?D¨®nde vas Artur Merkel?
El problema es que Catalu?a no es la Alemania espa?ola ni Artur Mas es Angela Merkel.
El presidente de la Generalitat llevaba su discurso muy preparado. Era su primera comparecencia en Madrid tras la multitudinaria manifestaci¨®n independentista de Barcelona y cada t¨¦rmino estaba perfectamente dise?ado. No pronunci¨® la palabra independencia, pero afirm¨® la necesidad de un Estado catal¨¢n. Sin embargo, esta cuidad¨ªsima declaraci¨®n inclu¨ªa una patadita a Andaluc¨ªa, al sur, a los de abajo, que venimos a ser los mismos.
Artur M¨¢s afirm¨® que ¡°la Espa?a del norte se ha cansado de la Espa?a del sur y la Europa del norte tambi¨¦n se ha cansado de la Europa del sur¡±. Aunque despu¨¦s matiz¨® que tambi¨¦n Espa?a se hab¨ªa cansado de Catalu?a, la descalificaci¨®n hacia Andaluc¨ªa estaba m¨¢s que clara.
Mas trat¨® el problema como un divorcio civilizado. Como la cita en el restaurante que uno de los c¨®nyuges promueve para evitar un espect¨¢culo privado. ¡°Desde hace tiempo las cosas no van bien. Lo sabes de sobra. No quiero hacer reproches. El caso es que ya no nos soportamos. Y, sobre todo, con esos parientes tuyos del sur tan molestos¡±, vino a decir. Todo educado, prudente, sin frases altisonantes, tal como le hab¨ªan rogado los 400 empresarios que influyen decisivamente en su discurso.
El seny catal¨¢n no le priv¨® de desde?ar a esa gente del sur que en su imaginario delirante viven de las finanzas catalanas y que, en su opini¨®n, son la verdadera raz¨®n por la que Catalu?a caminar¨ªa mejor en solitario. Por supuesto, en la analog¨ªa europea de la que habl¨®, los pa¨ªses del norte se han cansado de griegos, portugueses y espa?oles, igual que los catalanes se han cansado de extreme?os, canarios o andaluces.
El problema es que Catalu?a no es la Alemania espa?ola ni Artur Mas es Angela Merkel. Catalu?a, gobernada en su etapa democr¨¢tica mayormente por CIU, no es la comunidad industrial del pasado. Su implicaci¨®n en un modelo insostenible ha sido terrible y su deuda es m¨¢s del doble que la de Andaluc¨ªa.
El problema, tambi¨¦n es que el modelo econ¨®mico y social de CIU es id¨¦ntico al de Rajoy, Guindos y Montoro. Es m¨¢s, Catalu?a ha presionado para que los recortes de sanidad y de educaci¨®n sean m¨¢s intensos, al tiempo que jalea continuamente la l¨®gica del desmantelamiento del Estado del bienestar y de las privatizaciones. En el plano del modelo de Estado, no hay nada que se lleve mejor con el neocentralismo feroz del PP que el nacionalismo catal¨¢n de la derecha. El nacionalismo espa?ol se alimenta de anticatalanismo, y el nacionalismo catal¨¢n, de desmanes centralistas.
La derecha espa?ola, a lo largo de toda la historia, ha dado muestras m¨¢s que suficientes de desconocer la realidad territorial del pa¨ªs y de falta de respeto a las diversas lenguas y culturas. Un mill¨®n y medio de catalanes han salido a la calle porque la actitud del PP y la sentencia del Constitucional han cegado cualquier intento de avance del catalanismo pol¨ªtico y han frenado en seco la evoluci¨®n l¨®gica hacia un Estado federal. La crisis y el malestar social han puesto el resto del escenario. Pero es penoso que este caudal de reivindicaciones populares vaya a ser administrado por un partido que tampoco comprende nuestro pa¨ªs, singularmente el sur, y que orienta sus demandas hacia la insolidaridad y las pol¨ªticas m¨¢s fieramente neoliberales. Una fuerza pol¨ªtica que desde?a las autonom¨ªas que no sean la propia y que tampoco estar¨ªa satisfecho con un Estado federal solidario e igualitario. Por eso, las referencias de Mas y de su fuerza pol¨ªtica a Andaluc¨ªa son siempre despreciativas no solo en el plano econ¨®mico, sino tambi¨¦n pol¨ªtico o cultural. La pena es que la izquierda catalana carece de discurso, o lo tiene tan bien guardado que apenas se le escucha.
Se han subido al tren de las balanzas fiscales ¡ªesa elaboraci¨®n clasista y enga?osa por la que los recursos deben ser para los que m¨¢s aporten¡ª; han acompa?ado las tesis del Estado asim¨¦trico o de la independencia sin preguntarse hacia donde les lleva. Precisamente ahora, que ser¨ªa m¨¢s necesaria que nunca una alianza entre Catalu?a y Andaluc¨ªa para frenar la involuci¨®n tardofranquista. Mal empieza el debate sobre el futuro de Catalu?a si el nuevo nacionalismo se alimenta de confrontaci¨®n con las dem¨¢s comunidades y con la solidaridad. Porque adem¨¢s, ni ellos son tan ricos, ni nosotros tan pobres; ni aportan tanto a la solidaridad como anuncian; ni este sur est¨¢ cansado del pueblo catal¨¢n, aunque s¨ª, francamente, de su Gobierno.
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