Catalu?a rebaja la superficie m¨ªnima de los pisos de 40 a 36 metros cuadrados
El paquete sal¨®n-comedor-cocina no podr¨¢ tener menos de 20 metros y las habitaciones, seis El decreto flexibiliza las condiciones para poder rehabilitar viviendas ya existentes La nueva norma modifica el criterio para valorar la sobreocupaci¨®n de un piso
Ni la propuesta de minipisos de 30 metros cuadrados de la ministra socialista Antonia Trujillo, que levantaron una enorme polvareda en 2005, en plena burbuja del ladrillo; ni los 40 metros que legisl¨® el Gobierno tripartito en 2009 para la obra nueva. El actual Ejecutivo catal¨¢n ha aprobado hoy un nuevo decreto de habitabilidad que fija en 36 la superficie m¨ªnima que debe tener un piso. Tanto si es de obra nueva como si es una vivienda usada que quiere lograr la c¨¦dula de habitabilidad.
El decreto, aprobado en la reuni¨®n semanal del Gobierno catal¨¢n, ¡°pretende flexibilizar las exigencias de dise?o de las viviendas, potenciar la rehabilitaci¨®n, luchar contra la infravivienda y la sobreocupaci¨®n y adaptarse a la nueva realidad socioecon¨®mica¡±. Lo hace, con todo, cuando la situaci¨®n del sector de la construcci¨®n es catastr¨®fica en Catalu?a: en el ¨²ltimo trimestre apenas se hab¨ªan iniciado 1.400 viviendas, seg¨²n datos de APCE, la patronal del sector.
El portavoz del Gobierno, Francesc Homs, ha asegurado que la marcha atr¨¢s en el decreto de 2009 obedece a la nueva situaci¨®n social y econ¨®mica, as¨ª como a peticiones del sector. El director de la Agencia de la Vivienda de la Generalitat, Jaume Forn, especifica que para llegar a los 36 metros hay que sumar un m¨ªnimo de 20 metros para el paquete sal¨®n-comedor-cocina, seis metros de una habitaci¨®n, m¨¢s espacios de paso y ba?o. ¡°Es la superficie que establece el plan metropolitano y goza de consenso municipal, ha pasado la consulta del Consejo Econ¨®mico y Social (en el que hay patronales y sindicatos) y de las asociaciones de municipios¡±, defiende Forn.
El responsable de la agencia de vivienda justifica la reducci¨®n de metros porque, al contarse antes la superficie a partir de las habitaciones, los pisos de protecci¨®n ¡°ten¨ªan muchos metros, porque la suma de dormitorios sumaba y encarec¨ªa, de forma que acababa pagando el comprador¡±. Otra de las novedades es la relajaci¨®n de los requisitos que debe cumplir un piso para poder ser rehabilitado y lograr la c¨¦dula. Forn lo ilustra con otro ejemplo: ¡°Si a un techo le faltaban dos cent¨ªmetros para el m¨ªnimo, un piso no lograba la c¨¦dula tras una rehabilitaci¨®n; de ah¨ª la flexibilizaci¨®n de los requisitos¡±. En este sentido, la ¨²ltima palabra la tendr¨¢n los Ayuntamientos al otorgar los permisos de obra.
Respecto a la sobreocupaci¨®n de viviendas, el nuevo decreto abandona el criterio del anterior (tantos metros, tantas personas) y fija la ocupaci¨®n m¨¢xima en funci¨®n de las habitaciones: no puede haber m¨¢s de una persona en estancias de menos de cinco metros; dos en espacios de ocho; tres en habit¨¢culos de 12; o bien dos personas en pisos formados por espacios de uso com¨²n sin espacios. En este caso, no hay superficie m¨ªnima.
La vigencia de la c¨¦dula es otra de las novedades del decreto. Se necesitar¨¢ menos papeleo y se potencia la tramitaci¨®n por v¨ªa telem¨¢tica. En los pisos de nueva construcci¨®n bastar¨¢ con el certificado final de obra y habitabilidad (sin necesitar certificados de control de calidad) y la c¨¦dula ampl¨ªa la vigencia de 15 a 25 a?os. Para segundas ocupaciones y rehabilitaciones se mantiene en 15 a?os.
El actual responsable de Vivienda del Gobierno catal¨¢n, Carles Sala, trabaja en un nuevo Pacto por el Derecho a la Vivienda, un ampl¨ªsimo documento de consenso que cre¨® el tripartito pero que el Ejecutivo actual se dispone a modificar en sus aspectos esenciales, los de car¨¢cter m¨¢s progresista, que provocaron sonoros encontronazos con CiU (entonces en la oposici¨®n) y con los promotores. Adem¨¢s, el nuevo pacto deber¨¢ adaptarse a la nueva pol¨ªtica de vivienda del Gobierno espa?ol, con variaciones sustanciales en la vivienda protegida, por ejemplo, en la que pr¨¢cticamente solo incluye el r¨¦gimen de alquiler.
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