Corrupciones Dorribo
Las acusaciones del empresario lucense han salpicado a pol¨ªticos de todas las facciones, entre ellos, el exministro Jos¨¦ Blanco. Esta es la historia de su ascenso y ca¨ªda
Era famoso en Galicia por la generosidad que se gastaba con sus amistades ¡ªespecialmente las de pol¨ªticos de todos los colores¡ª y ahora lo conoce Espa?a entera por su desprendimiento a la hora de repartir la culpa entre las mismas tras convertirse en el principal imputado de la Operaci¨®n Campe¨®n, vinculada a una trama de cobros ilegales de subvenciones p¨²blicas. La esplendidez de Jorge Dorribo en v¨ªsperas de las elecciones generales contribuy¨® a enfangar las aspiraciones de poder del entonces ministro de Fomento, Jos¨¦ Blanco, y acab¨® con la tranquila traves¨ªa parlamentaria de otros pol¨ªticos gallegos. Dorribo, empresario farmac¨¦utico que no sab¨ªa de qu¨ªmica ni de farmacia, hall¨® la f¨®rmula magistral para revolucionar el panorama en los estertores del Gobierno socialista. Las filtraciones que el abogado del personaje, Ignacio Pel¨¢ez ¡ªtambi¨¦n en el candelero esta semana como uno de los acusadores contra Baltasar Garz¨®n en el juicio por las escuchas del caso G¨¹rtel¡ª niega haber realizado, fueron la caja de resonancia. De momento, Dorribo y Pel¨¢ez han logrado su primer objetivo: Blanco, todav¨ªa n¨²mero dos del PSOE, declarar¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles como imputado en el Tribunal Supremo.
De barullo judicial a estruendo nacional, en los ¨²ltimos meses se ha ido sabiendo, bajo secreto del sumario, que Dorribo asegura haber pagado sobornos a diestro y siniestro; en el caso de Blanco, 200.000 euros en billetes de 500 a trav¨¦s del primo pol¨ªtico de este, el electricista Manuel Bran, que habr¨ªan sido abonados en una gasolinera del ¨¢rea de servicio de la autopista, en el municipio lucense de Guitiriz. El pago, supuestamente, propici¨® un inmediato encuentro entre el socialista gallego y el due?o de Laboratorios Asociados Nupel. En el coche oficial del entonces ministro, Dorribo le habr¨ªa pedido a Blanco que intermediase para lograr subvenciones del Ministerio de Econom¨ªa y una licencia del de Sanidad que le permitir¨ªa hacerse con el monopolio del envasado unidosis de f¨¢rmacos. Ni las ayudas ni el permiso llegaron nunca.
Al socialista Jos¨¦ Blanco le cortej¨® con un homenaje al que tambi¨¦n asisti¨® el entonces ministro Caama?o
El pr¨®ximo d¨ªa 26, a las diez y media de la ma?ana, Blanco prestar¨¢ declaraci¨®n ante el juez Jos¨¦ Ram¨®n Soriano, del Tribunal Supremo, que se ha hecho cargo de la instrucci¨®n de la Operaci¨®n Campe¨®n en la parte que salpica al que, como diputado, sigue siendo aforado. Fue el propio exministro quien, seg¨²n el PSOE, pidi¨® a este magistrado ¡°declarar de manera voluntaria¡± sin aguardar a que la Sala Penal solicitase el suplicatorio al Congreso. El socialista niega haber ¡°recibido dinero a cambio de favores pol¨ªticos¡±, pero reconoce el encuentro que tuvo lugar en la estaci¨®n de servicio, primo mediante, antes de dirigirse todos juntos a comer un cocido en una localidad cercana con otros empresarios asociados a sus negocios, alguno de ellos tambi¨¦n imputado.
Con el sumario cerrado a cal y canto, lo ¨²nico que se ha conocido hasta ahora han sido las filtraciones sobre lo que cuenta Dorribo. Y persisten muchas dudas. ?Tiene el empresario alg¨²n soporte para probar sus acusaciones? ?Por qu¨¦ decidi¨® tirar de la manta en agosto pasado, tres meses despu¨¦s de su detenci¨®n? Por ahora, sus declaraciones le permitieron salir de la c¨¢rcel en libertad condicional y desviar la atenci¨®n sobre sus responsabilidades. Porque el empresario que medr¨® aprovechando los mercados que desde?aban las grandes farmac¨¦uticas hab¨ªa pasado de ser visto como un emprendedor ejemplar a conocerse como cabecilla de una supuesta trama que captaba subvenciones de forma ilegal y sobornaba a pol¨ªticos de todo color. Y en su fragorosa ca¨ªda, ha arrastrado con ¨¦l a unos cuantos.
