Un agitador de la utop¨ªa
Tras la p¨¦rdida de Fern¨¢ndez Buey, permanece su ejemplo y la caja de resonancia de sus ideas
Escribo conmocionado por la muerte de Francisco Fern¨¢ndez Buey, mi querido Paco, que me acaban de comunicar, y con la precipitaci¨®n a la que obliga el cierre de la edici¨®n del peri¨®dico. Sin embargo, no me es dif¨ªcil, como en un torbellino, evocar sucesivas im¨¢genes de Paco, al que conoc¨ª hace ya tantos a?os.
Recuerdo perfectamente la primera vez que lo vi, reci¨¦n entrado yo en la Universidad, en una asamblea de estudiantes que se celebraba en el paraninfo. Paco era ya un dirigente estudiantil famoso y enseguida pude apercibirme de las causas: pese a que no era corpulento, su capacidad de dominio del espacio y de persuasi¨®n de los oyentes eran enormes. Me cautiv¨® su voz grave y bien modulada, pero, sobre todo, la mesura extraordinariamente arm¨®nica de sus argumentos. Aunque ¨¦l era entonces muy joven ¡ªdeb¨ªa de tener unos 23 a?os¡ª ya reun¨ªa toda la capacidad del que puede encabezar un proyecto por la limpieza y convicci¨®n de sus ideas. Aquella primera ocasi¨®n fue la piedra de toque para medir cu¨¢ntas intervenciones p¨²blicas les escuch¨¦ a Paco Fern¨¢ndez, siempre firmes, y siempre de una elegante elocuencia.
Con los a?os comprob¨¦ que esa imagen exterior de Paco, que le hab¨ªan convertido en una leyenda en la ciudad, se conciliaba perfectamente con su existencia cotidiana. En privado, era un hombre muy afable, de f¨¢cil conversaci¨®n, que emanaba continuamente una gran coherencia en sus convicciones. A lo largo del tiempo tuve la oportunidad de colaborar repetidamente en empresas editoriales e intelectuales en las que ¨¦l participaba. Nunca fall¨® en la transmisi¨®n de esta honestidad y hondura morales que tanto le caracterizaban. Como es sabido, siempre mantuvo posiciones pol¨ªticas revolucionarias que, en su caso, estuvieron sostenidas por unos fundamentos culturales de enorme solidez. Su inconformismo y su rebeld¨ªa ¨¦ticas se agrandaban en la misma medida que su profundidad intelectual las hac¨ªa consecuentes. Tras a?os de encuentros intermitentes, en los que se forj¨® un gran aprecio mutuo, tuve la fortuna de coincidir con ¨¦l en estas dos ¨²ltimas d¨¦cadas en la misma Universidad Pompeu Fabra. Nuestros despachos estaban situados en el mismo pasillo y esto nos daba la oportunidad de conversar frecuentemente. Paco Fern¨¢ndez era un brillante profesor y ensayista, vertientes que ¨¦l desarroll¨® siempre en paralelo a su inconmovible militancia pol¨ªtica.
Su muerte significa una enorme p¨¦rdida desde todos los puntos de vista. Con ¨¦l desaparece uno de los grandes agitadores de la utop¨ªa, si bien permanece su ejemplo y la caja de resonancia de sus ideas. Para m¨ª la p¨¦rdida es doble porque se desvanece un referente intelectual y moral y, simult¨¢neamente, se aleja un amigo querido. En el v¨¦rtice del torbellino de im¨¢genes que ahora me envuelve permanece, como una tierra firme inalterable, la amistad, complicidad y lealtad que nos ha unido durante tantos a?os.
Rafael Argullol es escritor.
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