Deje de comprar comida ecol¨®gica si quiere salvar el planeta
Consumir 'bio' no le hace amigo del medioambiente: supone una amenaza para las selvas tropicales y m¨¢s emisiones de di¨®xido de carbono. La salud tampoco los echar¨¢ de menos
No pocas etiquetas de productos biol¨®gicos (aquellos productos que aseguran no haber sido tratados con ning¨²n tipo de pesticida que no sea natural; que han sido cultivados respetando los ciclos propios de la naturaleza y no han sido modificados gen¨¦ticamente) le prometen no solo un sabor aut¨¦ntico, sino que al elegirlos contribuir¨¢ a cuidar la naturaleza. El 36% de los espa?oles que consumen productos ecol¨®gicos (sin¨®nimo de biol¨®gicos u org¨¢nicos) lo hacen movidos por motivos medioambientales, seg¨²n una encuesta de 2014 del Ministerio de Agricultura. Si es de los que creen que al comprar estos alimentos contribuye a salvar el planeta, podr¨ªa estar incurriendo en un error: un reciente art¨ªculo publicado en New Scientist asegura que es un tipo de agricultura menos eficiente, con la que no se reducen las emisiones de CO2 y que, adem¨¢s, sus productos no son necesariamente m¨¢s saludables.
¡°Est¨¢ de moda apuntarse a lo ecol¨®gico por el atractivo de la palabra, pero nadie tiene idea de c¨®mo se produce¡±, sentencia el ingeniero agr¨®nomo Marco Antonio Oltra, profesor asociado de Fisiolog¨ªa Vegetal en la Universidad de Alicante. Para este experto, una producci¨®n totalmente ecol¨®gica no abastecer¨ªa a toda la poblaci¨®n: ¡°Somos 7.000 millones de personas frente a un 1% de producci¨®n ecol¨®gica. Cambiar a una agricultura ecol¨®gica implicar¨ªa que la mitad de la poblaci¨®n mundial tenga que dejar de comer. Solo se cultiva as¨ª en zonas donde faltan medios para agricultura t¨¦cnica, como en India o en algunos pa¨ªses africanos. Pero no est¨¢n movidas por respeto al medioambiente, aunque esto el consumidor lo ignora. Muchos consumidores asocian ecol¨®gico a bueno¡±, opina el experto.
Aunque usted no lo perciba, la agricultura ecol¨®gica requiere la utilizaci¨®n de m¨¢s tierras, debido a su bajo rendimiento respecto a la convencional, lo que implica la degradaci¨®n de ecosistemas como las selvas en las zonas tropicales. Una investigaci¨®n publicada en Nature en 2012, basada en un metaan¨¢lisis (un procedimiento estad¨ªstico avanzado) de todos los datos publicados, conclu¨ªa que la producci¨®n org¨¢nica produce entre un 5 y 34% menos que la convencional. ¡°Para satisfacer las necesidades de la poblaci¨®n creciente [en 2050 habr¨¢ aumentado en 1000 millones de habitantes seg¨²n la FAO], se necesitar¨ªa m¨¢s superficie para cultivar, esto significa que, si se respetan las normas de la agricultura ecol¨®gica, habr¨ªa que desforestar las selvas para ello. Sin embargo, con la agricultura convencional, tecnol¨®gicamente muy avanzada, se podr¨ªa cultivar en zonas esteparias e incluso en desiertos¡±, se?ala Emilio Montesinos, microbi¨®logo y catedr¨¢tico de Patolog¨ªa Vegetal y director del Instituto de Tecnolog¨ªa Agroalimentaria-CIDSAV de la Universidad de Girona
Mayor huella ecol¨®gica
Si le hablan de gases de efecto invernadero, seguro que lo que primero que le viene a la mente es la imagen de una metr¨®poli superpoblada o la de las humeantes chimeneas de una gran industria. Pero la producci¨®n agr¨ªcola juega tambi¨¦n su papel en estas emisiones da?inas para el planeta. De hecho, "la ecol¨®gica implica, de media, una mayor emisi¨®n de di¨®xido de carbono que la convencional. Hay que tener en cuenta las labores del campo, la mano de obra, la menor eficacia de los productos fitosanitarios para el control de plagas y enfermedades o de fertilizaci¨®n", explica Montesinos.
¡°Por ejemplo, en un programa de producci¨®n ecol¨®gica de manzanas, el control de una enfermedad muy frecuente denominada moteado requiere aplicaciones semanales o m¨¢s frecuentes, durante tres meses, de productos poco eficaces como el bicarbonato pot¨¢sico, el azufre o el caol¨ªn. Al final de la campa?a, esto puede significar m¨¢s de doce tratamientos". Seg¨²n el microbi¨®logo, un huerto familiar, donde las labores se realizan a mano, no comportar¨ªa una huella de CO2 mayor, "pero en una explotaci¨®n de una hect¨¢rea, la presencia de la maquinaria agr¨ªcola es m¨¢s frecuente y, por lo tanto, aumentan las emisiones. En agricultura convencional, se usar¨ªan fungicidas de s¨ªntesis mucho m¨¢s eficientes y menos tratamientos, entre dos o cinco¡±.
