (1893-1973)
Edici¨®n y traducci¨®n de Anna Dalmau y Anna Mora
Acantilado, 2024
704 p¨¢ginas. 34 euros
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