La crisis: falsos culpables
Cuando a¨²n hab¨ªa Insalud, las divergencias territoriales en el gasto sanitario eran las mismas que ahora
La crisis econ¨®mica que nos ahoga ha dado impulso a los discursos contrarios al gasto p¨²blico y la descentralizaci¨®n en Espa?a. A fuerza de repetir medias verdades y mentiras completas, bas¨¢ndose en datos parciales y argumentos falaces, se est¨¢ aprovechando para ajustar cuentas con el Estado del bienestar descentralizado espa?ol. Vayamos por partes.
?Es falso que el gasto p¨²blico espa?ol sea elevado seg¨²n los est¨¢ndares internacionales. Cuando se expresa como porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB), que es como se debe hacer en las comparaciones entre pa¨ªses, Espa?a se situ¨® en 2009 unos cinco puntos por debajo de la media de la zona euro y de la UE-27, diez puntos por debajo de Francia, dos por debajo de Alemania, seis por debajo de Italia y Francia¡ La realidad es que el sector p¨²blico espa?ol gasta significativamente menos que los de su entorno.
Nuestros problemas con el d¨¦ficit no tienen que ver tanto con el gasto como con el desplome de los ingresos tributarios, sin parang¨®n por Europa adelante. Los est¨ªmulos del Gobierno de Zapatero por el lado de gasto explican poco m¨¢s de un punto del d¨¦ficit de 2009. Ah¨ª no debe estar la cr¨ªtica a Zapatero. S¨ª en su err¨¢tica pol¨ªtica en materia tributaria, su escaso esfuerzo en contra del fraude fiscal y la confianza desmedida en los ingresos extraordinarios que proporcionaba la burbuja inmobiliaria.
El corolario de lo anterior es evidente: los esfuerzos en pos de la consolidaci¨®n fiscal deben centrarse en mayor medida en los ingresos, en hacer pagar a quien no lo est¨¢ haciendo, porque se salta la ley, y en que las bases desfiscalizadas en la ¨²ltima d¨¦cada (patrimonio, herencias, rentas de capital, rentas empresariales) tributen m¨¢s. Es incre¨ªble que nos carguemos el impuesto sobre las herencias, el m¨¢s progresivo, el que defienden incluso los m¨¢s ricos de Estados Unidos, y que luego justifiquemos los recortes en vendas, agua oxigenada y comedores escolares diciendo que el dinero no llega.
Es falso que la descentralizaci¨®n en Espa?a haya generado m¨¢s desigualdad entre los espa?oles en su acceso a los bienes y servicios p¨²blicos. Aunque a algunos les pueda resultar sorprendente, cuando a¨²n exist¨ªa el Insalud la divergencia en el gasto por habitante en las diferentes comunidades aut¨®nomas era similar a la actual. La diferencia es que ahora Galicia puede decidir cu¨¢nto gasto en sanidad y, si quisiera, estar entre las que m¨¢s gasta. Antes, lo que se gastaba en un sitio u otro depend¨ªa de decisiones poco transparentes y no exentas de arbitrariedad que se tomaban en Madrid. Tampoco es verdad que el cat¨¢logo de prestaciones sea muy diferente entre territorios. De hecho, la parte del gasto que viene explicado por las prestaciones a?adidas (cambio de sexo u odontolog¨ªa) apenas s¨ª explicaban el 1% del total del gasto sanitario p¨²blico la ¨²ltima vez que hice los c¨¢lculos.
Es verdad que podr¨ªamos mejorar si nos coordin¨¢semos un poco mejor: central de compras, tarjetas sanitarias... Pero todo eso se puede arreglar si el Ministerio se pone las pilas y cumple con su ¨²nica funci¨®n actual, que es la de coordinar. Centralizar el servicio nos har¨ªa perder la riqueza que existe en la experimentaci¨®n de diversas formas de gesti¨®n, la capacidad de adaptaci¨®n a las peculiaridades de cada territorio (en Galicia sabemos un poco sobre lo que supone la dispersi¨®n poblacional, por ejemplo) y la garant¨ªa de que tenemos la capacidad potencial pol¨ªtica y financiera para no tener una sanidad p¨²blica peor que otros. Si as¨ª lo quisiera, la Xunta podr¨ªa gastar 200 millones de euros m¨¢s en sanidad de los que va a gastar en 2012. Bastar¨ªa con usar al alza la capacidad normativa de que dispone en materia tributaria.
Es verdad que un sistema descentralizado de gobierno tiende a ser m¨¢s caro que uno centralizado. Pero hay que ver tambi¨¦n los beneficios en t¨¦rminos de ajuste de las pol¨ªticas p¨²blicas a las necesidades y preferencias de cada territorio y la posibilidad de utilizar el autogobierno para generar m¨¢s bienestar social. En general, los estudios con datos internacionales dan como resultado un beneficio neto. Cierto es que el autogobierno se puede utilizar mejor o peor, m¨¢s o menos. Y cierto es que la Xunta actual ha optado por un perfil bajo, con escasas innovaciones y con raqu¨ªticos gabinetes desnutridos de capital humano que analice y dise?e pol¨ªticas p¨²blicas. Pero siempre se est¨¢ a tiempo de cambiar, de desplegar el autogobierno, de dejar de parecerse a una gran Diputaci¨®n Provincial para convertirse en un ejecutivo que ambicione un proyecto de pa¨ªs.
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