La aventura acelerada y suntuosa del due?o de la farmac¨¦utica, que acab¨® en la c¨¢rcel de Lugo, comenz¨® hace un cuarto de siglo en un modesto local de la calle lucense de Lamas de Prado. All¨ª, un Jorge Dorribo de 26 a?os y dos amigos probaron a fabricar, de forma casera, fundiendo la mezcla en un hornillo, una grasa protectora del cuero que result¨® ser mano de santo. Aquella f¨®rmula inventada por una hermana del empresario imputado, que envasaban con paciencia en cartuchos de carrete fotogr¨¢fico desechados por los laboratorios de la ciudad, se llamaba Nupel porque ¡°nutr¨ªa la piel¡± maravillosamente, como sol¨ªa recordar cuando ya era un respetado lucense. Las artes de Dorribo para convencer, su don para ganarse el abrigo del poder, su imaginaci¨®n, su instinto para aprovechar el negocio que otros desde?aban y su af¨¢n por hacer dinero para poder gastarlo con desprendimiento le hicieron prosperar muy r¨¢pido. La crema funcion¨® gracias a su empe?o diario. Recorri¨® los circuitos de velocidad de toda Espa?a vendi¨¦ndosela a los moteros, despu¨¦s alcanz¨® un acuerdo con Inditex para que todas las prendas de cuero de Zara llevasen una muestra incorporada y al final consigui¨® que El Corte Ingl¨¦s comercializase tambi¨¦n los botes.
En 1993, Dorribo y uno de sus dos socios, Arsenio M¨¦ndez, decidieron dar el salto a la industria cosm¨¦tica. Comenzaron como distribuidores, encargaron a una empresa asturiana una l¨ªnea de color (pintalabios, sombras, coloretes) y 200.000 toallitas desmaquillantes justo despu¨¦s de que otra marca lanzase al mercado las primeras. Se hicieron un hueco en varios pa¨ªses de Sudam¨¦rica donde se consumen muchos art¨ªculos de belleza y, cuatro a?os despu¨¦s, se atrevieron con los medicamentos. Ellos no fabricaban, se limitaban a comprarlos a un laboratorio de Barcelona y despu¨¦s a envasar y etiquetar en la nave que adquirieron en Lugo.
Jorge Dorribo asegura haber pagado sobornos a diestro y siniestro.? Hasta ahora solo se conoce su versi¨®n
Dorribo se hac¨ªa con los derechos sobre medicinas que hab¨ªan tenido mucha demanda y que las multinacionales sustitu¨ªan por f¨®rmulas m¨¢s avanzadas. Las grandes empresas ten¨ªan los ojos siempre puestos en los pa¨ªses ricos, y el emprendedor de Lugo prefer¨ªa mirar a los menos desarrollados. Recoger y juntar las migas que dejaban los poderosos. En Europa serv¨ªa gen¨¦ricos a hospitales y geri¨¢tricos, partidas que no resultaban rentables a los laboratorios importantes; en ?frica o Sudam¨¦rica vend¨ªa con ¨¦xito esos medicamentos superados, como por ejemplo un dilatador para parturientas, de ¨¦xito hace 40 a?os en Europa. Pero con el tiempo, y muchos viajes a sus espaldas (no delegaba en nadie el trabajo de campo y negociaba personalmente cada contrato), el empresario observador comprendi¨® d¨®nde estaba el verdadero fil¨®n sin explotar. M¨¢s o menos lo sol¨ªa explicar con estas palabras. La gente sin recursos de muchos pa¨ªses no puede comprar de golpe una caja de pastillas, que es lo que le vende la industria farmac¨¦utica convencional. Solo puede aspirar a pagar, d¨ªa tras d¨ªa, la dosis cotidiana: las c¨¢psulas o el jarabe precisos para una jornada, aunque vendidas de forma individual cuesten proporcionalmente m¨¢s. Eran las unidosis que Nupel proyectaba, permisos administrativos y subvenciones mediante, producir en una planta de R¨¢bade (Lugo) mientras otra parte del negocio iba escap¨¢ndose cada vez con m¨¢s descaro a Andorra.
