Grandes adversarios, fieles socios
Las derechas mantienen su alianza no firmada en Catalu?a pese a sus distintas concepciones nacionales
?A qu¨¦ realidad pol¨ªtica se refiere Josep Antoni Duran Lleida, el reci¨¦n reelegido l¨ªder de Uni¨® Democr¨¤tica, cuando habla de confederar a Catalu?a? ?En qu¨¦ est¨¢ pensando el presidente Artur Mas cuando habla de soberan¨ªa fiscal y asegura que su Gobierno va a hacer que los ciudadanos y las empresas de Catalu?a paguen a la Generalitat todos los impuestos que se pagan al Ministerio de Hacienda, tanto si el Gobierno de Espa?a lo acepta como si no? ?Qu¨¦ significa la autonom¨ªa diferencial de la que habl¨® Alicia S¨¢nchez-Camacho en el congreso regional del PP?
Los dirigentes de la derecha catalana llevan meses lanzando grandilocuentes proclamas cuyo denominador com¨²n es que no se sabe ad¨®nde llevan. Las m¨¢s chocantes son, desde luego, las de Converg¨¨ncia, por lo que tienen de fuga hacia adelante del principal partido del Gobierno actual. Hablan de soberan¨ªa catalana, de Estado propio y de hacienda p¨²blica ¨²nica y tambi¨¦n propia, de independencia. No parece importarles mucho ni poco que el interlocutor inevitable para estos asuntos sea el Gobierno de un PP que no acept¨® para Catalu?a ni siquiera el grado de autonom¨ªa asumido por las Cortes en 2006.
El presidente Mas y CiU han bautizado pomposamente con el t¨ªtulo de pacto fiscal lo que, llegado el caso, ser¨ªa cuando m¨¢s una propuesta de parte para negociar con otra parte, el Gobierno de Mariano Rajoy. Es decir, algo que por definici¨®n dar¨ªa pie a una rebaja en el supuesto de que llegara a ser tomado positivamente en consideraci¨®n. Se trata de una repetici¨®n de la din¨¢mica archiconocida en Catalu?a de propuesta, rechazo, frustraci¨®n. Y vuelta a empezar. En realidad la expresi¨®n misma de pacto fiscal es ya en esta ocasi¨®n una primera rebaja, pues sustituye a la reclamaci¨®n de un concierto econ¨®mico entre Catalu?a y el Estado espa?ol al modo de los vigentes en Navarra y Euskadi con la que CiU fue a las elecciones. Acierta el primer secretario del PSC, Pere Navarro, cuando afirma que la soberan¨ªa fiscal que reclama Mas tiene las mismas expectativas de ¨¦xito que en su d¨ªa tuvo el plan del lehendakari Ibarretxe para convertir a Euskadi en estado asociado a Espa?a. Es decir, ninguna.
En esta gama de grandes proclamaciones pol¨ªticas es f¨¢cil apreciar las diferencias entre los partidos del gobernante bloque de derechas. El primero es independentista, el segundo es confederalista y el tercero ni lo uno ni lo otro. Pero no difieren en otros asuntos esenciales. Todos defienden de forma entusiasta el recetario neoliberal que consagra la hegemon¨ªa de los mercados financieros desregulados por encima de los Gobiernos. A estas alturas de la crisis econ¨®mica todo el mundo sabe ya que este es el asunto realmente nuclear en la pol¨ªtica. De ¨¦l depende qu¨¦ recetas se aplican para afrontar la crisis. Pero nuestra derecha no debate este asunto. Y sin embargo ah¨ª es donde duele, ah¨ª es donde la sociedad catalana sufre las consecuencias.
Mientras discuten como adversarios sobre sus respectivas fiebres nacionalistas, Uni¨®, Converg¨¨ncia y el PP suman sus votos como socios en el d¨ªa a d¨ªa para aplicar la pol¨ªtica de austeridad contra los asalariados, para reducir el Estado de bienestar y devaluar la econom¨ªa espa?ola con recortes salariales, congelaci¨®n de pensiones, supresi¨®n de derechos laborales, en la asistencia social, la ense?anza y la sanidad. Mejor todav¨ªa, a S¨¢nchez-Camacho oponerse al independentismo le sirve para aparentar que no se ha dado cuenta de que la nacionalizaci¨®n de Bankia es en realidad la quiebra del modelo econ¨®mico impulsado en su d¨ªa por el entonces vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, de la que a su vez losGgobiernos aut¨®nomos de Madrid y Valencia dirigidos tambi¨¦n por el PP y las cajas de ahorros por ellos controladas fueron entusiastas paladines. Como si todo eso no tuviera que ver con ella ni con su partido, no le coh¨ªbe para nada a la hora de impartir lecciones. Distinguir m¨¢s o menos acaloradamente sobre soberanismo y confederalismo les permite a Artur Mas y Duran Lleida aparentar que el caso Palau no tiene que ver con una financiaci¨®n irregular que ha dado ventajas a CiU en sus campa?as electorales. Como si el estallido de ese esc¨¢ndalo no hubiera arrojado una clarificadora luz sobre su modus operandi.
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