Todo pintado de negro
Cualquier cr¨ªtica radical de los ¨²ltimos veinte a?os palidece ante los titulares de la actualidad
Nos hab¨ªan dicho, de mil maneras, que el radicalismo se curaba con la edad; que era una especie de enfermedad juvenil que prend¨ªa especialmente entre la gente de buen coraz¨®n. Nos dec¨ªan que con los a?os, la experiencia y los golpes de la vida se amortiguaba la visi¨®n cr¨ªtica de la realidad y que, a partir de los cuarenta, uno estaba dispuesto a negociar con la realidad y a dejarse vencer, cuando no a convencer.
Justo cuando est¨¢bamos a punto de cumplir las palabras de Neruda ¡ª¡°Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos¡±¡ª o la profec¨ªa po¨¦tica de Jos¨¦ Emilio Pacheco ¡ª ¡°Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos a los 20 a?os¡±¡ª, lleg¨® la crisis, el derrumbe de las instituciones y volvieron a revelarse con crudeza las viejas verdades de la desigualdad, los costurones de la explotaci¨®n, el mu?eco pintado de la autosatisfacci¨®n.
Despu¨¦s de escuchar miles de veces que el mundo no puede pintarse en blanco o en negro y mientras hac¨ªamos acopio de una gama de grises que matizasen nuestro discurso, lleg¨® la crisis y pint¨® la realidad con un expresionista claroscuro, similar a la pel¨ªcula Metr¨®polis, de Fritz Lang.
Cualquier cr¨ªtica radical de los ¨²ltimos veinte a?os palidece ante los titulares de la actualidad. Ni los individuos m¨¢s extremistas de hace apenas unos a?os se habr¨ªan atrevido a afirmar que miles de cargos eclesi¨¢sticos comet¨ªan delitos de pederastia ante el silencio comprensivo de la jerarqu¨ªa cat¨®lica. Ni en las novelas de ficci¨®n m¨¢s apocal¨ªpticas pudimos imaginar que un numeroso grupo de monjitas candorosas urd¨ªan toda una trama para robar los ni?os a las familias m¨¢s pobres.
Nos dijeron que los jueces era un ejemplo de ecuanimidad, pero no sospech¨¢bamos que iban a castigar a los togados que luchaban contra el delito mientras que el Tribunal Supremo no apreciar¨ªa irregularidad alguna en que el presidente del Consejo General del Poder Judicial se gastara nuestro dinero en sus fines de semana caribe?os, un invento perfecto para trabajar de martes a jueves y vivir como un maraj¨¢ el resto de la semana.
Los an¨¢lisis m¨¢s revolucionarios sobre el sector financiero se han quedado pat¨¦ticamente cortos a la vista del casino mafioso que han montado con nuestros ahorros y nuestras deudas. A los que escribieron sobre la usura se les nota que no conocieron su versi¨®n m¨¢s sofisticada: la prima de riesgo. Ya no es Carlos Marx, sino una amplia mayor¨ªa social, quien considera que una buena parte de los banqueros deber¨ªan estar sentados en el banquillo de los acusados. Ya nadie duda de que los delincuentes pobres van a la c¨¢rcel y los poderosos a los puertos francos del contrabando internacional llamados para¨ªsos fiscales. Est¨¢ a punto de cumplirse la profec¨ªa de Thomas Jefferson cuando advert¨ªa: ¡°Las instituciones bancarias son m¨¢s peligrosas para nuestras libertades que ej¨¦rcitos enteros listos para el combate¡±.
Cuando est¨¢bamos a punto de aceptar que el capitalismo hab¨ªa encontrado mecanismos para amortiguar las diferencias sociales, la brecha de la desigualdad se agranda por momentos en una mezcla explosiva de consumo de lujo y pobreza galopante cuyos vientos barren cualquier atisbo de conformismo social. La realidad se empe?a tozudamente en ser maniquea: a un lado los corruptos, los aprovechados, los especuladores, los poderosos; al otro los que viven de su trabajo y de su esfuerzo. No es f¨¢cil levantarse por las ma?anas y descubrir en los primeros titulares de la radio que una mano invisible ha pintado todo de negro, como en la canci¨®n de los Rolling Stones.
Por eso, con los a?os y la experiencia, muchos nos estamos volviendo m¨¢s radicales. Y ojal¨¢ no fuera as¨ª. Ojal¨¢ la realidad nos permitiera pintar la vida en vivos colores y no ser tan dolorosamente conscientes del sufrimiento ajeno. Y no me refiero a un radicalismo verbal ni gestual, a la torpe exhibici¨®n de camisetas o de ense?as. No tenemos el pu?o en alto sino el coraz¨®n en un pu?o ante los nuevos tiempos. Y esa flor extra?a de impotencia, de radicalismo profundo y reflexivo, pugna por hacerse ramillete, prometedor fruto, que no desesperanza.
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