Todav¨ªa no est¨¢ claro hasta qu¨¦ punto aquellos proyectos que anunciaba ten¨ªan base s¨®lida o un alto porcentaje de humo. Pocos a?os antes, en 2007, Dorribo proclamaba otro de sus sue?os, o al menos as¨ª se lo vend¨ªa a todo pol¨ªtico o periodista que se cruzase en su camino (y promet¨ªa llev¨¢rselos a la inauguraci¨®n a gastos pagados), pero al final todo qued¨® en casi nada. Hab¨ªa adquirido en Emiratos ?rabes 30.000 metros cuadrados de terreno para construir, por 35 millones de euros, una gran planta de fabricaci¨®n y distribuci¨®n que surtir¨ªa de medicamentos Nupel a todo Oriente Pr¨®ximo. Todav¨ªa se recuerda en Lugo la llegada desde Abu Dabi, para firmar el convenio de colaboraci¨®n en el sal¨®n de plenos de la Diputaci¨®n, del jeque Mohammed al Qubaisi, director general de Econom¨ªa, y el director de negocios, Saleh al Mansouri. Les brind¨® la sala noble el presidente de la instituci¨®n, Francisco Cacharro, poderoso bar¨®n del PP en la provincia, amigo y defensor de Dorribo aun en la adversidad.
Hac¨ªa ostentaci¨®n de propiedades, coches caros y un yate que brindaba a gente de la que no era ¨ªntimo
La de este hist¨®rico del PP ¡ªdel que ahora tambi¨¦n se sabe que era socio en Nupel¡ª fue la primera amistad pol¨ªtica de peso que cultiv¨® con esmero el empresario farmac¨¦utico, aunque se quejaba en las entrevistas de haber tenido que forjarse el ¨¦xito sin ayudas de la Xunta. Los pol¨ªticos gallegos, lleg¨® a decir a EL PA?S, le daban la espalda mientras le pon¨ªan la alfombra roja en otros pa¨ªses (como los Emiratos, Brasil o Bielorrusia) para que emprendiese negocios all¨ª. Pero fue Cacharro quien le abri¨® las puertas del Gobierno de Fraga, que le ayud¨® a dar el salto al Atl¨¢ntico y penetrar incluso en Cuba, donde vend¨ªa medicinas y compraba antig¨¹edades para otro negocio que hab¨ªa montado. Claro que el PP de Fraga no iba a ser eterno, y Dorribo tambi¨¦n rond¨® y agasaj¨® a pol¨ªticos socialistas y nacionalistas despu¨¦s de que estos alcanzasen el Gobierno gallego. Al socialista Jos¨¦ Blanco lo cortej¨® organiz¨¢ndole, con otros empresarios, un homenaje en Lugo al que asisti¨® adem¨¢s el exministro Francisco Caama?o. Y en el BNG cuid¨® la relaci¨®n personal con otro lucense bien posicionado, el exconsejero de Industria de la Xunta Fernando Blanco, con quien se dejaba ver por la ciudad. Cuando el PP retorn¨® al poder auton¨®mico y el nacionalista Fernando Blanco se tuvo que conformar con ser diputado del Parlamento gallego, Dorribo contrat¨® como gerente de sus negocios en Andorra al que hab¨ªa sido jefe de gabinete del exconsejero, Xo¨¢n Manuel Bazarra, antiguo candidato del BNG a la alcald¨ªa de Muros (A Coru?a).
El caso Campe¨®n, que salt¨® a los medios de comunicaci¨®n despu¨¦s de que la titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 3 de Lugo, Estela San Jos¨¦, ordenase en mayo de 2011 el arresto de varios directivos del instituto de cr¨¦dito de la Xunta, llev¨® meses despu¨¦s al empresario a arrastrar tras de s¨ª al exministro de Fomento, a Fernando Blanco y a otro diputado del Parlamento gallego, el popular Pablo Cobi¨¢n, que fueron imputados y se vieron obligados a dejar sus esca?os. Cobi¨¢n le hab¨ªa gestionado ¡ªa cambio de sobornos, sostiene Dorribo¡ª una entrevista con el presidente de la Xunta, Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Dos meses despu¨¦s, su Gobierno le dio un cr¨¦dito de 2,9 millones de euros, que no lleg¨® a hacerse efectivo.
