La Generalitat impide desde 2008 que un ni?o vea a sus dos hermanastros
Los dos viven en un centro desde que su padre entr¨® en prisi¨®n y la madre los abandon¨®
Sara Hoyrup, traductora e int¨¦rprete danesa, de 42 a?os, lleva cuatro a?os protagonizando una lucha colosal y est¨¦ril ante la Generalitat para que su hijo Na?m, de seis a?os, pueda ver a sus dos hermanastros, internados desde 2008 en un centro de menores de la Direcci¨®n General de Atenci¨®n a la Infancia (DGAIA). Los medio hermanos de Na?m tienen 10 y 11 a?os y una vida repleta de p¨¦rdidas. Su padre, Said Ahadri ha estado los ¨²ltimos a?os en la c¨¢rcel y su madre, que asumi¨® su cuidado cuando ¨¦l fue detenido, acab¨® por entregar a los ni?os a la Generalitat alegando que no se pod¨ªa hacer cargo de ellos. Desde entonces, Sara lucha para que los tres ni?os mantengan el contacto, pero se ha topado con la DGAIA, que se mantiene inflexible en un complejo c¨®ctel burocr¨¢tico y legal a pesar de que el S¨ªndic de Greuges ha dado la raz¨®n a las peticiones de Sara en esa cuesti¨®n. El S¨ªndic no se inmiscuye en la de la patria potestad porque est¨¢ sometida a un proceso judicial.
La Generalitat se opone a que los tres ni?os se vean al no existir "garant¨ªas" de una "relaci¨®n s¨®lida" y existir el "peligro" de otra p¨¦rdida en su vida. "Decir eso es de una crueldad extrema", denuncia la mujer. La historia del caso empieza en la Navidad de 2001, cuando Sara y Said, marroqu¨ª que ahora tiene 32 a?os, empezaron su relaci¨®n. ?l ya ten¨ªa dos hijos, los que ahora est¨¢n en el centro de la DGAIA, de un matrimonio anterior. En los siguientes cuatro a?os la pareja convivi¨® durante unos meses con los dos ni?os y, en 2005, la pareja tuvo a Na?m. Poco despu¨¦s ¨¦l fue detenido por tr¨¢fico de drogas e ingres¨® en prisi¨®n. Los dos peque?os vivieron despu¨¦s unos a?os con su madre.
La vida de los dos menores recibi¨® otro golpe en 2008, cuando la madre los entreg¨® a la DGAIA porque ya no pod¨ªa atenderlos. Es a partir de este momento cuando Sara empieza su lucha para que su hijo mantenga el contacto con sus hermanastros, pero la DGAIA consider¨® que con el padre en la c¨¢rcel y la madre habi¨¦ndolos llevado voluntariamente a un centro, no existe ning¨²n lazo legal entre Sara y Na?m y los dos ni?os que justifique que se encuentren.
El deseo de Sara es que los dos ni?os salgan del centro y se vayan a vivir con una familia, sea la paterna o una de acogida. Ella est¨¢ incluso dispuesta a mudarse de Copenhague a Barcelona para vivir con los tres ni?os, pero tampoco con este ofrecimiento ha logrado convencer a la Generalitat, para quien Sara no es parte interesada en el caso. Una opci¨®n para resolver el entuerto ser¨ªa que la DGAIA devolviera la patria potestad a Said, lo que le permitir¨ªa decidir con qui¨¦n pueden vivir los dos menores. Pero este organismo se niega porque cree que ¨¦l no est¨¢ en condiciones de asumirla y que el ¨²nico contacto que tuvo Said con sus hijos en un permiso penitenciario en 2009 no fue bien. "La actitud del padre fue correcta pero la ni?a manifest¨® su voluntad de no querer verlo m¨¢s", alega la DGAIA.Desde la c¨¢rcel, Said ha presentado una demanda para recuperar la patria potestad que sigue el juzgado n¨²mero 17 de Barcelona. La vista se ha suspendido dos veces: la primera en 2010 porque faltaba un informe no estaba actualizado y, la segunda, el mes pasado. Para complicar m¨¢s el caso, la madre biol¨®gica de los dos ni?os ha tenido dos hijos m¨¢s y el padre de uno de ellos se ha personado en la causa. La abogada de Said, Luisa Moreno, considera que la dilataci¨®n perjudica a su cliente y ha pedido al juez que acelere la tramitaci¨®n. El juez, en este punto, le ha dado la raz¨®n.
Sara se queja de que la DGAIA nunca ha contestado a sus peticiones para que los ni?os puedan reunirse. "Nunca me han dicho nada", deplora esta mujer que viaja varias veces al a?o desde Dinamarca por el caso. El s¨ªndic de Greuges, Rafael Rib¨®, ha sido quien m¨¢s la ha atendido y es partidario de que los tres ni?os se relacionen. Ha sido ¨¦l, que se puso en contacto con la DGAIA en 2009 y recibi¨® la respuesta el pasado enero, quien la ha informado de los argumentos de la DGAIA para oponerse a resolver el caso. Tambi¨¦n ha sido el S¨ªndic el que ha remitido una carta a la DGAIA sugiri¨¦ndole que notifique por escrito a Sara su postura sobre los derechos de su hijo para ver a sus dos hermanastros. As¨ª, con una resoluci¨®n por escrito, la mujer al menos tendr¨ªa la opci¨®n de emprender un recurso legal contra las posiciones de la DGAIA.
Sara tiene poderes para representar a Ahadri, pero nunca ha podido acceder al expediente de los dos hermanos. De hecho, en tres a?os solo se ha visto en una ocasi¨®n con un miembro de la DGAIA.
El futuro de Said, el padre de los ni?os, tambi¨¦n es incierto. Sali¨® de prisi¨®n el pasado d¨ªa 3, pero su permiso de residencia caduc¨® el 23 de mayo y no le permitieron renovarlo porque estaba en la c¨¢rcel.
Con todos estos elementos, el caso parece estar en un callej¨®n sin salida y Sara no entiende c¨®mo la DGAIA prefiere que los dos ni?os pasen su infancia en un centro antes que con una familia, aunque sea de acogida. "En eso tiene raz¨®n, pero nos cuesta dar con una", se?alan en Bienestar y Familia. Un portavoz de este departamento dice que no hay inconveniente en que el padre vea a sus hijos, pero recuerda que estos procesos requieren "paciencia y tiempo". Y a?ade que los dos peque?os apenas han tenido trato con Said y que no le recuerdan.
?Y que Sara les atienda? ?Y que los tres hermanos se vean? Ah¨ª la respuesta de Bienestar Social es mucho m¨¢s ambigua, pero se amparan en que no se puede porque forman parte del n¨²cleo del padre.
Sara mantuvo la v¨ªspera de Nochebuena una nueva reuni¨®n con responsables del S¨ªndic de Greuges y, explica, le certificaron dos cosas: que los tres ni?os tienen derecho a relacionarse y ella a que la eval¨²e una entidad neutral como posible acogedora. "Yo deseo acogerlos visto que la DGAIA ha juzgado incapaces a los padres y no les ofrece una familia de acogida", insiste Sara. "Llevan muchos a?os dando largas y tomando decisiones rar¨ªsimas". Tras afirmar que se siente responsable de los dos ni?os porque convivi¨® con ellos, Sara a?ade: "Mi mayor temor es que los separen. No me explico por qu¨¦ la DGAIA no quiere que estos ni?os tengan familia. Los hermanos de mi hijo pierden su infancia por el mal funcionamiento de la Administraci¨®n y de la justicia. Y si alg¨²n d¨ªa esta llega, tan tarde, ya no ser¨¢ justicia".
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