15 minutos de silencio
Gesto por la Paz, la coordinadora que impuls¨® el rechazo social al terrorismo en Euskadi, se prepara para su ¨²ltima manifestaci¨®n tras el cese definitivo de ETA
La memoria es selectiva y el tiempo borra poco a poco las heridas. Quiz¨¢ por eso resulta dif¨ªcil de imaginar hoy lo complejo que tuvo que ser, hace tan solo dos d¨¦cadas y media, romper con el mutismo que, como reflejo del miedo, imperaba entre la sociedad vasca ante los cruentos atentados de ETA. Corr¨ªa la primavera de 1986 cuando unos pioneros se decidieron a remover la conciencia de los ciudadanos con 15 minutos de silencio como ¨²nica herramienta. Fueron ellos quienes marcaron el nacimiento de Gesto por la Paz. Ocurri¨® en los turbulentos a?os de plomo, los 80, los m¨¢s sangrientos de la banda. M¨¢s arriesgados que inconscientes, aquellos precursores supieron marcar el camino que la apuesta democr¨¢tica del entramado abertzale ha desbrozado ahora. La existencia de la coordinadora no es ya imprescindible. Por eso, ha puesto fecha en el calendario a su ¨²ltima manifestaci¨®n.
Solo en aquel fat¨ªdico 1986, ETA seg¨® la vida de casi medio centenar de polic¨ªas, militares, pol¨ªticos y civiles con una veintena de atentados. Pero al margen de las oficiales, ninguna voz emerg¨ªa como cr¨ªtica por entonces. ?nicamente los partidarios de aquella violencia trasladaban con impunidad su discurso en la v¨ªa p¨²blica. ¡°La calle era de ellos¡±, reconoce Jes¨²s Herrero, uno de aquellos intr¨¦pidos j¨®venes que prefiri¨® el riesgo de perder el anonimato en una complicada etapa a no poder conciliar el sue?o por ocultar la denuncia social que lat¨ªa en su interior. ¡°Entend¨ªamos que era imprescindible mostrar en p¨²blico el rechazo a lo que estaba ocurriendo¡±, justifica.
La presi¨®n desde el entorno ¡®abertzale¡¯ propici¨® momentos
La paloma de la paz sobre el mapa de Euskal Herria, concebida por entonces m¨¢s como un escenario cultural que pol¨ªtico, simboliz¨® desde su nacimiento a una coordinadora ¡°plural e independiente¡± del poder pol¨ªtico que, con una imagen social a caballo entre la enso?aci¨®n y el hero¨ªsmo, supo ganarse poco a poco el apoyo de los ciudadanos. No tardaron en expandirse por distintas localidades del Pa¨ªs Vasco las reuniones silenciosas de protesta cada vez que ETA consumaba un nuevo atentado, si bien el h¨¢bito a estos ¨²ltimos apenas motivaba la movilizaci¨®n de unas decenas de personas como respuesta. ¡°Hasta 180 concentraciones llegamos a tener¡±, rememora la tambi¨¦n fundadora de Gesto Isabel Urkijo.
Id¨¦ntico lugar, misma hora. Si algo caracteriz¨® a la coordinadora respecto a t¨ªmidas contestaciones paralelas fue su perseverancia, que incluso le permiti¨® prescindir de las convocatorias. ¡°Todos sab¨ªan d¨®nde ten¨ªan que acudir y cu¨¢ndo deb¨ªan hacerlo en cada pueblo¡±, asegura Herrero. Salvo en contadas localidades, como Larrabetzu, donde el horario variaba en funci¨®n de ¡°cu¨¢ndo se ten¨ªa que orde?ar a las vacas¡±, replica Urkijo. Un ejemplo, a su juicio, del arraigo local de un colectivo siempre ajeno a una direcci¨®n central y ¨²nica. Apenas un cuarto de hora de su tiempo era lo ¨²nico que se ped¨ªa a los asistentes.
Id¨¦ntico lugar, misma hora. Si algo caracteriz¨® a Gesto fue su constancia
Desde el primer momento, sin embargo, pudieron comprobar los promotores del colectivo que no iba a resultar sencillo su exigente cometido. La libertad de expresi¨®n era poco menos que una utop¨ªa por entonces y junto a numerosas concentraciones de Gesto comenzaron a contraprogramarse otras desde sectores de la izquierda abertzale. A la reflexi¨®n que pretend¨ªan propiciar 15 minutos de silencio se opusieron los gritos, los insultos y las amenazas. Al Juntos por la libertad, el Euskal Herria askatu. A la exigencia del fin de la violencia, las reivindicaciones de los presos. La intimidaci¨®n presencial lleg¨® incluso a ser f¨ªsica en los momentos m¨¢s tensos, como cuando la coordinadora sali¨® tambi¨¦n a protestar por asesinatos como el del pol¨ªtico independentista Josu Muguruza a manos de grupos de ultraderecha. ¡°No soportaban que tambi¨¦n nos identific¨¢ramos con los suyos¡±, considera Urkijo.
Un cuarto de siglo
Base social. Gesto por la Paz cumpli¨® el pasado a?o sus Bodas de Plata. Cuenta con m¨¢s de 200 socios y un millar de personas que prestan apoyo econ¨®mico. En su etapa de mayor esplendor lleg¨® a tener cientos de voluntarios.
