Aprenda alem¨¢n a contrarreloj para tener un trabajo fijo en Fr¨¢ncfort
40 enfermeros y un sue?o: 1.600 euros m¨¢s incentivos en hospitales germanos
Ah¨ª est¨¢n. Todos sentados. Con el libro abierto, los bol¨ªgrafos desperdigados y la libreta llena de anotaciones en distintos colores. Con los ojos como platos, acribillando a preguntas a Kristina Wechsler, la rubia maestra. En la pizarra, un mapa por el que moverse a pie (zu Fuss) o en coche (mit dem Auto). Aprenden alem¨¢n a contrarreloj, un idioma que puede cambiar su vida.
En el centro de formaci¨®n de Fuencarral, en el kil¨®metro 13,8 de la carretera de Colmenar Viejo, 40 enfermeros (la mayor¨ªa, mujeres y menores de 28 a?os) asisten a cinco horas diarias de clase ¡ªla pausa de media hora se contabiliza aparte¡ª en dos turnos, con la promesa de un empleo fijo a la vuelta de la esquina. Los del turno de ma?ana se centraron el mi¨¦rcoles en direcciones, lugares de inter¨¦s y parentescos.
¡°?C¨®mo se dice Museo de Ciencias Naturales?¡±, pregunta la m¨¢s veterana. Wechsler lo escribe despacio en la pizarra blanca. Hay que coger aire para decirlo del tir¨®n: Naturwissenschaftsmuseum. Rub¨¦n Mart¨ªn, de 22 a?os, sale a escribir su ¨¢rbol geneal¨®gico bajo un dibujo enorme de toda la parentela de los Simpsons: Mein Bruder, Maine Mutter¡
Ayuda de un hijo de emigrantes
Ra¨²l Mu?oz dice que tiene ¡°el coraz¨®n espa?ol y el cerebro alem¨¢n¡±. Le gusta venir a Madrid de vacaciones, pero su vida y su trabajo est¨¢n en Fr¨¢ncfort. Sus padres se mudaron de Madrid a Alemania en los a?os setenta, buscando el mismo El Dorado que ahora ans¨ªan los enfermeros preseleccionados por ¨¦l.
Mu?oz gestiona con su mujer, tambi¨¦n hija de madre espa?ola, la empresa de mediaci¨®n Helmeca, que ha puesto en contacto a firmas alemanas con la Consejer¨ªa de Educaci¨®n y Empleo de la Comunidad de Madrid. Es la primera experiencia que inician con Espa?a. Y augura m¨¢s. Helmeca, afincada en Fr¨¢ncfort, est¨¢ especializada en el sector sociosanitario. ¡°Aqu¨ª faltan enfermeras, no hay suficiente personal y los hospitales y residencias se lo quitan entre s¨ª¡±, cuenta desde Alemania a trav¨¦s del tel¨¦fono con prefijo de Madrid que ha habilitado para resolver dudas sin que a los aspirantes les cueste demasiado.
Lo que pasaron sus padres, como otros miles de emigrantes de aquellos a?os, ¡°no se puede comparar¡± con lo que ocurre ahora, reflexiona. Su padre aprendi¨® alem¨¢n con mucha voluntad, cintas de casete y discos. ¡°Se busc¨® la vida solo¡±. ¡°Ellos llegaban con la maleta a casa de otros emigrantes. Ahora buscamos proyectos, financiaci¨®n, las entidades ponen de su parte¡±. Luego fundaron una asociaci¨®n para ayudar a otros.
Los alumnos que estudian estos d¨ªas en el centro de Formaci¨®n de Fuencarral tienen casa y manutenci¨®n aseguradas durante el tiempo que dure su formaci¨®n all¨ª. Cuando firmen el contrato, tendr¨¢n que buscarse vivienda por su cuenta. Han pedido tambi¨¦n datos de los c¨®nyuges por si pueden echar una mano.
¡°No queremos que esperen m¨¢s de lo que les podemos ofrecer, pero lo intentaremos¡±, explica. En mayo viajar¨¢ a Espa?a para cerrar ofertas de trabajo. El mensaje es claro: ¡°Aqu¨ª podr¨¢n lograrlo todo, pero necesitan aprender el idioma¡±. Y en eso est¨¢n ahora.
Hora de pausa. Rub¨¦n sigue con la familia en la cabeza: ¡°S¨ª, ellos creen que es lo mejor y me animan. Aqu¨ª solo hay trabajo de tres en tres meses¡±. El plan es apretado. Una empresa privada alemana de selecci¨®n de personal contact¨® con la Consejer¨ªa de Educaci¨®n y Empleo de la Comunidad de Madrid buscando enfermeros dispuestos a mudarse en menos de medio a?o a Fr¨¢ncfort para trabajar en hospitales y residencias. El programa incluye 500 horas de clases gratuitas de alem¨¢n en Espa?a, traslado en junio al municipio que les toque, m¨¢s clases de idioma y pr¨¢cticas laborales con casa y manutenci¨®n pagadas.
