Por los servicios p¨²blicos
Los servicios p¨²blicos se enfrentan a una coyuntura adversa que puede dejar da?os permanentes. El problema no es exclusivamente financiero, derivado de un diagn¨®stico errado sobre las fuentes del d¨¦ficit p¨²blico y una hoja de ruta disparatada para volver al 3% en 2013. Existe una ola de pensamiento y discurso que pretende arrasar con lo que asum¨ªamos como posible y razonable ayer mismo. Concentremos la atenci¨®n en la sanidad y la educaci¨®n y vayamos por partes.
Un primer vector de mensajes se refiere a los usuarios que superan determinadas rentas. Se razona que, por su posici¨®n econ¨®mica m¨¢s desahogada, deben ser discriminados negativamente. En este caj¨®n entra la propuesta que se hizo en Catalu?a de que las personas de rentas medias y altas fuesen obligadas a contratar un seguro sanitario privado; o la idea de que las familias de rentas por encima de la media deben pagar tasas muy superiores por la matr¨ªcula de sus hijos. En una reciente entrevista al rector de la Universidad de Santiago en EL PA?S se hablaba de ello. Este tipo de medidas es la mejor manera de deslegitimar socialmente el Estado del bienestar. Ya hace a?os el soci¨®logo franc¨¦s Pierre Rosanvallon nos advert¨ªa de ello. Si las clases medias no apoyan (demandan y financian) los servicios p¨²blicos, el Estado del bienestar corre peligro. Y estas clases medias no son tontas. Si pagan muchos impuestos para financiar el sistema, pero luego se les discrimina negativamente cuando quieren utilizar los servicios, oblig¨¢ndoles a pagar de nuevo, est¨¢ claro que muchos preferir¨¢n la privatizaci¨®n del servicio. En vez de pagar, como familia, 1.500 o 2.000 euros al mes por IRPF, mejor ahorrarse este dinero y contratar p¨®lizas de seguro sanitario y matricular a sus hijos en escuelas y universidades privadas. Que cada palo aguante su vela y los pobres asuman su condici¨®n.
Un segundo vector tiene que ver con los empleados p¨²blicos. Son vagos, se escaquean de trabajar, son unos privilegiados y cobran mucho. Son responsables de la crisis y hay que actuar en su contra. M¨¢s aun, lo bueno, eficiente y barato est¨¢ en el sector privado. Privaticemos y demos prioridad a la producci¨®n privada. La Xunta parece haber abrazado tambi¨¦n este mantra, que alcanza a los propios directivos del sector p¨²blico. Recortes solapados de sueldo directo e indirecto, jornadas de trabajo maratonianas, desprestigio social: a este ritmo, en breve habr¨¢n conseguido que nadie competente quiera hacerse director general. No exagero. Si hacen los n¨²meros, comprobar¨¢n que la hora de trabajo limpia de impuestos de los directores generales m¨¢s hacendosos se sit¨²a en el entorno de los 10 euros, con tendencia a la baja. ?Sabe usted cu¨¢ntas veces m¨¢s ganan los directivos de las 10, 20, 50, 100 empresas gallegas m¨¢s importantes? Con el premio percibido el a?o pasado, probablemente el m¨¢ximo directivo de Inditex gane m¨¢s que todos los conselleiros y los directores generales de la Xunta juntos. Pero es l¨®gico, los directivos de las empresas privadas se lo merecen y los in¨²tiles del sector p¨²blico, no.
Pues yo niego la mayor. Al contrario que el hombre feliz del anuncio, yo duermo tranquilo teniendo una sanidad p¨²blica que no me va a dejar colgado por costoso que sea el tratamiento de la enfermedad que me tumbe, y no sujeto a una compa?¨ªa de seguros privada que buscar¨¢ el menor de los resquicios para dejarme tirado y no asumir los gastos. Yo soy feliz enviando a mis hijos a un colegio p¨²blico de calidad, con excelentes y dedicados profesores que han pasado filtros (oposiciones) y tienen las vacaciones necesarias para mantener su salud mental; y con un transporte escolar eficaz y bien atendido. Y me enorgullece pensar que en mi pa¨ªs el hijo de una familia de clase trabajadora puede llegar a hacerse catedr¨¢tico o magistrado si se esfuerza lo suficiente y aprovecha lo que le ofrece el sistema educativo p¨²blico.
Por supuesto, soy cr¨ªtico. Todo puede mejorar. Podemos y debemos mejorar la funci¨®n p¨²blica. Los incentivos y el control funcionan deficientemente. Hay que reasignar recursos. Pero es posible avanzar sin arrasar lo mucho que tenemos. Reaccionemos.
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