¡°Tirar la leche duele, pero la situaci¨®n es extrema¡±
La lucha por la supervivencia de una granja con 80 frisonas en A Laracha
Jos¨¦ Manuel Barbeito solo ha arrojado por la fosa s¨¦ptica la leche que le dan sus 80 vacas frisonas tres veces en su vida. La primera fue durante las movilizaciones contra la cuota l¨¢ctea, los topes de producci¨®n que fij¨® Bruselas cuando Espa?a ingres¨® en la CEE; la segunda, a ra¨ªz de un paro de los transportistas y la tercera, ayer. Este ganadero de A Laracha (A Coru?a) secunda junto a su socia y esposa, Teresa Fari?a, ambos de 50 a?os, la huelga de entrega de leche convocada por los sindicatos agrarios, que hoy puede quedar desconvocada tras un principio de acuerdo alcanzado ayer. Una medida de presi¨®n en protesta por los bajos precios que les impone la empresa que les compra el producto y que han arrastrado desde 2007 su modesto medio de vida al borde del precipicio. Carmen, la madre de Jos¨¦ Manuel, no puede ni mirar el reguero blanco. "Me hace mucho da?o. Que se sacrifique tanto para luego verla correr por ah¨ª abajo¡"
Su hijo Jos¨¦ Manuel reprime las l¨¢grimas mientras la escucha. "Es una huelga muy dura para nosotros, pero la situaci¨®n es extrema. Llevamos meses perdiendo dinero", explica sentado en la cocina de su casa, a pocos metros de las 80 reses que, ajenas a la huelga, siguen colmando disciplinadamente sus ubres a la espera de ser orde?adas como siempre, de lunes a domingo dos veces al d¨ªa, a las siete de la ma?ana y a las siete de la tarde. Hoy su producci¨®n, unos 1.200 litros diarios, rebosar¨¢ los tanques de fr¨ªo de la granja y parte de ella acabar¨¢, sin que Carmen pueda siquiera mirar, en la fosa de aguas negras.
La Casa de Nelo, el nombre con el que se conoce a esta explotaci¨®n de A Laracha desde tiempos del tatarabuelo de Jos¨¦ Manuel, empez¨® a vender leche en 1955. Su historia es la historia del sector l¨¢cteo en Galicia, un ¨¢mbito en el que ni la democracia ni la libertad de mercado han convertido en iguales a los ganaderos y los amos de las industrias. Cuando no hab¨ªa carretera que llegara a la casa, era una lechera, a pulso o a caballo, quien cargaba la leche hasta la v¨ªa donde paraba el cami¨®n de Leyma. Ella, la lechera, marcaba el precio, influido por lo que le pagaba la empresa. Cuando la mujer se jubil¨®, la familia Barbeito Queijeiro pas¨® a transportar las jarras hasta la carretera. Y tambi¨¦n era Leyma quien fijaba el precio del producto que ellos vend¨ªan.
Por aquel entonces los costes de mantener la granja se cubr¨ªan sin problema. No hab¨ªa tractor (lo compraron en 1967), las vacas no com¨ªan pienso y la normativa no era exigente en cuanto a las instalaciones (hasta 1972 la Casa de Nelo ten¨ªa corte de esti¨¦rcol, no cuadra). ¡°La leche era dinero que entraba a mayores y daba para crecer¡±, rememora Carmen. En los setenta, las frisonas sustituyeron a las vacas do pa¨ªs y en los noventa lleg¨® la cuota l¨¢ctea, la moderna maquinaria, las reformas exigidas por el respeto al bienestar animal. Pero Leyma sigui¨®, eso s¨ª, fijando el precio al que la familia Barbeito Queijeiro les vend¨ªa la leche.
