C¨¢balas
La legislatura vasca se ha agotado, y si dura m¨¢s all¨¢ del oto?o ser¨¢ porque en el patio pol¨ªtico cada cual piensa que la pr¨®rroga perjudica m¨¢s al adversario. Tiempo muerto el del l¨¢nguido final de esta legislatura que debi¨® ser aprovechada para asentar la presencia del socialismo, y del constitucionalismo en general, y que se desmorona con aceptado fatalismo. Quiz¨¢s sea as¨ª porque el Gobierno L¨®pez, en esta sociedad de at¨¢vicos mitos, prefiri¨® jugar en campo ajeno con su vasquismo identitario en vez de marcar su propia impronta sencilla y democr¨¢ticamente sobre la suma de los votos del PSE y PP, y no despreciarla. El resultado final: nunca el PNV va a ser tan solicitado.
Este Gobierno, el socialista, fue necesario, no s¨®lo porque la alternancia es saludable, sino, sobre todo, para poner freno a la arriesgada aventura soberanista de Ibarretxe y l¨ªmite a la legitimaci¨®n del terrorismo. Tuvo un prometedor y osado inicio, pues no le impidi¨® constituirse el victimismo nacionalista, ante el que tanta sensibilidad muestra hoy. Pero seg¨²n el terrorismo asumi¨® su cese, la inexistencia de un discurso democr¨¢tico ante el nacionalista se ech¨® en falta. Mucho m¨¢s cuando el que esgrime el socialismo es muy similar al del PNV en tema pol¨ªtico tan importante, pues determinar¨¢ el futuro, como es el ¡°aterrizaje¡± del nacionalismo radical. Discurso, el socialista, que se ha plasmado en el apoyo de la legalizaci¨®n de los radicales, en el acercamiento de los presos, en la liberaci¨®n de Otegi, en la efusiva declaraci¨®n de nueva ¨¦poca, en la reclamaci¨®n de ¡°pasos¡± al Gobierno central, en la defensa del autogobierno frente a los ¡°recortes¡± de Rajoy¡ Finalmente, con sinceridad y coherencia, uno de sus l¨ªderes se confiesa nacionalista. Si el fracasado pacto de Estella dej¨® consecuencias, es muy posible que los encuentros de Loiola tambi¨¦n.
Este discurso, sin m¨¢cula constitucionalista, ten¨ªa el inconveniente de tener un aut¨¦ntico propietario, obligaba a mirar hacia ¨¦l, hacia el PNV, que jugando c¨®modamente en su terreno, sin enfrentarse agriamente al mundo radical, llegando a la vez a acuerdos con Zapatero en la Moncloa, y posiblemente los haga hoy con Rajoy, descubri¨® con la legalizaci¨®n de Bildu no s¨®lo una envidiable centralidad sino la extensi¨®n de su ideolog¨ªa, por acci¨®n ajena, reforzando su hegemon¨ªa social. Es decir, se le est¨¢ llamando, ante la inexistencia, o parquedad, de un discurso alternativo cual ¡°el deseado¡±, el adecuado, para poner l¨ªmite al avance electoral de Bildu. Y en esta din¨¢mica de bipolarizaci¨®n entre dos formaciones nacionalistas, como ya pasara en las elecciones generales, tendremos un resultado llamativamente nacionalista. El PNV camina en loor de multitud no s¨®lo por lo anterior, sino adem¨¢s para tranquilidad de un PP obsesionado en Madrid con la crisis econ¨®mica. Porque, como todos los que alcanzan el poder all¨ª, se consuelan con lo menos malo aqu¨ª. Para concluir s¨®lo se me ocurre una frase digna del corrosivo Talleyrand: ¡°?Nueva ¨¦poca? Por ah¨ª vuelve el PNV¡±.
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