Luchando contra los elementos
Los problemas con el sonido desvirt¨²an la esperada actuaci¨®n de Calle 13 en un hangar sat¨¦lite del Madrid Arena que no estuvo a la altura del cartel
El cartel promet¨ªa; las circunstancias, ya no tanto. Superaban las manecillas las 00.30 y a¨²n no hab¨ªa rastro de los puertorrique?os Calle 13, los te¨®ricos cabezas de cartel. Las pruebas de sonido retrasaron en m¨¢s de dos horas el programa de este festival acaso voluntarioso, pero desangelado en su ubicaci¨®n en un hangar sat¨¦lite del Madrid Arena (Casa de Campo), gigantesca mole de hormig¨®n cuya fealdad alcanza cotas pavorosas.
Y donde el sonido, y esto es lo peor, rebota sin control y convierte cualquier espect¨¢culo en una reverberaci¨®n infame. Las m¨¢s de 3.000 personas, muchas de ellas de la comunidad latina, aguantaron contratiempos, dilaciones y carencias con ritmo en el cuerpo y un temple encomiable. Pero si queremos no acabar con la m¨²sica en directo antes de que lo hagan las nuevas ocurrencias impositivas gubernamentales, estos episodios resultan dolorosos.
Hasta la colombiana Tot¨® la Momposina, quintaesencia de la afabilidad ind¨ªgena, concluy¨® su recital emplaz¨¢ndonos a ¡°otro tiempo con un mejor sonido¡±. Y eso que la admirable vecina de Talaigua no perdi¨® en toda su hora la sonrisa, el movimiento de pies ni el vuelo de su falda. Seguramente la mejor voz folcl¨®rica del pa¨ªs, Tot¨® calde¨® el ambiente a ritmo de porro caribe?o, con sus tambores palpitando sin cesar como la expresi¨®n m¨¢s b¨¢sica y genuina del pueblo. Y cerr¨® con dos piezas fabulosas de tan ancestrales, El pescador y Ar¨®nde me meto yo.
A Rub¨¦n Blades, instituci¨®n viva del continente americano y reciente ministro de Turismo paname?o, se le notaba destemplado por las circunstancias. Desplegar una poderosa secci¨®n de metales con cinco efectivos y que solo pueda escucharse una deformada masa sonora debe parecerse bastante a la frustraci¨®n. ¡°Empezamos tarde y se achica el tiempo, cosa que me jode bastante¡±, corrobor¨® el padre de la mejor salsa comprometida, que prometi¨® ¡°tres horas¡± para su pr¨®xima visita. Y dej¨® luchando contra los elementos a Residente y Visitante, art¨ªfices de Calle 13, cuyas letras ingeniosas, osadas y ajenas a la vulgar fanfarroner¨ªa urbana no hab¨ªa quien descifrase.
La fiesta de los medio hermanos puertorrique?os no pudo empezar hasta las 00.39, con los primeros acordes orientalizantes de El baile de los pobres, pero llegados a ese punto el gallinero se confabul¨® para el goce sin reparar en el reloj, las incomodidades ni el inopinado aguacero que se desataba al otro lado del hormig¨®n. Visitante es el geniecillo musical discreto, de gesto absorto y sombrero bohemio, mientras que Residente, el chandalero agitador, concitaba todas las miradas como un leg¨ªtimo l¨ªder popular.
Descamisado antes de emprender la tercera pieza de la noche, la muy bullanguera Vamo¡¯ a portarnos mal, Ren¨¦ P¨¦rez acent¨²a as¨ª su muy fibrada y sudorosa belleza barrial. E impregna de adrenalina todo lo que rapea, desde la orgullosa declaraci¨®n de amor a todo un continente (Latinoam¨¦rica) al evidente p¨¢lpito sexual que late en Suave o en la no menos t¨®rrida Cumbia de los aburridos. Y as¨ª, entre r¨¢fagas de baile y mensajes expl¨ªcitos de quien est¨¢ al tanto de la prensa (¡°Que se jodan Andrea Fabra y su pap¨¢; est¨¢ feo insultarlos, pero ellos insultaron a mucha m¨¢s gente¡±), nos dieron m¨¢s de las dos.
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