Despu¨¦s vendr¨¢ la homologaci¨®n de los t¨ªtulos y, si nada se tuerce, un contrato fijo por unos 2.200 euros brutos al mes (unos 1.600 netos), m¨¢s otros 200 en suplementos por trabajar de noche y domingos y festivos. Son los 40 primeros, el curso piloto de una relaci¨®n que tanto Madrid como Fr¨¢ncfort esperan que sea fruct¨ªfera. ¡°No habr¨¢ falta de oferta ni de demanda, pero queremos atarlo todo bien antes de acelerar la selecci¨®n de m¨¢s candidatos¡±, indica Ra¨²l Mu?oz al tel¨¦fono desde la ciudad alemana. Hijo de emigrantes madrile?os, gestiona con su mujer la empresa intermediaria especializada en el sector sanitario. ¡°Aqu¨ª falta gente y se valora mucho al empleado¡±, promete.
Fr¨¢ncfort roza el pleno empleo, con una tasa de paro del 6,3%, lejos del porcentaje madrile?o (18,65%, en una de las autonom¨ªas mejor situadas) y a a?os luz del paro que azota en Espa?a a los menores de 25 a?os, que se sit¨²a en el 52%, seg¨²n los ¨²ltimos datos de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa. ¡°Estos alumnos son de los que luchan, lo est¨¢n haciendo francamente bien¡±. A este lado del mapa, la directora del centro de Fuencarral, Marta Gonz¨¢lez, defiende entusiasta la propuesta, que espera ampliar a m¨¢s estudiantes: ¡°Tienen que ir a un quir¨®fano y entenderse, pero se puede conseguir¡±.
Ellos ¡ªlas 15 chicas y cuatro chicos del turno de ma?ana¡ª no planearon irse, pero quedarse no es opci¨®n. ¡°Estar aqu¨ª es pan para hoy y hambre para ma?ana, a m¨ª se me acaba el paro en octubre¡±, explica, sentada sobre el pupitre, Mar¨ªa Lorenzo, de 26 a?os. Todos hablan de contratos precarios: por semanas y hasta por d¨ªas, con unos sueldos cada vez m¨¢s recortados y sin perspectivas de mejora. Y, al otro lado, cursos gratis, vivienda gratis, contrato fijo, revisi¨®n del sueldo anual al alza, posibilidades de ascenso¡ ¡°Quieren que te quedes all¨ª, al contrario de lo que pasa en este pa¨ªs¡±, a?ade Mar¨ªa. A ella le gustar¨ªa llevarse a su novio, que ya habla alem¨¢n. La mediadora les ha pedido a todos datos de c¨®nyuges y familia para intentar ampliar sus opciones.
¡°Yo fui una estudiante tard¨ªa¡±. Antonia Bernab¨¦, de 55 a?os, est¨¢ diplomada desde 2003. Ha trabajado en consultas y residencias, los veranos, encadenando contratos¡ Quiere trasladarse con su marido, militar jubilado. ¡°No le hace ninguna gracia, pero est¨¢ enamorado¡±. Se r¨ªe. Los hijos, ya mayores, no van con ellos. Se trasladar¨¢n municipio que le toque en los alrededores de Fr¨¢ncfort con su perro y su gato. Admite que ¡°a veces las neuronas hierven¡± con tanta palabra nueva. Aqu¨ª, el que menos, suma otro par de horas diarias en casa a la jornada de clase. ¡°Te levantas con el alem¨¢n y te acuestas con el alem¨¢n¡±, resume Rub¨¦n.
Al joven Norberto Rodr¨ªguez, que solo tiene 21 a?os, lo animaron los hermanos de su abuelo, que se trasladaron a Alemania en los a?os duros del franquismo, cuando el viaje no lo pagaba nadie y hab¨ªa que desatascar el idioma con mucha voluntad tras largas jornadas en las f¨¢bricas. ¡°Me dicen que vaya, que no voy a querer volver¡±. Pensaba que no lo iban a coger porque acaba de terminar la carrera y le falta experiencia. Le avisaron de que estaba preseleccionado el ¨²ltimo s¨¢bado de Semana Santa, cuando todav¨ªa quedaban vacantes en el curso que en principio solo estaba enfocado a gente de Madrid.
Solo en principio. Justo antes de que empezaran las clases, la jienense Gloria Mota peregrinaba por las agencias de empleo de su ciudad. El Colegio de Enfermer¨ªa le envi¨® la oferta y pens¨®: ¡°?Por qu¨¦ no?¡±. Consigui¨® contactar con los responsables de la empresa de mediaci¨®n alemana. Le animaron a presentarse ¡°por si acaso¡±. ¡°Fuimos corriendo a Madrid y con poca ropa, pensando que nos volv¨ªamos¡±. Aqu¨ª sigue. Arrastr¨® a su novio, que tambi¨¦n es enfermero. ¡°Queremos vivir juntos y empezar un proyecto nuevo¡±. Gloria tiene 24 a?os. Y no ha trabajado nunca. Si termina bien el curso, su primer empleo como enfermera espa?ola lo consegur¨¢ en alg¨²n municipio del centro oeste de Alemania. En un lugar en el que nunca ha estado y del que no sabe cu¨¢ndo regresar¨¢. ¡°Quiz¨¢ cuando tenga un buen nivel de idioma, aunque si me gusta a lo mejor no vuelvo. La vida dir¨¢¡±.
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