El feijoniano
Hay que tener mucho miedo a perder para intentar ganar en los despachos la ventaja
Probablemente recuerden ¡°El Virginiano¡±, aquella cl¨¢sica serie de cuando la televisi¨®n era de verdad. No como ahora. En ella, un cowboy de oscuro pasado luchaba por mantener la paz en el rancho contra toda suerte de acechanzas ayudado por ¡°Trampas¡±, su fiel aunque algo alocado colega.
Con su propuesta de ¡°rapa parlamentaria¡±, La Democracia Feijoniana parece un remake de un episodio de aquel serial de vaqueros en aquel oeste donde reg¨ªa la ley del m¨¢s fuerte y todo val¨ªa. El rancho ser¨ªa la Xunta, Feij¨®o es ¡°el Feijoniano¡± trampeando por conservarlo y el conselleiro Rueda encarnar¨ªa a ¡°Trampas¡± y sus locos ardides. En la versi¨®n de este Far West galaico, ¡°el Feijoniano¡± y ¡°Trampas¡± se pasan el d¨ªa li¨¢ndola para ir tirando con sus trucos hasta las elecciones mientras la vida y la realidad pasan.
Si les parec¨ªan exagerados los pron¨®sticos que algunos efectu¨¢bamos sobre la probabilidad de una derrota electoral de Feij¨®o, ah¨ª tienen la prueba de que en el Partido Popular tambi¨¦n lo creen. Hay que tener mucho miedo a perder para intentar ganar en los despachos la ventaja que deber¨ªa obtenerse en el campo, especialmente cuando el partido ni ha comenzado todav¨ªa.
Imag¨ªnese que usted va a jugar una final y el otro equipo se arroga el derecho a cambiar en solitario las reglas y dictar otras nuevas a su favor. Eso es exactamente lo que pretende La Democracia Feijoniana. Busquen en los sistemas pol¨ªticos comparados. No existe un solo precedente de norma electoral impuesta con los votos de un ¨²nico grupo. No hay un solo antecedente en democracia. En otro tipo de reg¨ªmenes, les sobrar¨¢ donde escoger.
A la espera de comprobar si vamos a una competencia electoral manipulada, debemos concederle a ¡°El Feijoniano¡± y ¡°Trampas¡± el ¨¦xito de su maniobra de distracci¨®n. Misi¨®n cumplida con la ayuda de unos medios plagados de periodistas justicieros e indignados, siempre listos para repetir con la derecha que todos son iguales y qu¨¦ m¨¢s da. En la semana de los recortes, la prima, el paro o los peajes de las autopistas, en Galicia, nuestro gobierno se ocupa de enredar en el acuciante problema del Parlamento. Un asunto capital que seguro no deja dormir a los miles de j¨®venes gallegos que no encuentran trabajo, a los padres y madres que ven c¨®mo buscan en vano mientras el suyo est¨¢ amenazado o a los dependientes que constatan que no llegar¨¢ la ayuda prometida.
Ya les avisamos que iba a ser una campa?a electoral muy sucia. Este amago de tocomocho parlamentario lo prueba. Dentro de poco, recordaremos con nostalgia el lodazal organizado por ¡°el Feijoniano¡± y Trampas en 2009 solo para ganar unas miserables elecciones; entonces ¨¦ramos todos j¨®venes e ingenuos. En su constante exploraci¨®n de los l¨ªmites de la decencia y la virtud, la Democracia Feijoniana no ha tenido reparo en invocar a parados, ni?os en gali?aescolas o ancianos en centros de d¨ªa para justificar un cambio de reglas pensado exclusivamente en beneficio propio. La misma t¨¢ctica que los directivos de las cajas con las preferentes, o los defraudadores con la amnist¨ªa fiscal: la crisis como coartada para sacar tajada.
Si tanta urgencia tiene ese mill¨®n de euros que se pretende ahorrar recortando en democracia, en estos mismos d¨ªas, la Conseller¨ªa de Industria despilfarra lo mismo en publicidad para que veamos el futuro con m¨¢s optimismo. As¨ª de f¨¢cil resulta economizar. Seguro que se aprovecha bastante m¨¢s, y sin mermar la representatividad, ajustando los sueldos y gastos de sus se?or¨ªas.
Si el presidente Feij¨®o recupera el buen juicio y deja de jugar fr¨ªvolamente con las reglas de la democracia, a lo mejor hasta recuerda que las elecciones se ganan gobernando. Si se presenta ante los gallegos y las gallegas con el ¨²nico balance de la austeridad, sin nada m¨¢s que ofrecer, ninguna trampa o regla de votaci¨®n tuneada le salvar¨¢. No deber¨ªa desatender un principio universal de la ciencia pol¨ªtica. Cuando uno convoca las elecciones forzando los l¨ªmites para ganarlas, inevitablemente acaba perdido o perdiendo. En el antiguo Oeste se embreaba con plumas y alquitr¨¢n a los tah¨²res. Hoy en d¨ªa, preferimos usar el voto. Es m¨¢s limpio.
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