El grito hiriente de Guayasam¨ªn
C¨¢diz re¨²ne el legado de uno de los grandes de la pintura iberoamericana
A Oswaldo Guayasam¨ªn (1919-1999) no le gustaba el siglo que le hab¨ªa tocado vivir. Aborrec¨ªa las guerras y los soldados. Detestaba a sus l¨ªderes y sus poderes. Y lo pint¨® todo. Porque no sab¨ªa ni quer¨ªa hacer otra cosa. Dej¨® constancia de su tiempo en una prolija obra que le convirti¨® en el artista m¨¢s aclamado de su pa¨ªs, Ecuador, y en un referente en Iberoam¨¦rica. Ahora una extensa selecci¨®n de sus trabajos ha llegado a C¨¢diz envuelta en una inusitada expectaci¨®n que atrae a muchos; entre ellos al ecuatoriano Juan Carlos Ayala, quien ha recorrido casi 2.000 kil¨®metros, desde Francia hasta Andaluc¨ªa, para asistir a la inauguraci¨®n de esta muestra. ¡°Es un grande¡±, resume.
Ayala conoci¨® en vida al pintor. Un d¨ªa se acerc¨® a su casa, se asom¨® a ella y lo vio terminar una obra. No habl¨® con ¨¦l. Le admiraba profundamente desde sus clases de Bellas Artes. Ayala se instal¨® hace un tiempo en Par¨ªs y se gan¨® la vida haciendo retratos en la calle, como tambi¨¦n hizo Guayasam¨ªn en su juventud. Ahora se dedica a otra cosa. ¡°A veces la vida te machaca los sue?os¡±, admite. Aunque el due?o de su casa le deja tener un hueco para sus pinturas. Lleg¨® a C¨¢diz el jueves y se marcha este s¨¢bado tras recorrer cuatro veces la exposici¨®n de su idolatrado Guayasam¨ªn.
Juan Carlos Ayala es uno de esos habitantes del siglo que le toc¨® vivir a Guayasam¨ªn, una frase que ¨¦l usaba mucho y que da t¨ªtulo a esta exposici¨®n, El tiempo que me ha tocado vivir, en la que se recoge su singular visi¨®n del mundo y la pintura. ¡°Mi arte es para herir, para ara?ar y golpear en el coraz¨®n de la gente. Para demostrar lo que el hombre hace contra el hombre¡±, reza una de sus frases en la sala de exposiciones del castillo de Santa Catalina. ¡°Pintar es una forma de oraci¨®n y de grito. Por eso lo hago de forma n¨ªtida. Para que se entienda¡±.
Esta es la ¨²ltima vez que muchas de las obras salen de su fundaci¨®n
Y hay ejemplos certeros como la serie La edad de la ira, con mujeres llorando en una alegor¨ªa de la Guerra Civil espa?ola, o La serie de las manos, donde resume sus planteamientos sobre Am¨¦rica. ¡°Cada espa?ol llora un muerto de la Guerra Civil y lleva en s¨ª mismo cada d¨ªa algo de su propia muerte¡±, escribi¨® el artista. Las manos que pintaba estaban cargadas de intenci¨®n. Dedos que rezan, atemorizan, tapan, protegen o golpean, s¨ªntesis del devenir de su continente. ¡°Am¨¦rica Latina tiene su propia ra¨ªz, que es necesario remover y encontrar para decir cosas, para expresarnos con nuestra voz¡±, se propuso.
Guayasam¨ªn fue nombrado Pintor de Iberoam¨¦rica en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoam¨¦rica que se celebr¨® en 1999. Y su obra estar¨¢ en C¨¢diz mientras se celebre aqu¨ª esa misma cumbre el 16 y 17 de noviembre de este a?o. ¡°Es un sue?o cumplido¡±, ha dicho en la apertura Pablo Guayasam¨ªn, nieto del pintor y director de su fundaci¨®n, quien destaca el enorme esfuerzo realizado para traer la muestra a C¨¢diz.
El artista pintaba ¡°para ara?ar y golpear en el coraz¨®n de la gente¡±
Calcula que se han movido siete toneladas de piezas porque tambi¨¦n se exponen cer¨¢micas precolombinas y cuadros de otros autores, que formaban parte de su colecci¨®n personal. ¡°Ser¨¢ la ¨²ltima vez que muchas de estas obras salgan de Ecuador¡±, ha anunciado el nieto y se ha referido concretamente a La serie de las manos. De ah¨ª el car¨¢cter ¨²nico, extraordinario, de esta exposici¨®n, que ha llevado a su compatriota Juan Carlos Ayala a recorrer 2.000 kil¨®metros para asistir a esta inauguraci¨®n. ¡°Es el primer pintor de Ecuador¡±, sentencia mientras resalta por encima de todo sus retratos. ¡°Pint¨® a Fidel Castro, el Che o V¨ªctor Jara. Era muy bueno¡±. Tambi¨¦n pint¨® los horrores de las guerras para, desde sus lienzos, condenar a sus responsables. ¡°Mientras haya gente que aprenda a matar, habr¨¢ v¨ªctimas¡±, se quejaba Guayasam¨ªn.
Su casa en Ecuador ha quedado convertida en su museo, de donde provienen las obras que estar¨¢n en C¨¢diz hasta marzo de 2013. Esa casa que Juan Carlos Ayala visit¨® cuando el pintor todav¨ªa viv¨ªa. No le habl¨® pero le vio sacar un cuadro, casi con la misma ilusi¨®n que ahora recorre repetidamente las salas en el mejor homenaje que un alumno puede hacer a su maestro.
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