Deambular entre dos mundos: el arte m¨¢gico y m¨ªstico de Mercedes Azpilicueta
En su nueva exposici¨®n en C¨®rdoba, la artista argentina convierte el museo en un lugar permeable donde las obras transitan entre lo tangible y lo espiritual
Hay ideas preconcebidas que a menudo hay que descalzarse en la entrada del museo. Por ejemplo: que una exposici¨®n tiene que ser finita, medible y palpable. Ocurre muchas veces lo contrario, que lo que vemos, o¨ªmos y sentimos puede trascender las fronteras materiales y fluir como el aceite, con esa misma resistencia suave y l¨ªquida, abarcando un terreno imprevisible y permeable por los interiores del museo. Toparnos con ese terreno oleoso no puede m¨¢s que celebrarse. Ese espacio imaginario es de los pocos capaces de transformar nuestro entorno y devolvernos, de golpe, infinitas posibilidades a la hora de imaginar el mundo. O lo que es lo mismo: una huida hacia adelante.
Tambi¨¦n ah¨ª puede haber l¨®gicas irracionales. Y est¨¢ bien. ?Fuera prejuicios ah¨ª tambi¨¦n! A veces se avanza yendo hacia atr¨¢s o invocando un escenario futuro, del mismo modo que la inmensidad puede llegar a escucharse y el o¨ªdo puede alcanzar la visi¨®n. Esa otra l¨®gica, ni racional ni razonable, la encontramos en C¨®rdoba, en las salas del C3A, que acogen la exposici¨®n Las mesas danzantes, de la artista argentina Mercedes Azpilicueta (La Plata, 1981). Comisariada por Ver¨®nica Rossi acompa?ada de Jimena Bl¨¢zquez, directora del CAAC, mi recorrido va de menos a m¨¢s: algo esc¨¦ptica al principio, y entregada despu¨¦s. Ocurre lo mismo al pensar en el tarot. La magia, la m¨ªstica, la alquimia o lo oculto llevan tiempo instalados en los foros internos del arte para nombrar ese ¡°contempor¨¢neo m¨¢gico¡± capaz de alumbrar lo incierto y ca¨®tico de los tiempos. Un coro de voces disonante pero generativo, vacilante aunque efectivo, con el que imaginar diferentes formas de habitar la tierra y relacionarnos con ella.
Tambi¨¦n esta exposici¨®n est¨¢ llena de misterios y lirismo, e invita a pensar sobre los modos de creaci¨®n, las fuentes de inspiraci¨®n y la diferencia entre lo voluntario, lo autom¨¢tico y lo revelado. De hecho, todas las obras podr¨ªan pensarse como talismanes, conjuros, rituales, partituras, ensayos, decorados, prototipos o personajes imaginarios hablando unos con otros. Hay di¨¢logos especialmente interesantes, como el que hay entre una pintura sobre una l¨¢mpara unida a un pantal¨®n (Ara?a magn¨¦tica, 2024) junto un zapato lleno de espigas (Homenaje a Ithell, 2024), genera un espacio de ficci¨®n donde las ideas entran y salen sin distancias. Otros di¨¢logos, en cambio, se quedan en un baile inconcluso como las estrellas fug¨¢ndose de un zapato, una guitarra o un sombrero suspendidas del techo del museo. Hay algo literal y barroco en el gesto que no acaba de encajar. Consejo de ultratumba. Aunque esos desajustes son los menos. Los objetos parecen cobrar vida y proliferan sin abandonar su sitio. Tambi¨¦n los interiores se multiplican y huyen hacia el exterior. He ah¨ª La fuerza colectiva (2024): una mesa repleta de manos de yeso dispuestas a salir corriendo. ?Hacia d¨®nde? ?El baile de los muertos? Supersubmarina dir¨ªan s¨ª.
