La reacci¨®n del aficionado
La fiesta de los toros camina en la actualidad sin rumbo, con los entendidos despreciados y solo empe?ada en satisfacer a sus protagonistas
La fiesta de los toros es un espect¨¢culo singular. Es el ¨²nico que no se preocupa por mantener satisfecha a su clientela y se basa en una endog¨¢mica estrategia para satisfacer los intereses de sus protagonistas, que marcan las pautas y se reparten un pastel cada vez m¨¢s peque?o.
El aficionado es despreciado sistem¨¢ticamente porque debilita el sistema econ¨®mico establecido para que los festejos sean rentables. La tesis de que si solamente acudiesen a los toros los denominados entendidos las entradas ser¨ªan tan pobres que no se sostendr¨ªa el espect¨¢culo provoca que el aficionado quede arrinconado, y la importancia la cobre el p¨²blico desconocedor de los valores de la fiesta.
Los protagonistas, toreros, empresarios y ganaderos, se encuentran inmersos en un sistema que funciona para recoger frutos de los festejos, pero lo cierto es que no hay ninguna estrategia para generar entre el p¨²blico nuevos aficionados.
El aficionado es necesario. Es el que siempre est¨¢, quien se preocupa por la actualidad, por los detalles y por los valores que cada estamento representa. Pero es inc¨®modo, porque conoce y tiene criterio, y si las cosas no se hacen bien, protesta.
Los aficionados solo lograr¨¢n hacerse fuertes si forman un bloque com¨²n
Por contra, el p¨²blico es ocasional, carece de inter¨¦s y solo busca divertirse sin capacidad cr¨ªtica, pero se desmarcar¨¢ cuando halle otro espect¨¢culo que cuadre en su agenda o cartera.
Adem¨¢s, se trata al aficionado como un ser extra?o, caprichoso y que no desea disfrutar en la plaza. Recibe ese estigma cuando la realidad es totalmente diferente, pues lo ¨²nico que el aficionado hace es pelear contra el entramado instaurado por los profesionales que se aleja de los heroicos valores en los que se basa la fiesta.
As¨ª, resulta cada vez m¨¢s habitual que los aficionados se ausenten de los tendidos de Vista Alegre, por ejemplo. Algunos han optado por seleccionar sus entradas y no comprar todo el abono, con lo que evitaron los absurdos d¨ªas de las figuras, en los que el espect¨¢culo carec¨ªa de toros. Otros han optado por la televisi¨®n, como medio de respuesta a los excesos de unas ferias similares y carentes de novedades.
Esos que han sacrificado su tradicional peregrinaci¨®n a Vista Alegre son los mismos capaces de recorrer 200 kil¨®metros para ver una novillada en un pueblo o reunirse en torno a un torero durante el invierno.
Ese aficionado es el que los protagonistas deber¨ªan cuidar, porque esa persona es fiel, mientras que atender al p¨²blico supone lo que se ha empezado a ver este verano en las plazas vascas, donde la crisis y la variada oferta de espect¨¢culos lleva a otras elecciones y el n¨²mero de espectadores baja.
La fiesta se sostiene m¨¢s en la tradici¨®n de cada pueblo o ciudad que en el inter¨¦s que levantan sus protagonistas.
El aficionado a los toros es un ser independiente, que gusta de militar en sociedades con rango de pe?a o club, pero que se guarda sus gustos para elegir sus acciones, tanto sea para asistir a un festejo o para difundir entre sus amistades la afici¨®n que profesa.
Ahora, sin embargo, no es momento de posturas individuales, sino de que la afici¨®n se organice para defender la fiesta en bloque, igual que la atacan ciertos pol¨ªticos y los antitaurinos.
Los aficionados son quienes deben hacerse fuertes y eso solo lo lograr¨¢n si forman un bloque com¨²n. Adem¨¢s, defender¨¢n los valores de la fiesta, que son los verdaderos intereses que les unen y no el actual negocio endog¨¢mico que tienen tejido los protagonistas, con empresarios que son apoderados y ganaderos, en una triada que lesiona la verdad de la fiesta de los toros.
Donde los aficionados llevan las riendas, como sucede en Azpeitia, las cosas funcionan tanto art¨ªstica como econ¨®micamente. Incluso en Bilbao, a pesar de que se necesita una actualizaci¨®n de su gesti¨®n, la fiesta tiene fuerza.
Lo malo es que el mundo de los toros siempre va con retraso y le cuesta innovar. Francia, con una afici¨®n m¨¢s nueva, se mueve y busca nuevas formas que chocan con la tradicional forma de funcionar en la Pen¨ªnsula.
Los aficionados siempre han ido por libre, nunca han tomado la iniciativa y ahora es el momento de dar el paso antes de que los antitaurinos lo hagan en las instituciones, antes de que los protagonistas sigan engordando su endog¨¢mico sistema. Bizkaia tiene asociaciones importantes de aficionados y el futuro est¨¢ en su mano, antes de que alguien se adelante para mal de la fiesta.
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