En los minutos de la basura
Rajoy es el principal escollo electoral de Feij¨®o. La abstenci¨®n ya engorda con votantes del PP
No solo la econom¨ªa est¨¢ colgada de una cornisa sobre el precipicio, tambi¨¦n lo est¨¢ la credibilidad del Partido Popular. Las semanas del presidente Rajoy comienzan con lunes de p¨¢nico en los mercados financieros y acaban con viernes de pasi¨®n en Consejos de Ministros que deciden el desmantelamiento de prestaciones y servicios sociales, educativos y sanitarios. Aunque la sabidur¨ªa popular asegura que es mejor volver atr¨¢s que perderse en el camino, el Gobierno no est¨¢ dispuesto a enmendarse. As¨ª, la magia del cambio conservador se apagar¨¢ velozmente.
En Un muro y un bulldozer, John Berger resumi¨® la naturaleza de los gobiernos que padecemos: ¡°Antiguamente, los dirigentes pol¨ªticos, cuando hablaban ante su pa¨ªs, ofrec¨ªan propuestas de construcci¨®n. En otras situaciones, los l¨ªderes pol¨ªticos propon¨ªan la defensa activa de instituciones y costumbres ya existentes, m¨¢s o menos respetadas por quienes les escuchaban y que se consideraban en peligro. La ret¨®rica de los dirigentes pol¨ªticos de hoy no est¨¢ al servicio de la construcci¨®n ni de la conservaci¨®n. Su objetivo es desmantelar. Desmantelar la herencia social, econ¨®mica y ¨¦tica del pasado y, especialmente, todos los mecanismos, asociaciones y normas que expresan solidaridad¡±.
El estruendo de los bulldozers dedicados al derribo del Estado de bienestar no es capaz de tapar el malestar de los ciudadanos, ni impedir¨¢ que el descontento desemboque en una ola de protesta social frente a la liquidaci¨®n de sus derechos o la limitaci¨®n de sus libertades. Los ingenieros de la coerci¨®n trabajan en un nuevo C¨®digo Penal con el que se pretende estrangular las protestas, y los vigilantes de los mensajes de orden iniciaron ya el asalto final a RTVE, convencidos de que el control informativo es imprescindible para la construcci¨®n de narcotizantes consensos obligados.
Con todo, la primera vuelta de las presidenciales francesas confirm¨®, una vez m¨¢s, que la crudeza de la crisis devora a los partidos gobernantes. Rajoy puede consolarse, personalmente no tiene una cita con las urnas hasta dentro de cuatro a?os. Las perspectivas de Feij¨®o son bastante menos tranquilizadoras. Entre las virtudes del presidente de la Xunta se cuenta la de ser un pol¨ªtico realista poco dado a creerse su propia propaganda. Sabe bien que su gesti¨®n gubernamental contabiliza m¨¢s desilusiones y fracasos que eficaces logros. Tampoco se le escapa que juega ya los minutos de la basura y que los ¨¦xitos de ¨²ltima hora no modificar¨¢n la percepci¨®n general sobre la m¨®rbida falta de iniciativa de su Gobierno ante la crisis econ¨®mica y social.
En tiempo de descuento, convenci¨® a Rajoy para que anotase algunas inversiones electorales en Galicia como ornato en los presupuestos de la austeridad. De momento es un espejismo de alivio que precisa confirmaci¨®n, pero su inclusi¨®n en el s¨¦quito presidencial que viaj¨® a M¨¦xico permiti¨® a Feij¨®o anunciar una providencial v¨ªa de negocio para un sector naval desahuciado por la pasividad de la Xunta y el Estado ante de la UE. La resignada defenestraci¨®n de Conde Roa le valdr¨¢ al l¨ªder del PPdeG para darse brillo como palad¨ªn de la honestidad pol¨ªtica aunque, a la vista del escepticismo general, solo servir¨¢ para evidenciar que N¨²?ez Feij¨®o tiene la misma cualidad que Winston Churchill atribu¨ªa a los Estados Unidos: siempre se puede contar con que har¨¢n lo correcto, tras agotar todas las dem¨¢s posibilidades.
Despu¨¦s de cada Consejo de Ministros, Feij¨®o se convence de que Rajoy es su principal obst¨¢culo electoral. Los sondeos con resultados adversos comienza a amontonarse en Monte P¨ªo con la misma terca rutina que las malas previsiones econ¨®micas se acumulan en San Caetano. Tres a?os de wait and see en Galicia y apenas cien d¨ªas de la presidencia de Rajoy contribuyen decisivamente a que la abstenci¨®n comience a engordar con antiguos electores conservadores. Al mismo tiempo, se disparan los temores de los estrategas del PPdeG por la atracci¨®n populista de UPyD que crece parasitariamente gracias al dem¨¦rito del bipartidismo.
Adem¨¢s nuevas ofertas est¨¢n llamadas a movilizar y a ilusionar a los electores de izquierda y galleguistas que fueron vencidos por el desencanto. Todo indica que la triangulaci¨®n, que reparti¨® el juego pol¨ªtico entre PPdeG, PSdeG y BNG desde 1993, est¨¢ agotada y que en los esca?os del Parlamento gallego en la IX Legislatura se van a sentar nuevos partidos. Para acabar de complicarle las cosas, solo falta que el s¨ªndrome Hollande contribuya a que la opci¨®n de un cambio de gobierno prenda en Galicia. Feij¨®o reza devotamente por una victoria contra pron¨®stico de Sarkozy.
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