Angustia en la rotonda de Llers
Los vecinos se agolpan en la carretera, cortada hacia Terrades, frente a la casa del fallecido Arturo Oliveras

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Los ganaderos y vecinos de Terrades (Alt Empord¨¤) se concentran esta ma?ana en la rotonda de Llers, justo delante de la casa de Arturo Oliveras, el vecino de 74 a?os que ayer por la tarde muri¨® de un infarto mientras intentaba llegar al hospital. La casa de Arturo se llama Les Mimoses y era admirada por su jard¨ªn, con decenas de ¨¢rboles y plantas tropicales. ¡°2.500 euros le costaba mantener el jard¨ªn cada mes, entre cuidado y jardinero¡±, aseguran en los corrillos de la rotonda. Arturo era de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s, pero se instal¨® en Llers al jubilarse. La casa est¨¢ intacta, pero el entorno completamente negro. Por lo que cuentan, tuvo un amago de infarto en casa y pese a que no se encontraba bien, quiso llegar a Figueres. Muri¨® al volante, en el puente que pasa por encima de la autopista. Lo vio con sus ojos la ahijada de Rafel: ¡°El coche comenz¨® a dar tumbos hasta que alguien lo detuvo con el freno de mano¡±.
Sorprende, eso s¨ª, que el fuego pr¨¢cticamente solo ha chamuscado el jard¨ªn de Arturo y el suelo del bosque. Muchas copas permanecen intactas. ¡°La tramontana de ayer tuvo lo peor y lo mejor: la velocidad hizo que las llamas se extendieran a mucha velocidad, pero al mismo tiempo corri¨® como el demonio por el suelo, por debajo de los ¨¢rboles¡±, explica en la rotonda Paco Fern¨¢ndez. Nunca hab¨ªa visto algo igual, dice Madalena, 84 a?os, bata negra, bast¨®n y pa?uelo en la cabeza. ¡°Ayer era mi santo¡±, explica a todo el mundo como si la onom¨¢stica vaya a ayudarle a recordar la nefasta fecha.
Junto a Madalena y Paco en la rotonda ¡ªaqu¨ª les llaman ¡°rodones¡±¡ªest¨¢n Rafel y Jaume. Este ¨²ltimo lleva horas esperando que los mossos le dejen pasar. Tiene una casa de camino a Terrades y no sabe c¨®mo est¨¢. Da por sentado que el entorno se ha quemado, pero le preocupan sobre todo la casa y los animales: burros y caballos. Resulta imposible hablar por tel¨¦fono, ni fijo ni m¨®vil, por lo que a medida que pasan las horas la angustia crece en esta peque?a rotonda de pueblo.
Lo que llama la atenci¨®n es que los vecinos ya no se alarman ante la bestial columna de fuego, lo que cuesta respirar y las llamas que todav¨ªa se ven pasar por debajo de los ¨¢rboles. No hay manera de que los mossos les dejen pasar. Solo retiran los conos para permitir la entrada a los camiones de bomberos, de polic¨ªa y a las ambulancias. A pie s¨ª dejan subir. Jaume Rodr¨ªguez emprende el camino andando.
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