Las mascarillas y la distancia social no van a frenar la pr¨®xima pandemia, cuidar la cesta de la compra s¨ª
A la larga, acciones tan aparentemente nimias como elegir magdalenas pueden marcar la diferencia entre desayunar en paz o hacerlo confinado
Olv¨ªdate de gobiernos, cient¨ªficos y m¨¦dicos, la pr¨®xima pandemia est¨¢ en camino y eres t¨² quien puede evitarla. Ahora. Ya mismo. Porque la ola se acerca un poco m¨¢s con cada metro que el ser humano le gana a la naturaleza. ¡°Si quitas algunos elementos de un ecosistema puede que no pase demasiado, pero cuando quitas muchos¡ se pierde el equilibrio y es m¨¢s dif¨ªcil controlar las especies que tienen m¨¢s carga viral y pat¨®genos¡±, afirma Andreu Escriv¨¢, licenciado en Ciencias Ambientales y doctor en Biodiversidad. Luego no le...
Olv¨ªdate de gobiernos, cient¨ªficos y m¨¦dicos, la pr¨®xima pandemia est¨¢ en camino y eres t¨² quien puede evitarla. Ahora. Ya mismo. Porque la ola se acerca un poco m¨¢s con cada metro que el ser humano le gana a la naturaleza. ¡°Si quitas algunos elementos de un ecosistema puede que no pase demasiado, pero cuando quitas muchos¡ se pierde el equilibrio y es m¨¢s dif¨ªcil controlar las especies que tienen m¨¢s carga viral y pat¨®genos¡±, afirma Andreu Escriv¨¢, licenciado en Ciencias Ambientales y doctor en Biodiversidad. Luego no le eches la culpa a China, a un murci¨¦lago o al pangol¨ªn, eso es lo f¨¢cil.
Lo complicado es asumir que, sin sus h¨¢bitats originales, animales como los ratones y los murci¨¦lagos se adaptan a zonas degradadas m¨¢s cercanas al ser humano, y que el peligro de transmisi¨®n de nuevas enfermedades aumenta cuando se establecen en estas regiones. Es un proceso documentado. Por ejemplo, estuvo en el origen del virus de Nipah, m¨¢s mortal que el ¨¦bola, sin cura y que aparece cada a?o. El pat¨®geno salt¨® de los murci¨¦lagos a los cerdos y luego a los seres humanos, en 1998. ¡°Invadimos sus h¨¢bitats y eso genera efectos secundarios¡±, dec¨ªa al peri¨®dico The New York Times Christian Walzer, director ejecutivo de la Wildlife Conservation Society.
No es un caso ex¨®tico. Hay muchos m¨¢s, y el n¨²mero de enfermedades que potencialmente pueden alimentar una pandemia no ha parado de crecer en los ¨²ltimos a?os. Si a mediados del siglo pasado aparec¨ªan uno o dos cada a?o, en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas el n¨²mero de brotes de enfermedades infecciosas detectados se ha multiplicado por tres, seg¨²n un estudio de la Universidad de Brown (Estados Unidos). Algunos de los virus que los han causado son especialmente problem¨¢ticos por su complejidad ¡ªcomo el H1N1, que lleva genes de virus humanos, otro aviar y dos porcinos¡ª, y enfermedades recientes como la gripe A o la porcina fueron un aviso claro de que el riesgo de transmisi¨®n a escala mundial era real. A la vista est¨¢ que no se le hizo mucho caso.
Cualquiera dir¨ªa que est¨¢bamos sordos al anuncio. Y ciegos al hecho de que la explotaci¨®n masiva de la naturaleza se ha vuelto en nuestra contra. Puede que ahora entendamos el mensaje de la comunidad cient¨ªfica de que hay tres ingredientes que han conformado un c¨®ctel perfecto para la actual pandemia, y que pueden ser a¨²n m¨¢s importantes en la pr¨®xima: la destrucci¨®n de ecosistemas, la disminuci¨®n de la biodiversidad y el comercio de animales salvajes. A ello se une la gran (y poco ecol¨®gica) movilidad del ser humano, que puede llegar a cualquier punto del planeta en cuesti¨®n de horas.
El consumo responsable como declaraci¨®n pol¨ªtica
En teor¨ªa, los peque?os gestos son suficientes para frenar una gran pandemia. En la pr¨¢ctica, llevarlos a cabo es condenadamente dif¨ªcil, para empezar porque implica cambiar la escala con la que medimos la acciones, los gustos y las decisiones de consumo. ¡°Hay que cuidar el medio ambiente, pero no solo el que nos rodea, tambi¨¦n el que est¨¢ a miles de kil¨®metros. Estamos en un contexto global que requiere una acci¨®n global¡±, dice el bi¨®logo Jes¨²s Olivero. Lo dice con optimismo: ¡°Cambiar el mundo parece ut¨®pico, pero no lo es¡±.
