Etcheverr¨ªa, el banquero de siempre

Debajo de los fuegos artificiales de la disputa entre Ted y Caballo hab¨ªa un punto importante: las zapatillas de correr eran quiz¨¢s la fuerza m¨¢s nociva a la que se hab¨ªan enfrentado los pies humanos. (Born tu run, McDougall).

Correr descalzo, o barefoot running, se ha convertido en una moda imparable desde la publicaci¨®n en 2009 de este libro que ha roto todos los esquemas de la actividad deportiva m¨¢s practicada en el mundo entero: correr. Ahora resulta que, despu¨¦s de una apabullante evoluci¨®n de la zapatilla deportiva, nos encontramos, seg¨²n esta corriente, con que es m¨¢s saludable para el pie correr descalzo.

Uno de los cap¨ªtulos, a¨²n sin concluir, m¨¢s relevantes de la crisis mundial actual ha tenido a la banca como triste protagonista: a su incapacidad para prevenirla y a la virulencia con que, a su vez, la ha trasmitido multiplicando sus efectos nocivos.

Todos entendemos necesario un cambio de paradigma, un nuevo modelo de hacer banca, pero parece que la ¨²nica receta que se ha prescrito como soluci¨®n es el tama?o: entidades enormes capaces de una gran diversificaci¨®n en riesgos, con un f¨¢cil acceso a mercados para obtenci¨®n de financiaci¨®n y captaci¨®n de recursos propios. Es decir, seguir en la l¨ªnea de la evoluci¨®n de la banca, como las zapatillas.

Llegados a este punto deber¨ªamos pensar si realmente queremos ese modelo de banca o si el futuro no deber¨ªa contemplar una vuelta a un modelo, al menos para la atenci¨®n a las familias y pymes, donde prime la cercan¨ªa sobre el tama?o, de rec¨ªproco conocimiento entre clientes y banqueros y con soluciones m¨¢s sencillas y adaptadas a cada caso, por supuesto, sin menoscabo de la eficiencia y la solvencia. En definitiva una banca tradicional o, por qu¨¦ no, bare banking.

Para encontrar un modelo semejante no tenemos que irnos muy lejos en busca de antiguas tribus, como la de los tarahumaras, capaces de correr casi descalzos por horas, sin apenas cansancio. El mejor ejemplo, en el caso de la banca, lo tenemos aqu¨ª, en Galicia, y desde 1717 lo practica el Banco Etcheverr¨ªa, fiel a una tradici¨®n secular de hacer banca personal. Al frente se encuentra Javier Etcheverr¨ªa, su presidente, que representa como nadie esta forma de entender la banca. Austeridad, prudencia y discreci¨®n son los pilares sobre los que se construye no solo el banco sino tambi¨¦n su propia forma de entender la vida.

Su entrega y dedicaci¨®n al banco es absoluta, presume de que el Etcheverr¨ªa es el ¨²nico banco donde cualquier cliente, por peque?o que sea, puede ser recibido y atendido directamente por su presidente y participa a diario en el comit¨¦ de riesgos de la entidad, aun cuando deleg¨® hace ya tiempo la direcci¨®n efectiva en su consejero delegado, Francisco Botas.

En sus ratos libres, es f¨¢cil verlo, durante el invierno, disfrutando de un concierto de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia, o, en verano, fondeado a bordo de un discreto barco en la playa de Mera. O cuidando de uno de los ejemplos m¨¢s se?eros de la jardiner¨ªa tradicional gallega o, quiz¨¢s, presumiendo, lejos de localismos mal entendidos, de la que, a su entender, es la ¡°ciudad¡± m¨¢s importante de Galicia: Betanzos.