Ocurre en otras exposiciones de Azpilicueta: suelen ser trazadas desde el juego. El realismo m¨¢gico, ese t¨¦rmino tan europeizante como enraizado en la literatura fant¨¢stica latinoamericana, es la parte de la pata que calza esas mesas que parecen caerse, elevarse o desvanecerse. Invocan, como muchos de los trabajos de la artista, a un personaje, en este caso a Amalia Domingo Soler (1835-1909), la divulgadora m¨¢s carism¨¢tica del movimiento espiritista en el mundo hispano. La elecci¨®n por la vidente andaluza excede lo geogr¨¢fico, aunque no deja de ser un bonito gesto de rescate desde el museo. Amalia fue una mujer muy poco com¨²n en su ¨¦poca y se manej¨® como pocas en esa otra l¨®gica que desafiaba las normas establecidas y las convenciones sociales.
Vinculada con el pensamiento libre, la masoner¨ªa y la defensa de la ense?anza laica, fund¨® y dirigi¨® durante casi veinte a?os una revista en la que firmaron otras mujeres afines, como Emilia Pardo Baz¨¢n o Carmen de Burgos. Cuando en septiembre de 1853, Madame de Girardin, fan¨¢tica de las mesas que en Par¨ªs se llamaban ¡°giratorias¡±, introdujo a Victor Hugo en el gusanillo de escribir las conversaciones con esp¨ªritus c¨¦lebres, Amalia Domingo era ya una veintea?era popular alrededor de las mesas que hablan y una escritora voraz.
La artista recuerda que el espiritismo se convirti¨® en un movimiento emancipador para mujeres artistas que se encontraban limitadas por las normas patriarcales de la ¨¦poca
Sus escritos son el punto de partida de la artista para deambular entre dos mundos, desvelando c¨®mo el espiritismo se convirti¨® en un movimiento emancipador para mujeres artistas que se encontraban limitadas por las normas patriarcales de la ¨¦poca. No es el primer trabajo en el que Azpilicueta rescata figuras de mujeres indisciplinadas. Como en Papas, disturbios y otros imaginarios (2021), entrelaza las luchas de diversos movimientos de trabajadoras y de defensa de los derechos de la mujer, hoy m¨¢s importantes que nunca. De ese hilo de reivindicaciones aparece el bordado y el tejido, que se han convertido en un medio predilecto para las investigaciones de la artista y que abrazan sus mejores obras, como la que en la exposici¨®n da t¨ªtulo a la exposici¨®n. Tambi¨¦n la idea de colaboraci¨®n que la artista pone en pr¨¢ctica a trav¨¦s de m¨²ltiples encuentros, amistades y afectos.
Frente a la l¨®gica de inventar algo nuevo, Azpilicueta vuelve una y otra vez sobre las mismas cosas. Esa es su posici¨®n: la de promover una contaminaci¨®n positiva de historias multidireccional, circular y porosa. La de ser asertiva, pero permitirse la duda constantemente. La de pensar una exposici¨®n como un lugar lleno de l¨ªneas de fuga. La de no buscar una verdad ¨²nica, ni tapar un significado con otro. La de sostener en el tiempo esa alteridad radical cada vez m¨¢s reivindicada desde el museo. La de mantener la mente del principiante pese a no ser nueva ni novel. Su obra se expone tambi¨¦n ahora en varias colectivas: Unravel (en el Stedelijk Museum de ?msterdam), Take a Breath (en el Irish Museum de Dubl¨ªn) y Normopathies (en Es Baluard, en Palma de Mallorca). El suyo es un desorden regulado o lo que es lo mismo: un caos con planteamientos. Un bestiario torpe ¡ª ¡°guarro¡±, dir¨ªa ella¡ª, que invita a desaprender nuestras habilidades y a negociar con nuestro conocimiento. ?Hay mejor definici¨®n de exposici¨®n que ese pantano de aceite?
¡®Mercedes Azpilicueta. Las mesas danzantes¡¯. C3A. C¨®rdoba. Hasta el 9 de marzo de 2025.
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