Recuperando la cordura
La situaci¨®n econ¨®mica es motivo de gran preocupaci¨®n. Y lo es por la recesi¨®n, por el paro, por la posici¨®n en que se encuentra el sector financiero, por el comportamiento de la prima de riesgo, por la falta de confianza que demuestran los agentes econ¨®micos y por muchas cosas m¨¢s. Quiz¨¢ es en estos momentos cuando procede tener claras algunas ideas que sirven para no confundirnos, para conseguir que no perdamos el norte.
Tranquiliza pensar que Europa se ha ido creando en respuesta a crisis profundas que pon¨ªan en peligro su existencia. Y que hasta ahora le ha ido bien. ?Por qu¨¦ no se puede hacer lo mismo? ?Por qu¨¦ predecir que esta vez va a ser diferente? Repasemos algunos hechos pasados e ilustrativos.
Las econom¨ªas europeas emergieron de la Segunda Guerra Mundial sumidas en una tremenda destrucci¨®n. Los niveles de producci¨®n de 1936 s¨®lo se llegaron a recuperar en 1949, el a?o que marc¨® el final de la fase de recuperaci¨®n. Durante casi 30 a?os se produjo un r¨¢pido crecimiento econ¨®mico y un gran aumento en el comercio intra europeo. Se sab¨ªa que conseguir una utilizaci¨®n m¨¢s efectiva del dinero desembolsado por EE UU, a trav¨¦s del plan Marshall, exig¨ªa la promoci¨®n de la integraci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica del viejo continente. Y as¨ª se hizo gener¨¢ndose en el proceso nuevas ideas acerca de la cooperaci¨®n europea e incluso del federalismo. Algunas de esas ideas dieron resultado. El plan Schuman (1950) permiti¨® avanzar hacia la firma del Tratado de Par¨ªs y hacia el establecimiento de la Comunidad del Carb¨®n y del Acero (CECA) y en 1957, con la firma del Tratado de Roma, se crearon dos nuevas comunidades. La m¨¢s importante a efectos econ¨®micos, la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE).
Durante las negociaciones que llevaron a la firma de la CEE hubo un gran equilibrio de poder entre las partes, los Estados involucrados. Y, a¨²n as¨ª, en su constituci¨®n se echaron en falta muchos aspectos para los que no hubo acuerdo. No se introdujo, por ejemplo, consideraci¨®n espec¨ªfica alguna acerca de la cooperaci¨®n entre los Estados en el campo macroecon¨®mico y tampoco hubo voluntad para transferir poderes reales desde los Estados hacia el nivel europeo. Los logros se concentraron en la eliminaci¨®n progresiva de tarifas y en la supresi¨®n de las restricciones en las cantidades que pod¨ªan ser importadas o exportadas de un pa¨ªs miembro a otro.
De entonces a ahora, la historia ha continuado. Cuando se percibi¨® que las bondades del mercado ¨²nico exig¨ªan algo m¨¢s y se comprendi¨® que Europa se anquilosaba se cre¨® la Uni¨®n Monetaria Europea (UME) con una moneda ¨²nica, el euro. Durante las discusiones para el dise?o de la zona euro hubo fases en las que se alternaba el optimismo con el mayor pesimismo, las dudas y las vacilaciones. Pero el plan sali¨® adelante y lo hizo porque era necesario para Europa. Sin ¨¦l era imposible que continuara su trayectoria de un crecimiento sostenido y una mejora en su Estado de Bienestar.
La moneda ¨²nica no vino acompa?ada de una estructura de apoyo suficiente
No hay duda de que la construcci¨®n de la zona euro fue un proyecto muy ambicioso. Requiri¨® de mucho esfuerzo negociador, de acuerdos parciales, de mucho tiempo y de discusi¨®n entre diferentes dise?os. Hemos vivido una ¨¦poca de progreso y ahora Europa y el euro se encuentran en una dif¨ªcil situaci¨®n porque ha resultado imposible dar una respuesta adecuada a una crisis que comenz¨® hace ya cuatro a?os como una crisis financiera. A lo largo de este per¨ªodo se ha demostrado que la creaci¨®n de la moneda ¨²nica no vino acompa?ada de una estructura de apoyo suficiente para mantener el complejo edificio que se pon¨ªa en marcha.
Esto, que se intu¨ªa, lo hemos aprendido a la perfecci¨®n a fuerza de golpes, y lo hemos aprendido todos, los pa¨ªses perif¨¦ricos y tambi¨¦n los centrales. Sin presupuestos coordinados, sin uni¨®n bancaria, sin un Banco Central Europeo con mandato para actuar como prestamista de ¨²ltima instancia, sin una estructura fiscal com¨²n, sin centralidad en la toma de decisiones relevantes, la zona euro no consigue superar una situaci¨®n en la que algunos de los pa¨ªses, tiene que hacer frente a decisiones econ¨®micas previas equivocadas.
No se puede mantener una entidad com¨²n, Europa, y un instrumento monetario com¨²n, el euro, sin construir instituciones comunes dise?adas de forma inteligente y cooperativa. Las conclusiones del Informe del Banco Central Europeo (BCE) as¨ª lo atestiguan. Hemos tenido durante a?os un espacio monetario com¨²n. Ahora esta comunidad se est¨¢ dividiendo por pa¨ªses o por grupos de pa¨ªses. El euro, en expresi¨®n feliz, se est¨¢ nacionalizando, justo lo contrario de lo que se pretend¨ªa.
Una moneda com¨²n y un espacio financiero dividido es una combinaci¨®n explosiva. Los pol¨ªticos europeos lo saben, los responsables de los pa¨ªses miembros los saben, los responsables de las instituciones financieras lo saben. De hecho, lo sabemos todos aunque algunos lo han aprendido con m¨¢s dureza que otros. S¨ª todos lo sabemos y, sobre todo, si lo saben los que tienen capacidad de tomar decisiones, lo previsible es que vuelva la cordura y que entre todos se logre lo que hace diez a?os no fue posible. Que el euro comience a funcionar con toda la estructura necesaria para sostener una uni¨®n monetaria s¨®lida y solvente.
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