Aunque la Casa de Nelo segu¨ªa sin voz para decidir el precio de venta, la producci¨®n de leche a¨²n dejaba margen de beneficio y las crisis pasajeras, que las hab¨ªa, se iban sorteando. Hasta que lleg¨® 2007. ¡°Desde entonces estamos en ca¨ªda libre¡±, lamenta Jos¨¦ Manuel. Los precios del gas¨®leo y de los piensos que comen las vacas no dejan de subir mientras la empresa que les compra la leche ¡ªahora es Leche R¨ªo. porque esta firma de Lugo adquiri¨® la coru?esa Leyma¡ª les paga cada vez menos: en 2007 les abonaba 0,38 euros por litro y ahora reciben 0,28.
¡°Esta granja no cubre costes. Tiramos de los ahorros y de la pensi¨®n de jubilaci¨®n de mis padres y nos apretamos el cintur¨®n todo lo que podemos. Pero ya no podemos m¨¢s¡±, confiesa Jos¨¦ Manuel. Con una sonrisa amarga recuerda c¨®mo un d¨ªa fue convocado por Leche R¨ªo a una reuni¨®n en Lugo. Pens¨® que la empresa, por fin, se aven¨ªa a negociar el precio. Fue una quimera. ¡°Me llevaron all¨ª solo para comunicarme lo que me iban a pagar con un ¡®si lo quieres bien y si no, te marchas¡±. Pero la alternativa que le ofreci¨® el representante de Leche R¨ªo a Jos¨¦ Manuel aquel d¨ªa tambi¨¦n era una falsa ilusi¨®n. A diferencia de otros sectores, la sociedad que este ganadero tiene con su esposa para comercializar leche no puede elegir a qui¨¦n le vende el producto. ¡°Es imposible marcharse y buscar otra central. Las pocas que hay est¨¢n compinchadas y si te vas de una, las otras no te cogen¡±, lamenta. Ram¨®n Saleta, del sindicato Uni¨®n Agrarias, explica que la normativa ¡°permite al ganadero cambiar de empresa pero hay un pacto encubierto¡± entre estas industrias que lo hace imposible. ¡°A la granja que lo intenta [buscar otras empresas] no le dicen directamente que no, pero le ponen un mill¨®n de excusas y, al final, es imposible¡±, a?ade el sindicalista de Berganti?os.
En la relaci¨®n comercial entre Jos¨¦ Manuel y Leche R¨ªo no ha habido hasta ahora, seg¨²n el ganadero, ni un solo papel de por medio, descartando el contrato en blanco que la empresa le envi¨® un d¨ªa sin ¨¦xito para que firmara. ?l no se entera de cu¨¢nto le va a pagar Leche R¨ªo hasta que cobra, algo que suele ocurrir pasado un mes y medio desde la recogida de la leche por parte del cami¨®n de la empresa lucense. ¡°Los ganaderos no saben cu¨¢nto van a cobrar, si van a poder comprar maquinaria, si van a tener dinero para pagarle la Universidad a su hijo¡ Esto no es un sinvivir sino un desvivir¡±, denuncia el representante de Uni¨®ns Agrarias en Berganti?os. Saleta explica que en la cadena que lleva la leche desde la granja hasta la estanter¨ªa del supermercado donde se venden los tetra-bricks es el ganadero el eslab¨®n perjudicado: la distribuidora fija un precio de venta bajo al consumidor y la industria le proporciona el producto blindando sus ganancias y endos¨¢ndole la rebaja a Jos¨¦ Manuel y sus compa?eros de faena.
En octubre entr¨® en vigor una ley del Gobierno central que obliga a ganaderos e industrias a firmar un contrato que estipule el precio del litro de leche y el tiempo de vigencia. La norma, sin embargo, no prev¨¦ la intervenci¨®n de la Administraci¨®n en caso de desacuerdo entre las partes. Los sindicatos reclaman que la Xunta marque al menos un precio de referencia basado en diversos par¨¢metros objetivos como los costes de producci¨®n, que ellos cifran en 0,34-0,36 euros por litro, cuatro c¨¦ntimos m¨¢s de lo que reciben ahora. Solo as¨ª, concluye Ram¨®n Saleta, se pondr¨¢ fin de verdad al ¡°derecho de pernada¡± del que gozan las industrias l¨¢cteas en las 11.000 granjas de Galicia.
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