Fragmentos de la guerra
Los conflictos b¨¦licos, vistos desde fuera, est¨¢n llenos de personajes an¨®nimos. ¡®La piel en llamas¡¯, la obra con la que se estrena en el Centro Dram¨¢tico Nacional Jos¨¦ Luis Arellano, les pone nombres y apellidos
Hay im¨¢genes que han dado la vuelta al mundo y que se han convertido en s¨ªmbolos de conflictos b¨¦licos como la de Sharbat Gula, aquella chica afgana de mirada felina que capt¨® el fot¨®grafo Steve McCurry en 1984 y que fue portada de la revista National Geographic en 1985. Despu¨¦s supimos que aquella ni?a de tremendos ojos verdes hab¨ªa perdido a sus padres durante los bombardeos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica contra Afganist¨¢n y, a principios de los ochenta hab¨ªa viajado, junto a su hermano, a trav¨¦s de las monta?as, hasta un campo de refugiados en Pakist¨¢n, Nasir Bagh. Su mirada, entre aterrorizada y desafiante, era uno de los reflejos de la guerra.
En La piel en llamas, el prestigioso fot¨®grafo Frederick Salomon vuelve por primera vez en 20 a?os a un pa¨ªs asolado por la guerra. Fue all¨ª donde capt¨® la que se convertir¨ªa en la fotograf¨ªa m¨¢s famosa de la historia en el mundo desarrollado: la de una ni?a peque?a en llamas volando por los aires por la explosi¨®n de una bomba cercana.
En la habitaci¨®n del hotel donde transcurre la acci¨®n, Salomon es entrevistado por una joven periodista del diario oficial del r¨¦gimen. Ambos debaten y cuestionan el papel de Naciones Unidas en su relaci¨®n con los pa¨ªses del Tercer Mundo, el merchandising de las im¨¢genes violentas y, por encima de todo, qu¨¦ ocurri¨® exactamente el d¨ªa fat¨ªdico que se tom¨® la foto. Poco a poco, la conversaci¨®n entra en un terreno m¨¢s personal, m¨¢s inquietante, para acabar desvelando un secreto que trastoca la vida de ambos.
El autor de esta funci¨®n que se representa ahora en la sala peque?a del Teatro Mar¨ªa Guerrero (CDN), Guillem Clua, plantea con esta obra que ¡°las bombas, no s¨®lo amputan extremidades y queman la piel, sino que tambi¨¦n descomponen por dentro a los que participan en ellas¡±. Porque ¡°la dimensi¨®n homicida de la guerra destruye lo que identifica a la persona como individuo. Sus v¨ªctimas son an¨®nimas, y el conflicto se convierte casi en algo ficticio, a punto para ser consumido en directo¡±.
La piel en llamas, dirigida el director de la Escuela Municipal de Teatro de Parla, Jos¨¦ Luis Arellano, ¡°trata de romper un poco ese anonimato y, desde la ficci¨®n, poner nombre y apellidos a cuatro personajes mortalmente heridos, en lo f¨ªsico o en lo moral, para rascar un poco en la superficie de un dolor que ninguna obra de arte ser¨¢ jam¨¢s capaz de transmitir¡±, explica. ¡°Y lo hace a trav¨¦s de una historia que puede haber tenido lugar en una de nuestras guerras, o que ocurrir¨¢ en otra que a¨²n est¨¢ por llegar, para intentar mostrar, en definitiva, unas vidas entrelazadas por el horror, la venganza y la esperanza de una redenci¨®n que quiz¨¢s no llega nunca¡±, dice y se pregunta si el teatro contribuye en algo a ese alivio ¡°o en el fondo no somos todos m¨¢s que simples mirones¡±.
La piel en llamas. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Hasta el 6 de mayo.
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