Historia de una rosa
Relato del viaje de una flor desde el altiplano colombiano hasta llegar a manos de Georgina este Sant Jordi
Voy a contarles la historia de una flor, la historia de una de las m¨¢s de seis millones de rosas que est¨¢ previsto que se vendan en Catalu?a este Sant Jordi. La de nuestra historia es una rosa criada en la sabana de Bogot¨¢, en el centro geogr¨¢fico de Colombia, a unos 2.600 metros de altitud en el altiplano cundiboyacense, tierra de muiscas, en plena cordillera oriental de los Andes, donde los aventureros espa?oles buscaron el Dorado. Desde el aire casi se la pod¨ªa ver cuando los aviones maniobran para aterrizar en el aeropuerto internacional Eldorado, bajo uno de los numerosos invernaderos donde se cultivan flores en las afueras de Bogot¨¢.
De color rojo ferrari y de la variedad Freedom, de moda desde hace un lustro por su resistencia, r¨¢pido crecimiento y larga vida en los floreros, su destino estaba fijado antes de florecer: viajar¨ªa a Catalu?a, al noreste de Espa?a, donde cada 23 de abril celebran la fiesta de Sant Jordi y la gente se regala rosas y libros. Hermanas suyas ya hicieron el mismo viaje el a?o pasado, y el anterior otras. Este 2012 form¨® parte de una partida de 160.000 rosas que la empresa que las cuida, Multiflora, ha enviado bajo pedido a Catalu?a y Valencia para ser vendidas el d¨ªa de Sant Jordi. A ella le ha tocado Catalu?a, pero hasta llegar a las manos de Georgina ha vivido una larga y fr¨ªa aventura.
Este no ha sido este un buen a?o para las flores en el altiplano cundiboyacense, pero ella se ha esforzado en crecer, fuerte y hermosa
Hasta ahora, no ha sido este un buen a?o para las flores en el altiplano cundiboyacense. Al fr¨ªo del invierno y el poco sol se han a?adido fuertes aguaceros que han provocado el desbordamiento de r¨ªos y graves inundaciones que han da?ado muchos invernaderos y han retrasado la floraci¨®n. Pero ella se ha esforzado en crecer, fuerte y hermosa, para poder superar el control de calidad y ha abierto el capullo a tiempo para ser cortada, el pasado 14 de abril, e iniciar su ciclo de rosa para ser regalada y arrancar una sonrisa y una expresi¨®n de admiraci¨®n cuando llegue a su destino.
Tras pasar el control fitosanitario y ser hidratada durante ocho horas, empez¨® su larga y helada traves¨ªa de nevera en nevera, y cuando no, en la bodega de un avi¨®n de pasajeros de Iberia, tiesa a menos de cuatro grados durante 10 horas mientras volaba a 10.000 metros de altura. Y as¨ª toda una semana, desde el almac¨¦n fresquera de la compa?¨ªa Multiflora al refrigerador de la florister¨ªa Fr¨¨sia de Matar¨®, donde Joan la ha comprado para su novia, pasando por la c¨¢mara del aeropuerto de Barajas mientras esperaba a ser nacionalizada espa?ola. Y siempre viajando, de un lado a otro, del invernadero del altiplano al aeropuerto de Bogot¨¢, de all¨ª al de Barajas, en Madrid, y luego, en un cami¨®n conducido por Josep, desde las siete de la tarde del 17 de abril al mediod¨ªa del d¨ªa siguiente, hasta Vilassar de Mar (Maresme, Barcelona).
El alivio de la rehidrataci¨®n tiene como contrapartida volver de nuevo a un frigor¨ªfico, a tres grados de temperatura. Es el sacrificio por el que debe pasar para llegar hermosa a su destino final
Y cuando ya lleg¨®, al l¨ªmite de la deshidrataci¨®n, en el almac¨¦n mayorista de flores Thomas, David, Montse, Mohamed y Mustafa se apresuraron? a sacarla, junto con todas sus hermanas, de la caja rectangular de cart¨®n en que hab¨ªa viajado embalada, le cortaron un cent¨ªmetro su largo y verde tallo y la metieron, un poco apretadita, junto a otras, en una barre?o lleno de agua al que tiraron unas gotitas de lej¨ªa para que no pillara ninguna bacteria que la pudiera estropear. El alivio de la rehidrataci¨®n tuvo, sin embargo, como contrapartida volver de nuevo a un frigor¨ªfico, a tres grados de temperatura. Era el sacrificio por el que deb¨ªa pasar para llegar hermosa a su destino final.
Por suerte, a nuestra rosa no la sacaron de la c¨¢mara en Vilassar hasta que lleg¨® la furgoneta del minorista a recoger su pedido, no como a otras que en el almac¨¦n del mayorista las vistieron con una espiga y una bolsa de pl¨¢stico enlazada con la bandera catalana y tuvieron que salir una rato de la fresquera para luego volver a entrar, y ya se sabe que a una rosa no le sientan nada bien para la conservaci¨®n de su belleza los cambios bruscos de temperatura.
?Y por fin el ¨²ltimo viaje! De Vilassar de Mar a Matar¨®, a la televisiva florister¨ªa Fr¨¨sia, donde los personajes de La Riera compran los ramos de flores. Pero su destino final no ha sido un cap¨ªtulo de culebr¨®n de TV-3, ella es una rosa para Sant Jordi y esperaba con ansia ser apreciada como regalo mientras Inma, la dependienta, le recortaba un poco su largo tallo y algunas de sus verdes y relucientes hojas, y la met¨ªa como reclamo en un jarr¨®n a la espera de comprador: Joan, un joven que estudia jardiner¨ªa, que la ha adquirido para regal¨¢rsela a su novia, Georgina, estudiante de arte floral.
?Una rosa con suerte!
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