La luz al final del conflicto vasco
Eterio Ortega presenta en Barcelona 'Al final del t¨²nel', el documental premiado en el Festival Nunes
Al final del t¨²nel, la ¨²ltima pieza de la trilog¨ªa sobre el conflicto vasco, ideada por El¨ªas Querejeta y realizada por el director Eterio Ortega, se estrena ahora en Barcelona tras haber ganado el premio a la mejor pel¨ªcula en el primer Festival de Cine Nunes, celebrado el pasado fin de semana en la capital catalana. El film llega en un momento id¨®neo para incidir en el proceso de resoluci¨®n del conflicto vasco, cuando, una vez que ETA ha declarado el fin de la lucha armada, la cuesti¨®n central se traslada a lo que podr¨ªamos llamar la gesti¨®n del da?o causado y la viabilidad o no de una reconciliaci¨®n. Y aporta, ciertamente, una enorme cantidad de material de reflexi¨®n y algunos elementos clarificadores.
Tras Asesinato en febrero (2001) y Perseguidos (2004), Ortega empez¨® el rodaje de Al final del t¨²nel durante la anterior tregua de ETA, en el momento en el que el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero negociaba con la banda terrorista. El final del conflicto se ve¨ªa cercano y el hartazgo de la sociedad vasca era evidente. Pero lleg¨® el atentado de la T2 de Barajas y con ello el fin de la negociaci¨®n. Y la pel¨ªcula se detuvo. S¨®lo mucho despu¨¦s Ortega pudo reanudar el rodaje que acab¨®, paradojas de la historia, semanas antes de que ETA declarara unilateralmente el fin de la lucha armada.
Ortega se pasea por el Pa¨ªs vasco, a trav¨¦s de unas im¨¢genes de una belleza ins¨®lita arropadas por la m¨²sica melanc¨®lica de Pascal Gaigne, de la mano de cinco personas cuyas vidas han estado marcadas por la violencia de Eta, dos de ellas miembros de la banda, y una en particular, Kepa Pikabea, arrestado en Francia en 1994, implicado en una veintena de asesinatos, que ha rechazado la violencia, abandonado la banda y se ha acogido a las medidas de reinserci¨®n. "Habr¨ªa que empezar a hablar de muchos errores y equivocaciones que he cometido en la vida", reconoce, la principal: ¡°pensar que la libertad de mi pueblo est¨¢ por encima de toda dignidad humana".
Mientras sus manos van construyendo una pelota vasca, enrollando el cordel con mimo, recortando el cuero y cosiendo los remaches, Pikabea explica sus or¨ªgenes, los de un ni?o de un caser¨ªo que cuando lleg¨® al instituto del pueblo tuvo que soportar las burlas de sus compa?eros porque hablaba mal el castellano, y tambi¨¦n como ve¨ªa a la gente jalear a los terroristas por las calles de Hernani. "No est¨¢bamos formados ideol¨®gicamente, era un sentimiento", asegura. ¡°Podr¨ªamos haber llegado al mismo lugar sin haber tomado las armas¡±, a?ade. Las reflexiones de Pikabea no coinciden con las de los dem¨¢s protagonistas; hay matices e incluso diferencias de fondo, pero en todas se vislumbra el dolor y la culpa que se sisnte por haber sometido a una sociedad a semejante tragedia.
Ortega explora en las ra¨ªces del nacionalismo como un mec¨¢nico que desmontara un motor y expusiera las piezas, un material formado por experiencias, sentimientos y actitudes. Y de su lectura se desprende que, por fin, hay luz al final del t¨²nel. ¡°En mis trabajos, se?ala, ¡°es una constante la reflexi¨®n sobre el l¨ªmite: la estrecha l¨ªnea que nos coloca de un lado de la barrera o al contrario. La vida y la muerte; la libertad o la falta de ella, el amor y el odio, la verdad o la mentira, aceptaci¨®n o rechazo, adhesi¨®n o disconformidad¡ siempre el l¨ªmite. Lo he abordado sin discursos pol¨ªticos, con testimonios de vida cotidianos, con intimidad y reflexi¨®n real, sin titulares period¨ªsticos. Todo ello reflejado en im¨¢genes y sonidos: con penumbra y luz, con los horizontes y las monta?as, la tempestad del mar y su calma, el ruido y el silencio. Narrar a trav¨¦s de la c¨¢mara con un lenguaje visual personal, unos testimonios y una historia en los l¨ªmites.¡±
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