Riesgo extremo
Tuvo Mar¨ªn el acompa?amiento de Ra¨²l Cantizano, que conoce bien el oficio de acompa?ar al baile, aunque esta vez lo hiciera con guitarra el¨¦ctrica
El artista ante el reto creativo. Cada uno tiene su manera de afrontarlo, y la de Andr¨¦s Mar¨ªn ha sido la de experimentar con contextos y compa?¨ªas nuevas en cada propuesta, siempre arriesgando en una personal b¨²squeda de caminos no trillados que lo alejen de los t¨®picos. Con no pocos logros dentro de esa trayectoria, ha llegado ¡ªy de manera consecuente¡ª hasta aqu¨ª. Una vuelta de tuerca m¨¢s con la que ha querido asomarse al abismo jugando conscientemente con la provocaci¨®n, de la que ¡ªdicho sea¡ª advierte de forma honesta. Una obra en la que, elementos curiosos o llamativos aparte, el bailaor asume un riesgo extremo. Pues es eso lo que supone una propuesta esc¨¦nica absolutamente desnuda, intensa, oscura ¡ªg¨®tica en ocasiones, t¨¦trica a veces¡ª, sostenida casi exclusivamente por su baile. Sus n¨ªtidos pies y su austera figura, que va dejando en el tiempo estampas est¨¢ticas de efecto indiscutible, protagonizan largos minutos de soledad.
Andr¨¦s Mar¨ªn busca caminos no trillados que lo alejen de los t¨®picos
Porque la presencia de Concha Vargas se queda casi en testimonial y La Macanita llega bastante avanzada la funci¨®n.
S¨ª tuvo Mar¨ªn, y de qu¨¦ manera, el acompa?amiento de Ra¨²l Cantizano, que conoce bien el oficio de acompa?ar al baile, aunque esta vez lo hiciera con guitarra el¨¦ctrica, cuya multitud de efectos abundaba en las sensaciones antes descritas.
As¨ª fue transcurriendo el tiempo, dentro de una densidad que no ofrec¨ªa concesiones, por m¨¢s que la obra terminase por abrirse regalando un respiro ¡ªy unas risas¡ª al respetable.
Podr¨ªamos estar, aunque es solo una hip¨®tesis, ante la b¨²squeda del yo desnudo, del otro yo, y no el de la m¨¢scara con la que el bailaor aparece en escena y golpea como intentando eliminarla. Lo que somos y lo que no somos: una dial¨¦ctica que se extiende al juego del espejo, que nos ofrece una visi¨®n deforme, o al que ejecuta con su propia camiseta, con la que tambi¨¦n juega a ocultarse ante el cante por romances de La Macanita. La jerezana hab¨ªa hecho tan solo una aparici¨®n fugaz para dejar en el aire el grito de la seguiriya, y cuando regres¨® ¡ªpara quedarse¡ª ilumin¨® la escena y el baile de forma especial. A pelo seco, valiente y con una voracidad impresionante, abord¨® la sole¨¢, el martinete y la seguiriya. Con ella, el baile de Mar¨ªn sali¨® de su ensimismamiento, por m¨¢s que el entendimiento entre ¨¦l y su el¨¦ctrico tocaor hubiese deparado destellos aislados. Porque la guitarra de Cantizano habl¨® casi siempre en la escala andaluza, evocando la ronde?a de Montoya o la petenera, entre otros estilos.
COMPA??A ANDR?S MAR?N. TU?TANO.
- Coreograf¨ªa, baile, direcci¨®n art¨ªstica y esc¨¦nica: Andr¨¦s Mar¨ªn. Baile: Artista invitada, Concha Vargas.?Cante: Artista invitada, Tomasa Guerrero "La Macanita" . Guitarra: Ra¨²l Cantizano. Percusi¨®n off: Luis Tabuenca. Coproducci¨®n Festival Montpeliier Danse 2012.
- Teatro Lope de Vega. Martes, 11 de septiembre.
Parec¨ªa que la obra hab¨ªa llegado a su fin o as¨ª el p¨²blico lo crey¨®. No, faltaban las anunciadas gallinas. Aparecieron despreocupadas, comiendo ma¨ªz como si estuvieran en un corral donde dos gitanas de fuste la armaban por buler¨ªas. Y Mar¨ªn se las ingeni¨® para subirse una de aquellas gallinas a la cabeza por medio de unos sombreros. Con ella bail¨® sin descomponer la figura. O componi¨¦ndola con unas especiales y sabrosas hechuras. Tambi¨¦n cant¨® ¡ªque a ¨¦l le gusta¡ª por sole¨¢, antes de volverse a quedar solo recitando de nuevo. De la misma forma que empez¨®, aunque en ning¨²n momento se le entendiera de forma adecuada.
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