Lo que pasa es que hay que conocer bien las herramientas que uno tiene para conseguirlo. Una de las m¨¢s potentes es el consumo, porque nuestra forma de consumir es una declaraci¨®n pol¨ªtica sobre qu¨¦ mundo queremos. Que dulces tradicionales como una magdalena o un cortadillo incluyan aceite de palma, uno de los alimentos que m¨¢s afecta a la deforestaci¨®n en el mundo, es todo un ejemplo de la influencia global de los peque?os actos cotidianos. ¡°Escogiendo alternativas ayudamos a evitar que ello ocurra¡±, insiste Andreu Escriv¨¢, que acaba de publicar el libro Y ahora yo qu¨¦ hago: c¨®mo evitar la culpa clim¨¢tica y pasar a la acci¨®n (Capital Swing). Tambi¨¦n habla de optar por el consumo de proximidad, ya sea de verduras, tomates o cualquier otro producto. Ello implicar¨ªa, adem¨¢s, dejar de demandar carnes de fauna salvaje, bocados ex¨®ticos que conllevan un aumento del riesgo de que las personas se expongan a virus peligrosos.
Otro de los gestos a tener en cuenta apunta directamente a la compra-venta de especies ex¨®ticas, ya sea de manera legal o ilegal. ¡°Si hay pa¨ªses que exportan especies protegidas es porque hay pa¨ªses que las compran¡±, afirma el docente Jes¨²s Olivero, y subraya que el comercio regulado tambi¨¦n es problem¨¢tico. ¡°Todos somos responsables de no tener mascotas ex¨®ticas como animales de compa?¨ªa¡±, insiste. Y no solo porque as¨ª eliminamos oportunidades de para que los nuevos virus se expandan, tambi¨¦n porque pueden generar plagas en sus nuevos entornos y romper el equilibrio natural, con graves consecuencias. Las cotorras argentinas y las cotorras de Kramer, que han invadido numerosas ciudades espa?olas a partir, precisamente, del comercio legal de dichas especies, ilustran lo f¨¢cilmente que la naturaleza se nos escapa de las manos.
¡°Tambi¨¦n se trata de consumir menos¡±
¡°Ha llegado el momento en el que debemos entender a qu¨¦ debemos renunciar en favor de una austeridad, pero no mal entendida, sino como valor ¨¦tico¡±, a?ade por su parte Luc¨ªa V¨¢zquez, especialista y formadora en los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Y avisa de que no es una carrera ¡°para ver qui¨¦n es m¨¢s sostenible¡± ni hay que ¡°demonizar a qui¨¦n no lo es¡±. V¨¢zquez anima a que cada persona se plantee hasta qu¨¦ punto est¨¢ dispuesta a renunciar a usar el coche para cualquier desplazamiento, a viajar en avi¨®n para pasar un fin de semana en Londres o a dejar de consumir productos que no son sostenibles. ¡°No se trata de que todo lo que compremos sea ecol¨®gico o que toda la ropa que vistamos haya sido elaborada de manera sostenible. Eso es importante, pero tambi¨¦n se trata de consumir menos¡±, insiste.
Otra forma de mejorar el medio ambiente ¡ªy, de paso, poner obst¨¢culos a la llegada de una futura pandemia¡ª es hacer una compra diaria m¨¢s sostenible, algo para lo que suele ser necesario acudir a varios establecimientos en vez de a un solo supermercado. Ello requiere de tiempo y eso es, precisamente, lo que nunca tenemos. ¡°Pero el confinamiento deber¨ªa habernos ayudado a pensar que es posible evitar las constantes prisas, las ganas de correr por todo, de llegar r¨¢pido a los sitios¡±.
Entre los peque?os gestos con los que puedes ayudar a frenar la pr¨®xima pandemia no solo figuran h¨¢bitos de vida, tomar conciencia de cuestiones fundamentales como la responsabilidad que conlleva el derecho a voto tambi¨¦n es importante. En ¨¦l reside el poder de elegir, por ejemplo, que sea m¨¢s f¨¢cil y atractivo el uso de la bicicleta, hacer m¨¢s accesibles los viajes en tren ¡ªuno de los medios de transporte m¨¢s ecol¨®gicos¡ª o que otras acciones que hagan nuestra vida m¨¢s sostenible no tengan siempre que suponer un sacrificio, ya sea econ¨®mico, social o en forma tiempo. Y es ah¨ª donde iniciativas como los ODS sirven de hoja de ruta y gu¨ªa para los gobiernos, los ayuntamientos, las asociaciones y las organizaciones de los entornos m¨¢s cercanos. La lucha global contra la pr¨®xima pandemia arranca en la acci¨®n local. Esa no hace falta frenarla.