Trazos de luz del Guadarrama
En 1853 subi¨® a la sierra y capt¨® sus colores. Pint¨® la casa de Campo y el puente de Toledo. El Prado homenajea al paisajista Mart¨ªn Rico, uno de los artistas madrile?os de mayor proyecci¨®n exterior
Hasta la sala C del Museo del Prado parece descender y penetrar la brisa fresca que bate la arista de la Cuerda Larga de la Sierra del Guadarrama, inmortalizada en los lienzos que en aquella se exponen surgidos del pincel del pintor madrile?o Mart¨ªn Rico y Ortega (1833-1908). La gran pinacoteca le dedica hasta el 10 de febrero una exposici¨®n, la primera de car¨¢cter monogr¨¢fico que el Prado tributa a la figura y la obra del artista.
Corr¨ªa el a?o de 1853. Con sus pinceles ba?ados de color aplicado con pulso certero sobre el limpio dibujo estampado antes en un cuaderno. El joven pintor que buscaba luz, nubes y horizontes desde la serran¨ªa madrile?a, tuvo el acierto de encaramarse hasta lo alto de la cordillera y retratar desde all¨ª magistralmente las copas de los orgullosos pinos achaparradas por el poderoso viento; las caprichosas formas de sus torturados troncos y el verdor del musgo que forra las rocas esparcidas por tan desolados altos. All¨ª, el adolescente Mart¨ªn se dejar¨ªa seducir por una luz, esa luz del Guadarrama, tan di¨¢fana como ¨²nica, que ¨¦l aprendi¨® a captar y llevar mansamente a sus lienzos.
La primera luz la vio Mart¨ªn Rico en la calle de la Concepci¨®n Jer¨®nima en noviembre de 1833, fecha de su nacimiento: hab¨ªa llegado al seno de un hogar regido por el hijo de un sangrador, barbero y cirujano del rey Carlos IV, que supo inculcar a su parentela gustos art¨ªsticos.
Proclive al dibujo sombreado, Mart¨ªn se inici¨® en el Ateneo Literario y Art¨ªstico donde atesoraba una carpeta de trazos al carb¨®n que guardaba consigo. Al verla su profesor de Dibujo, Vicente Camar¨®n, qued¨® asombrado por la gr¨¢cil desenvoltura del joven con el carb¨®n y acudi¨® al padre de Mart¨ªn para encarecerle que le dedicase a la pintura. Y as¨ª lo hizo.
La Academia de San Fernando recibi¨® al mozalbete a trav¨¦s del pintor gallego emblema del Romanticismo, Genaro P¨¦rez Villaamil, que lo acoger¨ªa en sus aulas. Otro de sus maestros, concretamente Federico de Madrazo, consumado retratista, le adentrar¨ªa en la asignatura de Color. Con aquella maestranza y el talento que ya de sus l¨¢pices y acuarelas irradiaba, Mart¨ªn Rico comenz¨® a mostrar su genio pict¨®rico entre 1853 y 1858, a?os en que tom¨® diligencias, a¨²n el ferrocarril no hab¨ªa llegado, y subi¨® a las crestas de las monta?as cercanas. Se hizo amigo de los hijos de Federico, los fogosos Raimundo y Ricardo, as¨ª como de Eduardo Rosales, todos estudiantes en San Fernando y, con el tiempo, del afamado Mariano Fortuny, emparentado con los Madrazo. De todos aprendi¨® y a todos ense?ar¨ªa, gracias a su car¨¢cter benevolente y seductor, laborioso y n¨®mada.
Para obtener una pensi¨®n becada en el extranjero, Mart¨ªn concurri¨® en 1861 a una oposici¨®n que prepar¨® minuciosamente con un paisaje lacustre de la Casa de Campo. En ¨¦l restalla su talento pict¨®rico de forma deslumbrante: lo hace mediante la distribuci¨®n de la pincelada y su crom¨¢tica en ejes horizontales, para terrizos y riberas; diagonales para la vegetaci¨®n arb¨®rea; y verticales, para el agua de la laguna; una pastorcita de cabras humaniza desde un primer plano el espl¨¦ndido lienzo al ¨®leo, hoy visible en el Prado, que procurar¨ªa a Rico el primer premio de la convocatoria y la beca que le abrir¨ªa desde Madrid las puertas al mundo.
Mart¨ªn Rico, que en Madrid trabaj¨® asiduamente para La Ilustraci¨®n Espa?ola e Hispanoamericana, la mejor revista de su ¨¦poca, nunca se mostr¨® concernido por aquellos acontecimientos surgidos en torno a la revoluci¨®n de 1868, llamada La Gloriosa. El pintor madrile?o, codiciado por la pudiente burgues¨ªa europea dada la apacibilidad de sus obras ¡ªcarentes de conflictividad alguna¡ª, prosigui¨® sus viajes.
En 1870, 1882, 1898 y numerosas otras ocasiones hasta su muerte en la ciudad v¨¦neta en 1908, Mart¨ªn Rico regres¨® a su ciudad natal, donde conseguir¨ªa espejar en su Puente de Toledo una de las mejores obras de su tiempo, al decir de los cr¨ªticos. En el lienzo se distinguen tanto el templete de Santa Mar¨ªa de la Cabeza y la c¨²pula de la iglesia de San Cayetano, en Lavapi¨¦s, como media docena de esculturas de reyes en piedra de Colmenar, procedentes de las cornisas del Palacio Real y que hoy ocupan las peanas del Paseo de las Estatuas.
De los 40 cuadernos del pintor que adquiri¨® el Museo del Prado con dibujos y bocetos, destaca uno dedicado a la fuente de la Alcachofa, emblema de las mejores fontanas madrile?as.
Mart¨ªn Rico ha sido, pues, uno de los pintores de mayor proyecci¨®n y nombrad¨ªa exteriores entre los nacidos en Madrid, ciudad que ahora, casi un siglo despu¨¦s de su muerte, reconoce su val¨ªa y honra su obra mostr¨¢ndola en la mejor pinacoteca del mundo.
El paisajista Mart¨ªn Rico (1833- 1908). Lunes a s¨¢bado, de 10.00 a 20.00. Domingos y festivos, hasta las 19.00. Entrada general, 12 euros. Reducida, 6 euros. Museo del Prado. Hasta el 10 de febrero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.