Aquellos locos del ¡®twist¡¯
Una matinal dedicada a la "m¨²sica moderna" en el Price en 1962 se convirti¨® en una revoluci¨®n Jos¨¦ Ram¨®n Pardo ha compilado estas canciones en un triple CD
El domingo 18 de noviembre de 1962, el madrile?o Circo Price present¨® una novedad en su programaci¨®n: una matinal dedicada a ¡°la m¨²sica moderna¡±. Se hab¨ªan celebrado festivales similares en recintos estudiantiles pero el Price supon¨ªa un salto cualitativo ¡ªestaba en la plaza del Rey, donde ahora se alzan las oficinas ministeriales dedicadas a cultura¡ª y cuantitativo: cab¨ªan 2.200 espectadores. Tuvo gran impacto medi¨¢tico e inquiet¨® al r¨¦gimen. A principios de 1964, las matinales fueron prohibidas por la Direcci¨®n General de Seguridad, sin margen para recursos.
?Esa historia tragic¨®mica se narra ahora en La leyenda del Price (Rama Lama), un triple CD con 100 canciones y un librito de 44 p¨¢ginas. Su compilador, Jos¨¦ Ram¨®n Pardo, reconoce que no hay maravillas deslumbrantes en ese repertorio: ¡°Las discogr¨¢ficas ficharon a todos los conjuntos y solistas medianamente decentes, pero les hac¨ªan cantar versiones de temas extranjeros, no cre¨ªan en su creatividad. Las producciones sol¨ªan ser pobres¡±.
Sin embargo, all¨ª hab¨ªa cantera. En el primer cartel destacan Los Cinco Estudiantes (antecesores de Los Brincos), Los Tonys (con Micky y Fernando Argenta), los poderosos Pekenikes y los Rel¨¢mpagos (donde tocaban Herrero y Armenteros, luego prol¨ªficos compositores). A ¨²ltima hora se sumaron Los Diamond Boys, grupo gibraltare?o que contaba con Albert Hammond. Exacto, el de Nunca llueve en el sur de California y padre de uno de los Strokes.
Pardo y dem¨¢s firmas que aparecen en La leyenda del Price evocan un tiempo ins¨®lito, abundante en inquietudes juveniles que pod¨ªan concretarse en las denominadas revistas orales: ¡°Eran como magazines radiof¨®nicos pero en vivo. En los salones de actos de los colegios se invitaba a personajes de actualidad junto con artistas. Como los conjuntos eran autosuficientes, siempre ten¨ªan un hueco¡±.
Las carencias t¨¦cnicas resultan inimaginables. Guitarras el¨¦ctricas, amplificadores y bafles pod¨ªan ser de fabricaci¨®n casera. Llevaban ventaja los reto?os de familias acomodadas: Juan Pardo se trajo de Washington, donde su padre era agregado militar, una guitarra y un amplificador que causaron envidia. Hoy, su primo Jos¨¦ Ram¨®n Pardo se asusta pensando c¨®mo sonar¨ªa el Price: ¡°No hab¨ªa PA [amplificaci¨®n para el recinto] ni mesa de mezclas¡±.
El lugar ten¨ªa sus condicionantes. Miguel ?ngel Nieto, organizador de los festivales, recuerda una noche de s¨¢bado cuando avis¨® a los m¨²sicos, que estaban montando sus modestos equipos, que iban a entrar seis elefantes. Se lo tomaron a chufla pero todos huyeron cuando, efectivamente, irrumpieron media docena de paquidermos, protagonistas de un n¨²mero circense.
Nieto, futuro periodista, supo convencer a los gestores del Price de la oportunidad de aquellos espect¨¢culos, similares a los que se desarrollaban en Londres o Paris. Todo gracias a las ansias generacionales de comunicarse: hasta los empleados cobraban m¨¢s que los m¨²sicos. Estos actuaban gratis, aparte de una cantidad fija para gastos de transporte: 200 pesetas para los solistas, 600 para los grupos.
Pero funcion¨®. Hab¨ªa hambre de m¨²sica y las entradas costaban de 10 a 20 pesetas. Un inciso: no se hablaba de rock and roll, m¨²sica estigmatizada por su reputaci¨®n escandalosa; estaba de moda el twist y hasta Mike R¨ªos era presentado como ¡°el rey del twist¡±. Aunque aquel ritmo tambi¨¦n molestaba a la censura: Nieto ha desempolvado en el Archivo General de la Administraci¨®n un informe que suger¨ªa vetar su radiaci¨®n por considerarlo pernicioso para la salud y el decoro; se alega que el twist ha sido declarado ¡°inmoral¡± ?en Ir¨¢n!
El que se reunieran jubilosamente dos millares de j¨®venes despert¨® recelos. Pardo destaca la voluntad represora de Emilio Romero, que us¨® su peri¨®dico Pueblo para denunciar aquella ¡°histeria colectiva¡±. Los grises, siempre presentes, acallaron a grupos de reventadores, enviados no se sabe por qui¨¦n. Desde posiciones m¨¢s liberales, igualmente hubo reconvenciones: Adolfo Marsillach public¨® una columna deplorando aquella eclosi¨®n de ¡°rebeldes sin causa¡±. En el Madrid de entonces todos se conoc¨ªan. Unos cuantos fieles del Price acudieron en manifestaci¨®n al domicilio de Marsillach; el actor no estaba en casa, pero su empleada dom¨¦stica se asust¨® y llam¨® a la polic¨ªa.
Seg¨²n Pardo, hacia el final hubo un descenso de calidad en los grupos que pasaban por el Price: ¡°Los mejores se estaban profesionalizando y ten¨ªan otros compromisos. Micky y los Tonys actuaban tanto en la base de Torrej¨®n como en el Castellana Hilton¡±. Pero esa apreciaci¨®n actual no disminuye el impacto que supuso su suspensi¨®n, tras 15 meses sin incidentes. Miguel ?ngel Nieto hizo un intento desesperado, apelando al comisario que firm¨® la prohibici¨®n. Le cont¨® que all¨ª no ocurr¨ªa nada raro; le sugiri¨® que autorizara otra sesi¨®n y que acudiera ¨¦l mismo como invitado. Todav¨ªa recuerda la ferocidad de la respuesta: ¡°Si contin¨²a usted diciendo que la polic¨ªa act¨²a sin la informaci¨®n debida, ordenar¨¦ su detenci¨®n por injurias. Y doy por no escuchado que intenta llevar a un comisario de polic¨ªa a ese fango que tanto le gusta. ?Algo m¨¢s?¡±.
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