Si a una persona le cerraran los ojos y le metieran en una clase de esgrima antigua, podr¨ªa creer que hab¨ªa regresado a los siglos XVI y XVII con personas cubierta con capa y sombreros de ala. Deportistas vestidos con petos de cuero, espadas fieles reproducciones de las usadas por los espadachines y guantes de piel. Sin embargo, este arte casi extinto hace unos a?os ha recuperado cierto tir¨®n y decenas y decenas de personas practican esta disciplina en dos salas de la regi¨®n. Los aficionados son muy heterog¨¦neos y van desde abogados a escritores o inform¨¢ticos.
Uno de los responsables de este seguimiento es el maestro de armas Alberto Bomprezzi, de 48 a?os que lleva 12 en este deporte. ¡°Despu¨¦s de dejar la esgrima y el mundo de la competici¨®n, empec¨¦ a investigar en el plano del arma hist¨®rica. Poco a poco vi que hab¨ªa mucha afici¨®n en todo el mundo¡±, reconoce este deportista con padre italiano. Madrid tiene en la actualidad dos salas: una junto a la plaza de Castilla y otra en Tres Cantos. Su objetivo es volver al estudio del arma antigua y practicar una disciplina de forma no competitiva. De hecho, las armas no tienen ni punta ni filo y son fieles reproducciones de las m¨¢s conocidas espadas de la historia europea.
El equipamiento b¨¢sico supone un desembolso de unos 500 euros, con el que se adquiere la careta, las coderas, las rodilleras, los guantes y el peto. Desde ese precio se pueden comprar productos m¨¢s espec¨ªficos y caros. Aparte va la espada, cuyo coste m¨ªnimo alcanza los 150 o los 200 euros. Los aficionados reconocen que esas son las b¨¢sicas y que el precio de algunas, hechas a mano y por aut¨¦nticos artesanos, pueden llegar a las cuatro cifras con suma facilidad. Existen diversos modelos como la ropera (conocida por su cazoleta), la llamada de punta y corte o la de una o dos manos.
Si por algo se caracteriza esta disciplina es por la enorme educaci¨®n y respeto entre los tiradores. Lo que se busca en los combates es alcanzar al adversario en sitios vitales. El que recibe el toque debe marcarlo y reconocer que ha sido herido. ¡°Ante todo es un deporte muy honorable, en el que se busca la t¨¦cnica y no la fuerza. Se busca el autocontrol y anticiparse a los movimientos del contrario. Es sobre todo dominio y destreza con las armas¡±, reconoce Bomprezzi.
En toda Espa?a hay 14 salas aparte de las madrile?as. La mensualidad cuesta 45 euros al mes, a lo que hay que sumar 30 euros del seguro m¨¦dico.
Muchos de sus practicantes se reconocen aut¨¦nticos forofos de los tratados de esgrima de hace tres y cuatro siglos en los que se recogen las t¨¦cnicas m¨¢s depuradas para recuperarlas. Eso s¨ª, siempre sin violencia. ¡°Es el mismo discurso que cualquier arte marcial. Las personas que lo practican tienden a ser mucho m¨¢s pac¨ªficas porque se tienen que concentrar mucho y autocontrolarse para luchar bien¡±, a?ade el maestro de armas. Dentro de ese juego de poder, el desarmar al contrario es la m¨¢xima expresi¨®n de la victoria.
¡°En definitiva, te enfrentas a otra persona con tus propias habilidades. Es dif¨ªcil, porque se necesita mucha coordinaci¨®n. Mientras se ataca con la mano derecha hay que mover la pierna izquierda y viceversa¡±, reconoce V¨ªctor Lerena, uno de los alumnos con varios a?os de experiencia y aut¨¦nticas joyas como armas.
Este deporte tambi¨¦n sirve para estar en forma. Los combates, que no suelen durar m¨¢s de cuatro o cinco minutos, hacen que los tiradores suden mucho y terminen empapados. A eso ayuda la cantidad de protecciones que llevan los deportistas, en especial la careta.
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