El catalanismo, en el mapa
El historiador Jordi Casassas culmina el primer gran atlas del movimiento pol¨ªtico en 200 cartograf¨ªas y 400 fotos
Un mapa dice mucho m¨¢s que mil palabras. Fij¨¢ndose en uno pol¨ªtico, Jordi Casassas indica: ¡°Mire: hasta la llegada de ERC al poder en 1931 la provincia de Lleida no se hab¨ªa integrado pol¨ªticamente en Catalu?a, en el catalanismo¡±. Casassas (Barcelona, 1948), reputado y popular catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Barcelona, ha dirigido el monumental y ¨¢gil (a pesar de su tama?o) Atles del catalanisme (Enciclop¨¨dia Catalana), el primero de estas caracter¨ªsticas. El libro, notablemente did¨¢ctico, da para mucho. Si uno se planta en el ic¨®nico cap¨ªtulo que retrata el 14 de abril de 1931, podr¨¢ comprobar c¨®mo dos mapas (o quiz¨¢ infograf¨ªas) relatan con horas y lugares el devenir de esa singular fecha. Eso y mucho m¨¢s se puede reba?ar de este completo atlas del catalanismo, que no de Catalu?a ni del nacionalismo. ¡°Dicen que la geograf¨ªa es la historia extendida en el territorio; la cartograf¨ªa conecta en el espacio¡±, dice Casassas. El catedr¨¢tico echa mano de un referente como Jaume Vicens Vives, que ten¨ªa formaci¨®n de ge¨®grafo y era partidario de la cartograf¨ªa, como paraguas para fundamentar la importancia de la geograf¨ªa humana.
Casassas insiste en que ¡°no es una historia de Catalu?a, es una historia del catalanismo¡±. Por eso, en ella cabe casi todo: desde un mapa de los desplazamientos de Francesc Camb¨® entre 1905 y 1918 y los de la campa?a electoral de Francesc Maci¨¤ en 1931, hasta la ubicaci¨®n y n¨²mero de las esculturas patri¨®ticas en Barcelona entre 1860 y 1935, pasando por las pe?as del Bar?a en el mundo y las convocatorias de la ley de barrios de la etapa Jos¨¦ Montilla.
¡°Hacer un atlas como este es inaudito, no se conoce otro sobre un movimiento similar en Europa¡±, admite Casassas, que cuantifica en dos a?os y medio la labor realizada. La voluntad del atlas, que destina dos p¨¢ginas a cada uno de sus 148 cap¨ªtulos, es ¡°dar informaci¨®n precisa¡±. Otra cosa, apunta, fue ¡°la batalla de hacer cada mapa¡±. Un total de 200 cartograf¨ªas y 400 fotograf¨ªas, am¨¦n de la colaboraci¨®n de una docena de autores, han permitido construir este singular volumen sobre un movimiento social, cultural y pol¨ªtico que hoy parece mayoritario.
El catedr¨¢tico insiste en que unos de sus objetivos fue ¡°dar una visi¨®n que no fuera solo pol¨ªtica de lo que es el catalanismo; el catalanismo no es solo pol¨ªtica; unos pol¨ªticos son los que vienen despu¨¦s y son los que se encuentran que hay un pa¨ªs hecho detr¨¢s de ellos¡±, resume.
El catalanismo fue minoritario en el siglo XX, recuerda Casassas: ¡°Solo fue hegem¨®nico entre 1912 y 1922 y en la ¨¦poca republicana¡±, pero ¡°consigue marcar la agenda pol¨ªtica del siglo en Catalu?a y hacer mucho ruido en la pol¨ªtica espa?ola a tenor de su potencial; el pa¨ªs sigue construy¨¦ndose mientras la pol¨ªtica empieza a dar pasos¡±.
Seg¨²n Casassas, hay que dar a la pol¨ªtica un peso ¡°importante pero no absoluto¡±, porque el catalanismo tiene ra¨ªz popular, cultural. ¡°Tanto tiene que ver con el catalanismo Francesc Maci¨¤ como el movimiento escolta o la tradici¨®n judicial catalana¡± remata el catedr¨¢tico.
Casassas no se muerde la lengua: ¡°El debate entre catalanismo y nacionalismo es inventado; nace en 1980 cuando la izquierda no gana y se enoja y entonces atribuye al nacionalismo el factor de ser de derechas y burgu¨¦s, mientras el catalanismo es lo que ellos representan¡±. Para el catedr¨¢tico ¡°hablar de catalanismo sin hablar de nacionalismo es algo incompleto¡±.
El Atlas del catalanisme rompe tambi¨¦n, seg¨²n su director, ¡°con la tendencia de verlo todo desde Barcelona¡± y permite constatar que ¡°un pa¨ªs lo hacen las asociaciones, los castellers y diables de los pueblos, y los padres que llevan a sus hijos a jugar a f¨²tbol; es la voluntad de ser. Esto no se puede inventar, y existe¡±.
No quiere hablar de futuro, pero Casassas lo hace. ¡°No s¨¦ si hace falta que Catalu?a tenga estructuras de Estado si no sabe diferenciar entre partidos y pa¨ªs¡±, suelta, ¨¢cido. ¡°Con la inmigraci¨®n, en Catalu?a, a partir de 1950, se duplica la poblaci¨®n en apenas 10 a?os; es algo ins¨®lito¡±. Con este tel¨®n de fondo ¡°conseguir estas estructuras de Estado ser¨ªa la victoria m¨¢s potente sobre el franquismo¡±, afirma. ?Y eso? ¡°Porque con esa inmigraci¨®n Franco quiso disolver el problema catal¨¢n, y que ahora esta poblaci¨®n que vino coactivamente participe en la consecuci¨®n de las estructuras de Estado ser¨ªa en verdad una gran victoria sobre el franquismo¡±.
Insiste en que esto no es pol¨ªtica. ¡°En esa incorporaci¨®n de la inmigraci¨®n en el movimiento del catalanismo no hay ideolog¨ªa, el pa¨ªs tiene capacidad de hacer eso¡±. No hay partidos que fabriquen el catalanismo, defiende. Y esa es una de las grandes conclusiones del Atlas del catalanisme.
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