El Leonardo que someti¨® al pulpo
Una exposici¨®n recuerda en Nigr¨¢n al marinero que invent¨® el sistema m¨¢s eficaz para pescar cefal¨®podos
Harto de levantar nasas vac¨ªas, sin pulpo ni cebo, el marinero Daniel Paz¨® Vila (Nigr¨¢n, 1914), que ten¨ªa por lema no darse por vencido, dedic¨® horas a observar a los h¨¢biles cefal¨®podos, hasta que dio con la clave. Hab¨ªa que evitar que el animal se quedase en la boca del aparejo y robase con los tent¨¢culos la comida; hab¨ªa que obligarlo a entrar. Una simple bolsa en el interior del aparejo, que protege la carnada y a la que el pulpo, voraz, se aferra dando tiempo a su captura, fue su respuesta. Un artilugio, el casulo, extendido a todo el litoral gallego y de tan sencilla y perfecta eficacia que parece que nunca hubo otra forma de pescar esta especie.
Sin embargo, desde que lo invent¨®, sobre 1966, hasta que se generaliz¨® a?os despu¨¦s, Paz¨®, natural de Nigr¨¢n y fallecido en 2008, fue el marinero m¨¢s envidiado del Val Mi?or. Antes se utilizaba un alambre en forma de pincho moruno, en el que, adem¨¢s de ofrecer al pulpo la posibilidad de escapar con el bot¨ªn, solo se pod¨ªa ensartar caballa o jurel. Su sistema le permit¨ªa volver a casa con la gamela rebosante. ¡°No met¨ªa m¨¢s porque no cab¨ªa¡±, rememora su hijo, tambi¨¦n Daniel, que fue con ¨¦l al mar algunos a?os. Otra de sus descendientes, Luisa, recuerda c¨®mo los dem¨¢s pescadores se desviv¨ªan por conocer el truco que su padre se esforzaba en mantener en secreto. ¡°Les dec¨ªa que usaba tocino de carnada, y ellos pon¨ªan tocino¡±, comenta.
Bien por ¡°espionaje industrial¡±, bien porque cedi¨® a las presiones de sus compa?eros, entrada la d¨¦cada de 1980 el casulo ya se usaba en el puerto de Panx¨®n, y despu¨¦s pas¨® al resto de Galicia, seg¨²n relato de Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez Crespo, presidente del Clube Mar¨ªtimo Marisma da Ramallosa. Rodr¨ªguez, empe?ado en reivindicar la cultura marinera tradicional, investig¨® a fondo la figura de Paz¨®, sobre la que ha organizado una exposici¨®n con vocaci¨®n itinerante, y que ha tenido su punto de partida en el Mercado de la T¨ªa Ni, en Sabar¨ªs (Baiona). En la muestra se hallan los detallados dibujos y las explicaciones manuscritas que el marinero, ya jubilado, hizo en 1992 para intentar conseguir la patente para su hallazgo.
De hecho, la oficina de patentes le reconoci¨® la paternidad del invento, pero la falta de recursos econ¨®micos le impidi¨® hacerla efectiva. Tiempo despu¨¦s, un industrial madrile?o se desplaz¨® hasta Nigr¨¢n para intentar comprarle los derechos, pero Paz¨® rechaz¨® la oferta. ¡°Dijo que o era de ¨¦l o ser¨ªa de todos¡±, comenta el responsable de la exposici¨®n. En ella, se pueden observar bocetos de otro de los artilugios creados por el marinero, ¡°dotado de una gran inteligencia natural¡±, las ocho nasas plegables que ocupaban el espacio de una sola. Pese a no ser carpintero de ribeira, tambi¨¦n fue capaz de construir con la ¨²nica ayuda de sus hijos menores dos embarcaciones en las pocas horas libres que le dejaba el mar.
La historia de Daniel Paz¨® no solo es la de una mente brillante sin m¨¢s estudios que las cuatro reglas. Tambi¨¦n es la de un combatiente del ej¨¦rcito republicano que vivi¨® en sus carnes el rencor posb¨¦lico de los vencedores. Cuentan sus hijos, y su tono de voz se torna amargo, como al volver de la guerra sus compa?eros de profesi¨®n lo hostigaban. Le robaban los remos, le tiraban los aparejos al mar, se encontraba con la gamela agujereada. Sospechaba, incluso, que una vez lo intentaron envenenar con una medicina preparada que deb¨ªa tomar como secuela de los combates. ¡°?l hablaba y hablaba, todos los d¨ªas lo mismo, siempre de la guerra. (...) Tuvo una vida muy dura¡±, resume Luisa.
Y eso que, seg¨²n informe del propio r¨¦gimen, carec¨ªa de adscripci¨®n pol¨ªtica alguna. Simplemente estaba enrolado en las fuerzas armadas de un gobierno leg¨ªtimo, al que defendi¨® cuando estall¨® la sublevaci¨®n, explica Rodr¨ªguez. Hab¨ªa entrado en la Armada como marinero voluntario en 1934, a bordo del acorazado Jaime I. De hecho, fue de los pocos supervivientes del probable sabotaje quintacolumnista de la embarcaci¨®n, una de las piezas clave de la flota republicana. No en vano, el curso de la guerra mar¨ªtima se decant¨® en favor de las tropas franquistas a partir de este hecho. Una vez acabada la contienda Paz¨® burl¨® un fusilamiento y fue encarcelado durante un a?o y siete meses.
Ya en democracia, pugn¨® durante siete a?os hasta conseguir en 1991 que el Gobierno le reconociese sus derechos y servicios prestados en el ej¨¦rcito de la Rep¨²blica, conforme una ley dictada en 1984 por el Ejecutivo de Felipe G¨®nzalez. Tres veces se le deneg¨® el reconocimiento, pero finalmente lo obtuvo con el rango de capit¨¢n de corbeta, equivalente al de comandante. En una de sus cartas al jefe de gabinete del expresidente socialista para reclamar sus derechos dej¨® escrito el lema que resume su trayectoria, ir¨®nicamente una par¨¢frasis del discurso de Franco a su entrada en Madrid: ¡°Rendido, desarmado, pero nunca vencido¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.