La calle como icono. En 1995, con la proliferaci¨®n de secuestros, la coordinadora lleg¨® a organizar m¨¢s de 5.000 concentraciones de protesta. Solo un ejemplo de su presencia en la v¨ªa p¨²blica.
El grupo pacifista siempre tuvo claro que su ¨²nica batalla era la de la constancia, si bien el verdadero impulso social no lleg¨® hasta la d¨¦cada siguiente, con la progresiva incorporaci¨®n de j¨®venes a la coordinadora y la consolidaci¨®n de los secuestros como forma de extorsi¨®n. En ese momento ide¨® Gesto un nuevo s¨ªmbolo de apoyo permanente a la causa que no tard¨® en lucir en cientos de solapas. El lazo azul se convirti¨® en el primer gran icono de la sociedad vasca contra el terrorismo, antes de que el asesinato del concejal de Ermua Miguel ?ngel Blanco, en 1997, elevara a id¨¦ntica categor¨ªa las manos blancas.
¡°A medida que pasa el tiempo, mayor sinsentido veo en lo que ocurri¨®¡±, reflexiona Herrero. Pero aquella semilla que ¨¦l mismo ayud¨® a sembrar hab¨ªa arraigado y la contestaci¨®n social al terrorismo comenz¨® a germinar por Euskadi, hasta el punto de que la coordinadora se convirti¨® en referente de unos movimientos sociales que empezaron a proliferar con su ejemplo. Al mismo tiempo, la actividad etarra inici¨® un lento pero continuado declive que incluso se acompa?¨® de distintas treguas.
Emergi¨® entonces un inesperado problema que se sum¨® a la ya de por s¨ª compleja situaci¨®n. Al calor del creciente distanciamiento pol¨ªtico entre partidos independentistas y constitucionalistas que marc¨® la recta final de los a?os 90, desde determinados focos nacionalistas, incluido el Gobierno vasco, se identific¨® a Gesto por la Paz con el espa?olismo y se inici¨® una campa?a de descr¨¦dito que llev¨® a la coordinadora a su ¡°momento de mayor soledad¡±. ¡°Muchos llegamos a pensar que aquello no acabar¨ªa nunca¡±, confiesa Herrero.
Gesto volvi¨® a perder en la calle un terreno que ya no ha vuelto a recuperar, aunque m¨¢s como reflejo de un convencimiento generalizado del sinsentido del terrorismo que por el miedo y la intimidaci¨®n de la primera etapa. El escenario actual nada tiene que ver ya con aquel de los 80 y la coordinadora apura su existencia con la satisfacci¨®n del deber cumplido. Quienes portaron el lazo azul, tomaron parte en alguna concentraci¨®n silenciosa o simplemente entienden que el impulso de aquellos precursores fue decisivo en el camino hacia la paz, tienen el s¨¢bado la posibilidad de realizar su propio gesto.
Del Pr¨ªncipe de Asturias al lazo azul
El origen. Fue en noviembre de 1985 cuando el colegio Escolapios de Bilbao decidi¨® salir de su recinto para protestar en plena calle por los atentados de ETA. Su valiente ejemplo no tard¨® en reproducirse en otras zonas de la capital vizca¨ªna y localidades lim¨ªtrofes con gente an¨®nima que motiv¨®, ya en 1986, el nacimiento de Gesto por la Paz como coordinadora. Tres a?os despu¨¦s se produjo la confluencia con la Asociaci¨®n por la Paz de Euskal Herria, que de un modo similar hab¨ªa surgido en el entorno de San Sebasti¨¢n.
Reconocimiento. Se dio, as¨ª, carta fundacional a un movimiento creciente de contestaci¨®n al terrorismo que, con m¨²ltiples hitos en su camino, ha pasado a integrar la historia de Euskadi. Aquellos ide¨®logos del silencio como protesta fueron sorteando dificultades al tiempo que encauzaban su reconocimiento. El m¨¢s importante de estos ¨²ltimos lleg¨® pronto. En 1993, en concreto, con la concesi¨®n del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de la Concordia a Gesto por la Paz. El discurso oficiado durante la recogida del galard¨®n supuso "el primer gesto no silencioso", seg¨²n se destac¨® entonces desde la coordinadora.
La solapa.? Aquel mismo a?o se produjo el secuestro del empresario Julio Iglesias Zamora, lo que motiv¨® el nacimiento del lazo azul como un s¨ªmbolo de solidaridad que meses despu¨¦s volver¨ªan a exhibir miles de ciudadanos como apoyo a la concatenaci¨®n de los cautiverios de Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya, Jos¨¦ Antonio Ortega Lara y Cosme Delclaux. La respuesta de la izquierda abertzale, con el correspondiente acoso en concentraciones y a quienes portaban el distintivo en su solapa, motiv¨® momentos de gran inquietud para los pacifistas, que llegaron a temer por su integridad.
Punto de inflexi¨®n. El asesinato de Miguel ?ngel Blanco en 1997 marc¨® el punto de inflexi¨®n, al reflejar por primera vez en las calles el hartazgo mayoritario de la sociedad. El punto final de la tragedia lleg¨® el pasado octubre, con el cese de ETA. El de Gesto, se vaticina con su ¨²ltima manifestaci¨®n.
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