Otro aspecto importante se refiere al coste energ¨¦tico de los productos fitosanitarios. El especialista lo ejemplifica: ¡°En algunos cultivos ecol¨®gicos se requiere menos energ¨ªa, pero a veces se utilizan compuestos derivados autorizados de cobre, pero con un tremendo impacto ambiental. Aunque se consideran naturales, no proceden en primer t¨¦rmino de extracciones directas mineras, sino del reciclado de cables el¨¦ctricos, entre otros. Este reciclado tiene un considerable consumo energ¨¦tico y emisi¨®n de CO2¡±.
Con el objetivo de reducir las emisiones de efecto invernadero, la tecnolog¨ªa agr¨ªcola m¨¢s prometedora hasta la fecha corresponde a la modificaci¨®n gen¨¦tica, ya que los cultivos modificados (OGM, por su siglas en ingl¨¦s) se encaminan a capturar energ¨ªa solar y as¨ª reducir el uso de fertilizantes. De hecho, un estudio de 2014 fijaba en un 36,9% la disminuci¨®n del uso de pesticidas gracias a la modificaci¨®n gen¨¦tica. ¡°Tanto los cultivos transg¨¦nicos como los convencionales realizan la fotos¨ªntesis y fijan CO2 mediante la captura de energ¨ªa solar. Los cultivos comerciales actuales todav¨ªa no incorporan una menor necesidad de fertilizantes, porque, aunque existen variedades mejoradas OGM, todav¨ªa no est¨¢n en el mercado. En el futuro, estas plantas podr¨¢n reducir las emisiones de CO2, incluso utilizarse como sumidero¡±, asegura Montesinos.
Etiquetado y conciencia
La agricultura ecol¨®gica se relaciona constantemente con la salvaci¨®n de los sabores de antes, lo que el consumidor relaciona con un alimento m¨¢s saludable, explica Oltra: ¡°Es una idea err¨®nea: si un tomate comprado en una gran superficie no sabe a tomate no es por el tipo de agricultura del que proviene, sino porque, ante una demanda de productos visualmente perfectos (escogemos el tomate por su color y no por su sabor), los productores convencionales priorizan el atractivo de los alimentos sacrificando su sabor".?
Para el bioqu¨ªmico y divulgador Jos¨¦ Miguel Mulet, autor de Los productos naturales, vaya timo (Laetoli) y Comer sin miedo (Destino), ¡°el etiquetado ecol¨®gico solo dice que lo que se ha utilizado es natural, pero no que sea mejor ni peor. Tampoco informa si se ha aplicado alguna de las numerosas excepciones que prev¨¦ el reglamento. Solo hace referencia a que se ha producido de acuerdo con la normativa, pero nada sobre el impacto ecol¨®gico como la huella de carbono [CO2 que se emite en todas las fases de elaboraci¨®n de un producto]¡±, apunta.
Aunque el certificado de la huella de carbono no es obligatorio, hay pa¨ªses europeos en los que es habitual que los productos eco se?alen este dato en su etiqueta. Para Oltra, este indicador no ayuda a hacerse una idea real de si estamos frente a un producto nocivo para la naturaleza o no. ¡°La certificaci¨®n es muy importante, pero solo cuando la puede entender el usuario final. Hay otros conceptos, como la huella h¨ªdrica (cuantificar el agua que se ha utilizado), que son m¨¢s comprensibles. Pero sobre todo es necesaria una comparaci¨®n: si se lee que un producto ha utilizado 18 litros para un kilo y para otro 32, nos queda m¨¢s claro. Con la etiqueta, se premiar¨ªa la eficacia desde un consumo verde, y no solo en el uso de agua, tambi¨¦n en fertilizantes o tratamientos fitosanitarios¡±, observa.
Todo vale la pena ?por la salud?
Otro motivo por el que la gente elige productos ecol¨®gicos es porque se preocupan por su salud. Mulet considera que comer bio no es m¨¢s sano: ¡°La calidad nutricional es similar tanto en convencional como en ecol¨®gico. Otra cuesti¨®n es la seguridad alimentaria, donde queda claro que las mayores alertas se han producido en ecol¨®gico, empezando por la crisis del 2011 que ocasion¨® 47 v¨ªctimas¡±.
¡°Cuando no hay problema de plagas y de nutrici¨®n en las plantas, la agricultura ecol¨®gica no requiere actuaciones importantes para su control como el uso plaguicidas autorizados. Sin embargo, en la pr¨¢ctica, plagas, enfermedades y malas hierbas comprometen alrededor del 33% de la producci¨®n potencial en p¨¦rdidas en la convencional. Es de suponer que en la ecol¨®gica a¨²n sea mayor debido a la menor eficacia de los sistemas de control. Esto se traduce en que sus productos presenten un mayor deterioro y no se conserven tan bien como los convencionales, ocasionando podredumbres f¨²ngicas. Algunos de esos hongos producen micotoxinas, hoy uno de los problemas toxicol¨®gicos alimentarios m¨¢s preocupantes¡±, concluye Emilio Montesinos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.