Un crimen en la impunidad
La muerte de una pareja de novios que conmocion¨® a Ja¨¦n en 1992 prescribe sin culpable
Ca¨ªa la tarde de un lunes 8 de junio de 1992. Un pastor encontr¨® en un paraje de olivos a las afueras de Ja¨¦n un veh¨ªculo que le caus¨® extra?eza. Se acerc¨® a ¨¦l y observ¨®, con horror, el cuerpo sin vida de un joven con indescriptibles da?os en la cabeza. Al d¨ªa siguiente, ya con la luz del d¨ªa, los polic¨ªas encontraron el cad¨¢ver de su novia, que hab¨ªa sido violada y a la que un disparo le hab¨ªa atravesado la nuca dejando un reguero de sangre junto a un olivo. ?scar Arroyo, de 21 a?os, y Ana Mar¨ªa Torres, de 19, hab¨ªan sido brutalmente asesinados dos d¨ªas antes. El llamado crimen de los novios constern¨® a la sociedad jiennense, que queda ahora estupefacta al comprobar c¨®mo este doble asesinato quedar¨¢ impune para siempre tras cumplirse los 20 a?os con los que la ley establece su prescripci¨®n.
La investigaci¨®n es uno de los grandes fiascos policiales y judiciales recientes
El hecho de que la polic¨ªa no encontrara hasta el d¨ªa siguiente el cad¨¢ver de Ana Mar¨ªa (que apareci¨® a apenas 200 metros de donde estaba el de su novio) ejemplifica a la perfecci¨®n el c¨²mulo de desprop¨®sitos de una investigaci¨®n que pasar¨¢ a la historia como uno de los mayores fiascos policiales, y tambi¨¦n judiciales, de la historia m¨¢s reciente de este pa¨ªs. ¡°?Por qu¨¦ se decide aplazar hasta el d¨ªa siguiente la b¨²squeda de Ana Mar¨ªa pese a los indicios de un rapto o de encontrarse en peligro? ?C¨®mo es posible que apareciesen joyas de la v¨ªctima en el lugar del crimen un a?o despu¨¦s de cometerse?¡±, se pregunta el investigador y crimin¨®logo Luis Miguel S¨¢nchez Tostado en su libro Cr¨®nicas del crimen.
Dos hombres, Juan Domingo Le¨®n y Jos¨¦ Miguel N¨²?ez, t¨ªo y sobrino, estuvieron casi dos a?os en prisi¨®n acusados del doble homicidio y de la violaci¨®n de la joven. Pero los dos fueron absueltos hasta en dos ocasiones por falta de pruebas y declararon que hab¨ªan sido utilizados como chivos expiatorios. Primero fue en enero de 1997, cuando la Audiencia Provincial de Ja¨¦n absolvi¨® a los dos acusados, pues el ¨²nico testigo de cargo era el de un vagabundo que incurri¨® en numerosas contradicciones. Pero tanto la Fiscal¨ªa como la acusaci¨®n particular recurrieron en casaci¨®n ante el Supremo por la invalidaci¨®n de la prueba de las 60 horas de cintas grabadas a los dos acusados durante su estancia en la prisi¨®n de Ja¨¦n.
Los dos sospechosos del asesinato fueron absueltos por falta de pruebas
El Supremo anul¨® el juicio, lo que abr¨ªa una puerta a la esperanza de los familiares de los j¨®venes. En julio de 1999 se repiti¨® la vista, ya con las cintas grabadas, aunque la mayor¨ªa se hac¨ªan inaudibles. ¡°?Es que la polic¨ªa no repar¨® en la calidad del sonido que estaban grabando durante los 20 d¨ªas que intervinieron las conversaciones en la prisi¨®n?¡±, vuelve a criticar S¨¢nchez Tostado. Tambi¨¦n se critic¨® la tardanza de la c¨¢tedra de Medicina Legal de Granada en enviar las muestras de ADN en las que, seg¨²n la acusaci¨®n, se inculpaba a uno de los acusados.
As¨ª las cosas, el tribunal volvi¨® a ratificar la sentencia absolutoria ante la estupefacci¨®n de los familiares y de la acusaci¨®n particular, que carg¨® contra la inactividad de la polic¨ªa y del c¨²mulo de errores. En total, fueron nueve a?os de instrucci¨®n y un sumario de m¨¢s de 1.600 p¨¢ginas, y m¨¢s de una decena de comisarios de polic¨ªa que han intentado, con m¨¢s pena que gloria, desentra?ar el enigma de la muerte de los novios de Ja¨¦n.
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