El descubrimiento de un tenor

Reencontrarse con la producci¨®n de Mario Gas de la obra L¡¯elisir d¡¯amore, un domingo por la tarde, es como ponerse en el v¨ªdeo una vieja comedia de Billy Wilder: seguro que te vuelves a re¨ªr. Es decir, que de entrada te vas al Liceo de buen humor, aunque ya hayas visto ese montaje en 1998, cuando se reestren¨® en el Teatro Victoria, y en 2005 cuando se repuso en el teatro de la Rambla. Pero si a esto le a?ades el descubrimiento de un se?or tenor como el mexicano Javier Camarena entonces es que, sencillamente, te ha tocado el bingo.

Un triunfo el de este joven cantante Camarena, premiado en 1994 con una modesta beca en el premio Francesc Vi?as y que a partir de 2007 forma parte de la compa?¨ªa estable de la ?pera de Z¨²rich, desde donde ha abordado ya escenarios mayores como Viena o el Metropolian. Su aria de salida Qunto'¨¨ bella, quanto ¨¨ cara! no produjo a¨²n el aplauso por la concatenaci¨®n con el coro, que suele privar de la recompensa individualizada, pero desde luego despert¨® de s¨²bito el inter¨¦s: voz bien timbrada, homog¨¦nea, con excelente proyecci¨®n; no muy grande, con el punto de ligereza propio del enamoradizo tonto del pueblo que acabar¨¢ heredando una inmensa fortuna de un t¨ªo lejano y al instante dejar¨¢ de ser tonto.

El fervor por Camarena fue in crescendo en sus sucesivos d¨²os con Adina y Dulcamara hasta que lleg¨® la perla del segundo acto, la Furtiva lagrima, una aria escrita en uno de esos momentos excepcionales de la humanidad de los que habla Stefan Zweig por su verdad mel¨®dica y sentimental eternas. No se o¨ªa una mosca en el Liceo en los dos densos silencios de la cadencia que siguen al ¡­si pu¨° morir¡­ y resuelven en la plenitud del amor. El delirio: largu¨ªsimos aplausos y bravos. El Liceo entero cant¨® bingo.

El resto del reparto acompa?¨® muy bien, especialmente ?ngel ?dena, que sac¨® un sargento Belcore lleno de arrogancia y buen l¨ªnea, y Simone Alberghini, un bajo que canta el papel del vendedor Dulcamara, a menudo m¨¢s recitado que otra cosa cuando se le aplican dosis excesivas de comicidad. Menos inter¨¦s despert¨® la californiana Nicole Cabell, que tambi¨¦n debutaba en la plaza: defendi¨® con solvencia su Adina, pero sin ning¨²n aporte especial al personaje de esta terrateniente. Eficaz se mostr¨® la Giannetta de la argentina Eliana Bay¨®n, as¨ª como el coro, que no le perdi¨® la cara a los vigorosos tempi marcados por el director Daniele Callegari.

A la salida, el redondeo: el Bar?a hab¨ªa ganado contra el Mallorca. No se le puede pedir m¨¢s a una tarde de domingo.