Ruiz Zaf¨®n presenta su nueva novela a sus lectores en el Palau
El escritor cierra el coloquio tocando dos piezas al piano
Carlos Ruiz Zaf¨®n se encontr¨® ayer con m¨¢s de un millar de sus lectores en el Palau de la M¨²sica, en un acto m¨¢s propio del Hollywood que conoce bien el escritor barcelon¨¦s. Pocos escritores pueden jactarse de haber actuado en los dos grandes templos barceloneses de la m¨²sica, el Liceo y el Palau, y Ruiz Zaf¨®n es uno de ellos. En 2008 reuni¨® a 200 periodistas en el Liceo para presentar El juego del ¨¢ngel, la segunda entrega de su saga del Cementerio de los libros olvidados, y ayer hizo lo propio con sus lectores, con el tercer libro de la tetralog¨ªa, El prisionero del cielo, todos publicados por Planeta, informa Efe.
En un di¨¢logo con el periodista Andreu Buenafuente, Zaf¨®n reflexion¨® sobre esta tercera entrega: ¡°Empezamos a ver qu¨¦ se oculta en esta saga; todas las claves de las dos anteriores novelas son reinterpretadas, cobran sentido, y eso precipita toda la narraci¨®n¡±. El prisionero del cielo arranca en la Barcelona de 1957, donde Daniel Sempere y su amigo Ferm¨ªn, h¨¦roes de la primera, La Sombra del viento, regresan a la aventura. Un inquietante personaje visita la librer¨ªa de Sempere y amenaza con desvelar un terrible secreto que lleva enterrado dos d¨¦cadas en la memoria de la ciudad. Daniel comprender¨¢ entonces que su destino le arrastra a enfrentarse con la mayor de las sombras: la que crece en su interior. ¡°Con el tercer libro llegamos al fondo y ya ponemos la directa y nos deja a las puertas del cuarto volumen, en el que todo adquirir¨¢ un nuevo sentido¡±, revela Zaf¨®n, que prev¨¦ que publicar el cuarto volumen en a?o y medio. El novelista confes¨® que su pasi¨®n es reinventar Barcelona siendo respetuoso con su realidad hist¨®rica y que aspira con sus libros a que la gente sue?e y lo pase bien. Tras atender preguntas recogidas por la editorial a trav¨¦s de Twitter, Ruiz Zaf¨®n acept¨® el reto que le lanz¨® Buenafuente de tocar el piano colocado en el escenario modernista. Y toc¨® dos piezas arrancando un sincero aplauso de sus entregados lectores.
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