Incontrolados
Fue a la militancia libertaria a quien se colg¨® el sambenito de todos los desmanes
De la convulsa revoluci¨®n que vivi¨® Barcelona durante el primer verano de la Guerra Civil apenas quedan recuerdos visibles en la ciudad. Uno de los m¨¢s singulares se encuentra en el interior de la parroquia de Sant Jaume de la calle Ferran. En los canecillos situados bajo el coro se observan dos im¨¢genes, instaladas all¨ª en la posguerra. La primera lleva inscrito el a?o 1936, y muestra a un trabajador y a una mujer del pueblo, ambos armados con cuchillos y hachas, que est¨¢n incendiando y destruyendo vand¨¢licamente una iglesia. En la segunda pone 1940 y en ella se ve a tres hombres con aspecto vagamente medieval, reedificando piadosamente el edificio y colocando una cruz. Caos contra orden, violencia contra laboriosidad. Propaganda de una dictadura que justific¨® lo injustificable, con la excusa de salvar la fe del fuego.
Los cr¨ªmenes en la retaguardia republicana siguen siendo un tema molesto, cuyos grandes protagonistas fueron los famosos "incontrolados". Nunca un t¨¦rmino ha generado tan distintas interpretaciones. Para sus mismos contempor¨¢neos, la figura del pistolero que campaba a sus anchas entre el descontrol y la anarqu¨ªa ten¨ªa significados distintos. Podemos suponer que un alto n¨²mero de asesinatos cometidos al estallar la guerra no tuvieron motivaciones pol¨ªticas, pero fueron contabilizados en la cuenta de estos personajes tan rentables. Para los libertarios eran aquellos que se aprovechaban torticeramente de la nueva sociedad; los comunistas les identificaban con quienes dinamitaban la disciplina revolucionaria; para el catalanismo eran murcianos ¨¢cratas; y para el franquismo, vulgares delincuentes liberados de las prisiones. Todo el mundo se desmarcaba as¨ª de esa violencia que iba por libre, y que llevaba a tanta gente a las cunetas y a las tapias de los cementerios.
Propaganda de una dictadura que justific¨® lo injustificable, para salvar la fe del fuego
Se puede suponer que los implicados en este tipo de acciones fueron muchos y con muy variados objetivos, pero c. En contra de lo que suele pensarse, solo la mitad de los miembros de las once secciones que compon¨ªan las Patrullas de Control pertenec¨ªan al sindicato anarquista; la otra mitad eran de la UGT, de ERC, del PSUC, del POUM o de Estat Catal¨¤. En Barcelona estaba Jos¨¦ Asens de la FAI, Tom¨¢s F¨¤bregas de Acci¨® Catalana, o la comunista ?frica de las Heras. En Sabadell estaban Lino y sus muchachos, en Terrassa Pedro Alcocer y sus chiquillos, el Cojo de M¨¢laga en Puigcerd¨¤, el Sec de la Matinada en Tarragona, el Cojo de la calle Gurb en Vic, Mar¨ªn en Molins de Rei o Pallarols en Torell¨®. Algunos eran emigrantes pero no todos. Alguno ten¨ªa antecedentes penales, pero tampoco puede generalizarse. Lo ¨²nico seguro es que resulta imposible que hubiesen cometido todos los delitos que se les atribuyeron.
Quiz¨¢s el caso m¨¢s protot¨ªpico de incontrolado sea el de Joaquim Aub¨ª Canals ¡ªalias el Gordo¡ª, que era un soplador de vidrio de Badalona. Este activo tertuliano del caf¨¦ del Teatro C¨®mico del Paral¡¤lel fue miembro de una banda de atracadores de bancos, militante conocido que antes de la guerra participaba en actos a favor de la amnist¨ªa de presos, sicario que igual ventilaba sus propias vendettas personales, que aceptaba matar por encargo o ejecutaba a empresarios y a pistoleros del Libre. En 1936, Aub¨ª ten¨ªa una larga carrera penal por robos y falsificaci¨®n de moneda. Ese verano se afili¨® a la FAI y se integr¨® en una patrulla, donde sembr¨® el terror en el Maresme. Denunciado por sus propios compa?eros, por asaltar bancos escud¨¢ndose bajo falsas finalidades pol¨ªticas, fue se?alado por la prensa libertaria como el responsable de la matanza en la cartuja de Montalegre de Tiana. En mayo de 1937, Aub¨ª particip¨® en el golpe de fuerza del PSUC, denunciando a sus antiguos camaradas y a los "provocadores troskystas". Y en 1939 se exili¨® en Cuba, donde termin¨® trabajando para la polic¨ªa de Batista y para la CIA, lo que le cost¨® la c¨¢rcel bajo Fidel Castro. Aunque muri¨® de viejo en Miami.
El caso m¨¢s protot¨ªpico de incontrolado sea el de Joaquim Aub¨ª Canals, alias 'el Gordo'
Ser¨ªa el secretario general de la CNT Joan Peir¨® quien con mayor sa?a persigui¨® a estos grupos de criminales. Despu¨¦s ser¨ªa Andreu Nin, conseller de Justicia, quien crear¨ªa los tribunales populares ¡ªen octubre de 1936¡ª, que terminaron con aquellos asesinatos disfrazados de represi¨®n pol¨ªtica. As¨ª, Jos¨¦ Garde?as en Barcelona o M¨¢ximo Cid en Tremp fueron condenados y ejecutados por sus delitos. Aunque la imagen del rojo incendiario, como la de los canecillos franquistas de la iglesia de Sant Jaume, sigue apareciendo de tarde en tarde como si fuese una ¨²nica verdad hist¨®rica.
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