La gran decisi¨®n
Feij¨®o usa las emociones como Sarkozy y modifica las leyes en su beneficio como Berlusconi
En el crep¨²sculo del mandato, el plan de ahorro de Feij¨®o consiste b¨¢sicamente en ahorrarse una derrota en las urnas. La ortopedia electoral resolver¨¢ los problemas que la incapacidad pol¨ªtica acumula en la mesa presidencial. La jibarizaci¨®n parlamentaria, reduciendo 14 cabezas, aumenta las posibilidades del PP para revalidar una mayor¨ªa institucional con mucho menor esfuerzo y apoyo ciudadano. La reforma electoral quiere hacer justicia al principal mantra del presidente: hacer m¨¢s con menos; un gentil arreglo que le permitir¨¢ tener m¨¢s esca?os con menos votos.
Feij¨®o, que declara (ma?ana, tarde y noche) no ser ventajista, no tiene otro plan que torturar a capricho las reglas de juego electoral para obtener el mismo resultado de 2009: una victoria m¨ªnima pero suficiente. No es elegante, pero, como vocean en Punto Pelota, el resultado es lo ¨²nico que cuenta. Que Feij¨®o iniciase su irresistible ascensi¨®n ocupando portadas como regeneracionista democr¨¢tico y ahora ejerza como un marrullero tahur es un asunto feo que tendr¨¢ que maquillar la prensa placebo. El triunfo a cualquier precio. Dijo Simone de Beauvoir que todas las victorias ocultan una abdicaci¨®n. La arreglada y victoriosa reforma electoral de Feij¨®o esconde una renuncia expresa a la democracia.
Los muchos asesores y spin doctors de Monte P¨ªo saben que las campa?as electorales de los gobernantes reposan en dos claves: reconocimiento y confianza. El reconocimiento se concreta en el aplauso ciudadano a las realizaciones del gobierno. Es cierto que muchos gallegos no votar¨¢n tanto por lo que se hizo como por lo que se tiene (o tendr¨¢) que hacer, pero obras siguen siendo amores. La desesperada actividad de Feij¨®o como agente comercial en Am¨¦rica tiene por objetivo cobrar una magra comisi¨®n electoral mejorando, en el ¨²ltimo lance, un ruinoso balance de gobierno. Maniobras de f¨¢bula como la Operaci¨®n Pemex caen (mayormente) en saco roto, pero las dificultades del PP se agravan si pretende ganar apelando tan solo a la confianza.
La confianza se mide por el cr¨¦dito concedido a las promesas. De promesas estaba hecho el Contrato con Galicia de Feij009 que fijaba como prioridad la superaci¨®n de la crisis y la creaci¨®n de empleo. A d¨ªa de hoy 276.000 parados gallegos enmiendan toda promesa y engordan la desconfianza. Los griegos, de los que mucho nos acordamos en estos d¨ªas como inventores de nuestras instituciones (y como v¨ªctimas de las miserias y abusos de la mercadocracia), cre¨ªan que la ausencia de coerci¨®n y de sospecha eran elementos sustantivos de la democracia. Sospecha, en griego cl¨¢sico, se dec¨ªa hypopsia, mirar por debajo. Se miren por arriba o por debajo, la Galicia, tierra de oportunidades de Feij¨®o y el cambio conservador de Rajoy son los dos mayores fraudes electorales de nuestro tiempo. La confianza en los gobiernos del PP se pudre. Los graneros electorales conservadores comienzan a vaciarse.
La crisis de las instituciones democr¨¢ticas y el menosprecio de los partidos y la clase pol¨ªtica es un efecto colateral de la crisis econ¨®mica. A su crisis de legitimidad se puede dar respuesta con la exaltaci¨®n neopopulista o la radicalidad democr¨¢tica. El c¨¢lculo de Feij¨®o es que la Reforma de los 61 conecta plenamente con la mainstream autoritaria del descontento y con el sentir de los medios de comunicaci¨®n que amagan con llamamientos a la insumisi¨®n para preservar privilegios olig¨¢rquicos de ayer, de hoy y de siempre. Feij¨®o es tan h¨¢bil, como Sarkozy, para sacar ventaja de las emociones y tan poco escrupuloso, como Berlusconi, para modificar sin remordimiento las leyes en beneficio del PP.
Nuestro virtuoso presidente piensa que para triunfar basta con un mix de autoritarismo paternalista y prestidigitaci¨®n demag¨®gica. Para poder ganar el PP alienta la pol¨ªtica anti-15M: menor pluralidad y representatividad, menor proporcionalidad, circunscripciones con mayores desigualdades en la competencia electoral, merma de los controles ciudadanos, ejecutivos m¨¢s fuertes con legislativos m¨¢s d¨¦biles... No hay lugar para el consenso, tan solo ventajas para el partido que gobierna.
Hay otro camino, es el de la radicalidad democr¨¢tica, la rebeld¨ªa republicana, la defensa del bien com¨²n y la desobediencia civil. Nosotros elegimos. Feij¨®o est¨¢ en condiciones de aprobar su reforma con una mayor¨ªa simple en O H¨®rreo, pero puede ser derrotado en la calle y en las urnas. El PP, en ca¨ªda electoral libre, quiere vencer descontando diputados a los ciudadanos que desean el cambio pol¨ªtico. Aunque les parezca exagerado, elegimos entre democracia o autoritarismo. Aprovechemos la ocasi¨®n, no tendremos m¨¢s.
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