En sus buenos tiempos, los del ascenso mete¨®rico, Nupel lleg¨® a vender y registrar medicamentos en 27 pa¨ªses. Los beneficios crecientes de la empresa, que ten¨ªa medio centenar de empleados y despach¨® f¨¢rmacos por 48 millones de euros en 2009, se tradujeron en gruesas facturas de restaurantes, generosos regalos y homenajes, motos y coches que despertaban comentarios en la calle (Porsche, Aston Martin, Maserati, Ferrari, Mercedes) y otras propiedades de lujo. Por supuesto, tambi¨¦n varias embarcaciones, entre ellas un yate que brindaba (tripulaci¨®n incluida) a gente de la que en absoluto era ¨ªntimo. Pero ¨¦l se mostraba as¨ª, desprendido y servicial.
Y tanta amistad pol¨ªtica y tanta ostentaci¨®n enseguida escamaron en Lugo. Empezaron a surgir rumores a los que ¨¦l no era ajeno, mientras ejerc¨ªa de ciudadano de pro y patrocinaba eventos y toda suerte de disciplinas deportivas. Un a?o antes de estallar el esc¨¢ndalo, la ni?a de sus ojos era la escuela de pilotos y la escuder¨ªa de rallies, bajo la direcci¨®n de Luis Moya, el antiguo compa?ero del campe¨®n mundial Carlos Sainz. Fue m¨¢s o menos entonces cuando se torci¨® todo. Los gastos, a la carrera, dejaron atr¨¢s los ingresos. Se acumularon los impagos. Y poco antes de que en primavera entrasen los agentes de aduanas en la sede de la empresa, Dorribo se sacudi¨® el equipo de los hombros porque era un lastre del que ya no pod¨ªa tirar.
Francisco Cacharro, bar¨®n del PP lucense, fue la primera amistad pol¨ªtica de peso del empresario
Entre los afectados por la ca¨ªda de Nupel, que ahora se han puesto en manos de abogados para reclamar su parte, hay un buen n¨²mero de farmac¨¦uticos que hab¨ªan firmado distintos tipos de contrato. La mayor¨ªa se encontraban con el agua al cuello, incapaces de pagar el traspaso con el que hab¨ªan conseguido la farmacia, y el lucense se present¨® como un ¨¢ngel ca¨ªdo del cielo para asumir sus deudas. A cambio de esto, un sueldo mensual y un peque?o porcentaje a final de a?o, seg¨²n relat¨® uno de estos boticarios a EL PA?S, ellos ten¨ªan que pedir a los proveedores (con los descuentos de los que se beneficia el sector) cantidades de f¨¢rmacos imposibles de despachar y Nupel se encargar¨ªa de recoger los sobrantes peri¨®dicamente. Adem¨¢s, se llevar¨ªa buena parte de los beneficios. La Xunta sigue el rastro de estas farmacias por toda Espa?a e investiga qu¨¦ pasaba con esos medicamentos, si se destinaban al proyecto de las unidosis, para ser reenvasados individualmente y enviados para su comercializaci¨®n a pa¨ªses pobres.
Nupel y sus sociedades filiales son solo la parte m¨¢s importante del entramado empresarial que fue tejiendo Dorribo desde que hizo un capital con las medicinas. En el Registro Mercantil figuran hasta 43 firmas, en activo o disueltas, en las que ocupaba alg¨²n cargo. Desde una empresa para la gesti¨®n de aparcamientos hasta una de radiodifusi¨®n; desde una promotora inmobiliaria y plantas de fabricaci¨®n de carpinter¨ªa met¨¢lica y parqu¨¦s hasta un concesionario de coches, una marca de agua mineral o un astillero de yates. Todav¨ªa hay quien piensa, incluido (seg¨²n reconoci¨® tras la detenci¨®n) su primer valedor pol¨ªtico, Francisco Cacharro, que Dorribo tiene futuro. El de Jos¨¦ Blanco depender¨¢ de si logra convencer al Supremo de que detr¨¢s de todo esto no hay m¨¢s que otra de las fantas¨ªas de quien durante muchos a?os pas¨® por mod¨¦lico emprendedor.
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