Germanofobia
La frivolidad y la megaloman¨ªa de nuestros gobernantes pasados y presentes son un genuino producto espa?ol
Durante un siglo largo ¡ªel XIX¡ª, amplios sectores de la opini¨®n p¨²blica espa?ola atribuyeron todos los males del pa¨ªs, desde los desastres coloniales hasta las guerras civiles, desde las convulsiones pol¨ªticas a las dificultades econ¨®micas, al ¡°oro ingl¨¦s¡±, que supuestamente alimentaba desde la sombra cuanto pudiese perjudicar a la maltrecha Espa?a. M¨¢s tarde, durante cuatro d¨¦cadas del siglo XX que est¨¢n en la memoria de todos, el deus ex machina de los problemas patrios sin excepci¨®n fue, seg¨²n la versi¨®n oficial, ¡°el oro de Mosc¨²¡±¡ Bien, pues seg¨²n el juicio de algunos columnistas actuales, a las insidias de la ¡°p¨¦rfida Albi¨®n¡± y al ¡°contubernio judeo-bolchevique¡± les ha salido un digno heredero: el insaciable ego¨ªsmo econ¨®mico alem¨¢n, dispuesto a precipitar a media Europa en el abismo con tal de preservar los intereses de sus bancos.
Seg¨²n ilustran los ejemplos hist¨®ricos aludidos m¨¢s arriba, la teor¨ªa del enemigo exterior seduce por su simplicidad y reconforta porque exonera de las responsabilidades propias, pero es casi siempre falsa. Por otra parte, resulta fr¨ªvolo y temerario ¡ªm¨¢s todav¨ªa si se hace desde posiciones digamos que de izquierdas¡ª jugar a los paralelismos entre la actual Rep¨²blica Federal de Alemania y el Tercer Reich hitleriano; entre la pol¨ªtica econ¨®mica y financiera de la kanzlerin Merkel, por discutible y criticable que sea, y el expansionismo b¨¦lico del F¨¹hrer Hitler. La experiencia hist¨®rica del nazismo es demasiado seria, demasiado tr¨¢gica, demasiado traum¨¢tica (unos 50 millones de europeos muertos) para trivializarla aplicando a la actual situaci¨®n econ¨®mica continental conceptos o antecedentes (el Lebensraum o espacio vital, el appeasement o apaciguamiento, la capitulaci¨®n de M¨²nich¡) que contribuyeron a alimentar la hecatombe de 1939-1945.
Pero el hecho es que algunos opinadores, ¨¦mulos tal vez inconscientes del cu?ad¨ªsimo Serrano Su?er en su famoso ¡°?Rusia es culpable!¡± del 24 de junio de 1941, comienzan a repetir que ¡°Alemania es culpable¡±. ?Culpable? Veamos. ?Se infl¨® desde Alemania esa burbuja inmobiliaria que ha sido la sepultura de buena parte del sistema bancario espa?ol? ?Fue alg¨²n especulador teut¨®n el impulsor de monstruos urban¨ªsticos como Sese?a o Marina d¡¯Or, de tant¨ªsimos miles de chal¨¦s invendidos y de proyectos de campos de golf y de parques tem¨¢ticos como tachonan el litoral mediterr¨¢neo?
Nuevos aeropuertos sin aviones y sin vuelos como los de Castell¨®n, Ciudad Real o Murcia, ?surgieron de la tierra por alg¨²n conjuro procedente de Berl¨ªn? ?Fueron la se?ora Merkel o tal vez sus antecesores, Gerhard Schr?der y Helmut K?hl, quienes convencieron a los Gobiernos espa?oles de izquierdas y de derechas, a partir de 1992, de la necesidad de construir la segunda red ferroviaria de alta velocidad m¨¢s extensa del mundo, como no se la permite ni la mism¨ªsima Alemania? ?Es imputable a p¨¦rfidos agentes germanos el hecho de que casi cada Ayuntamiento de Catalu?a y de Espa?a se empe?ase, a lo largo de los ¨²ltimos lustros, en dotarse de pabellones polideportivos, de piscinas, de equipamientos socioculturales muy por encima de sus necesidades y, sobre todo, de sus posibilidades financieras?
Nuevos aeropuertos sin aviones y sin vuelos como los de Castell¨®n, Ciudad Real o Murcia, ?surgieron de la tierra por alg¨²n conjuro procedente de Berl¨ªn?
Naturalmente que no, como tampoco ha tenido nada que ver con Alemania el hecho de que, mientras otros pa¨ªses occidentales atacaban los problemas de sus estructuras bancarias desde 2008-2009, por aquel entonces el presidente Rodr¨ªguez Zapatero todav¨ªa negara la crisis, luego observase imaginarios brotes verdes y, a¨²n mucho despu¨¦s, se jactara de tener el sistema financiero m¨¢s s¨®lido del mundo. Por desgracia, no han sido Angela Merkel ni Wolfgang Schaube los responsables de este inmenso desaguisado. La frivolidad y la megaloman¨ªa de nuestros gobernantes pasados y presentes, las trapisondas que empezaron en Caja Castilla-La Mancha y han culminado en Bankia, son un producto genuinamente espa?ol.
Desde una Espa?a que ha recibido en dos d¨¦cadas tant¨ªsimo dinero alem¨¢n a trav¨¦s de los fondos europeos de cohesi¨®n, desde un pa¨ªs que (de Baltasar Garz¨®n al Valle de los Ca¨ªdos, pasando por Companys) ha gestionado tan rematadamente mal el legado del franquismo, no me parece decente insinuar semejanzas entre Angela Merkel y Adolf Hitler. Ni siquiera como recurso ret¨®rico.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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