La canci¨®n de los ni?os perdidos
Merkel, la que m¨¢s manda, manda poco y manda mal; otro presidente de la Rep¨²blica se le ha ca¨ªdo ahora del trono
Quien m¨¢s manda, mandando mucho, manda en realidad muy poco. La democracia es la difusi¨®n del poder. Todo lo contrario de la autocracia, que lo concentra en unas manos solas. La difusi¨®n del poder est¨¢ mal vista en nuestra ¨¦poca de crisis y de decisiones veloces. Las autocracias emergentes pueden resolver sus dificultades con una celeridad y una eficacia inauditas en comparaci¨®n con las democracias occidentales. Las decisiones monetarias, los recortes sociales o las inversiones p¨²blicas m¨¢s discutibles y discutidas son siempre m¨¢s f¨¢ciles en Rusia y en China que en Europa o Estados Unidos.
No sabemos qu¨¦ parte de la crisis corresponde a las dificultades de un poder excesivamente difuso, pero puede que sea toda entera. Basta observar la lentitud de las decisiones y la profundidad de las divisiones entre los 27 socios europeos a la hora de resolver la crisis griega, vieja ya de cinco a?os, para ilustrarlo. O que se lo pregunten a Obama, con sus dificultades para implantar la reforma sanitaria, aprobar los presupuestos o recortar el d¨¦ficit mediante impuestos. En un caso, la par¨¢lisis es por la fragmentaci¨®n del poder europeo, muy bien descrita por Jos¨¦ Ignacio Torreblanca en su libro del mismo t¨ªtulo, y en el otro, por la mayor¨ªa republicana de un Congreso polarizado y hostil al presidente.
Ambas son situaciones inestables, que en el caso de Estados Unidos deber¨¢ conducir a un desenlace en las elecciones de noviembre y en el europeo ya se ha traducido en una especie de putsch permanente del socio m¨¢s poderoso, que se apropia de la soberan¨ªa ajena y vigila ahora los movimientos de todos los otros socios, amparado en la ayuda y compa?¨ªa de la sol¨ªcita Francia. Esta nueva correlaci¨®n de fuerzas no es fruto de fortaleza interior alguna, al contrario, como demuestran los m¨¢s recientes acontecimientos que han liquidado al presidente de la Rep¨²blica Federal, Christian Wulff, sino estrictamente de las debilidades ajenas: unas instituciones europeas erosionadas y sin protagonismo, con unos dirigentes que son los m¨¢s grises de su historia y unos Gobiernos atizados por los efectos sociales de las crisis y sin apenas m¨¢rgenes para tomar decisiones.
Alemania, a pesar de los ensue?os de algunos, no es una potencia emergente. Basta con observar su d¨¦bil y avejentada pir¨¢mide demogr¨¢fica. Sus fortalezas competitivas y exportadoras son debilidades de los otros. Lo mismo sucede con la capacidad de mando. Tiene al frente a una canciller cada vez m¨¢s desgastada, que ha ido perdiendo apoyos, derrochando bazas y recortando su mayor¨ªa. Este es el segundo presidente federal que se le cae del trono, sin que se atisbe ahora la posibilidad de dictar de nuevo el nombre de quien le sustituya, como hizo en dos anteriores ocasiones. Su coalici¨®n con los liberales hace agua. Ha ido perdiendo casi todas las elecciones regionales una detr¨¢s de otra. Y est¨¢ claro que teme perder tambi¨¦n al presidente Sarkozy, que le acompa?a en su labor de mando, porque ser¨ªa un pelda?o m¨¢s en su descenso y la dejar¨ªa sola frente a un Fran?ois Hollande fresco y reci¨¦n elegido, dispuesto a terminar con una relaci¨®n tan asim¨¦trica e instrumental como la que mantiene ahora.
Los c¨¢nticos soberanos en un momento de m¨¢xima difusi¨®n del poder son m¨²sica para ahuyentar fantasmas, cancioncillas que entona el ni?o perdido para darse ¨¢nimos mientras busca la salida del bosque. Es lo que hace Sarkozy al reivindicar una Francia fuerte, cuando todos sabemos que los Estados-naci¨®n ser¨¢n cada vez m¨¢s d¨¦biles. O el presidente catal¨¢n, Artur Mas, cuando dedica su tiempo a predicar sus ansias de independencia catalana ante la prensa internacional. Y caben en el mismo cap¨ªtulo las exhibiciones de poder de Alicia S¨¢nchez-Camacho, que manda en Catalu?a sin necesidad de votar a favor de los presupuestos, o las bravatas de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar sobre la acumulaci¨®n de poder de sus correligionarios: ¡°Mand¨¢is tanto y sois tantos mandando que me llevar¨ªa demasiado tiempo saludar a todos¡±, les dijo el s¨¢bado en Sevilla. Con que mandara un saludo a Merkel, que es quien manda a los mandados, bastar¨ªa. Ella es la que m¨¢s manda, aunque a pesar de todo mande tan poco y tan mal.
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