Los ni?os tambi¨¦n jug¨¢bamos con mu?ecas
Soci¨®logos afirman que escogemos los regalos que compraremos para los m¨¢s peque?os en funci¨®n de nuestros propios deseos
La Navidad es tiempo de paz, amor y nostalgia a raudales, toneladas de sentimentalismo fr¨ªvolo y melodram¨¢tico encaminado a redimirnos espiritualmente a trav¨¦s de la compra compulsiva. ?Y qu¨¦ mejor camino hacia esa melancol¨ªa navide?a que apelar a la infancia? En estos d¨ªas festivos, mientras los ni?os sue?an con los juguetes que les van a regalar, los mayores recordamos los juguetes que un d¨ªa recibimos. El fantasma de la Navidad pasada y de la Navidad futura se mezclan y combinan en un sinf¨ªn de anuncios publicitarios, destinados a los cr¨ªos pero dirigidos a los adultos. Muchos soci¨®logos afirman que los padres, t¨ªos y padrinos escogemos los presentes que vamos a comprar para los m¨¢s peque?os de la casa en funci¨®n de nuestros propios deseos. Como una especie de satisfacci¨®n diferida, jugamos a ser al mismo tiempo reyes magos y mocosos de pantal¨®n corto. Eso los fabricantes lo saben de sobras, aunque pocas veces se cumple esa estrategia de forma tan clara como este a?o.
Como tantos de mis compatriotas, yo pertenezco a esa franja generacional conocida como el baby boom. ?poca irracional de nuestra historia, cuando al franquismo le salieron alas como a las compresas, y el pa¨ªs comenz¨® a crecer a golpe de plan de desarrollo y televisi¨®n en blanco y negro. Dicen que la ni?ez es nuestra verdadera patria, y como tal no exenta de banderas ni de s¨ªmbolos. Nosotros crecimos con las pel¨ªculas del Oeste que daban los s¨¢bados por la tarde, y con los westerns seriales al estilo de Bonanza, Rin Tin T¨ªn o Daniel Boone. Eso se combin¨® con la novedosa aparici¨®n del pl¨¢stico inyectado, que nos convirti¨® en la primera oleada de peques que pod¨ªa jugar con soldaditos industriales a bajo coste y sin peligro de que nos ri?eran por roturas o desperfectos. A diferencia de los soldados de plomo o de madera tallada, nuestros juguetes eran funcionales, baratos y permit¨ªan almacenar grandes cantidades. La uni¨®n de aquellos dos factores ¡ªpl¨¢stico y televisi¨®n¡ª, explica muchos de nuestros principales defectos como generaci¨®n.
De aquellos juegos infantiles recuerdo los sobres sorpresa Montaplex, las figuritas del Exin Castillo o aquellas otras an¨®nimas que regalaban en los botes de detergente, y que representaban a un caballero medieval de pl¨¢stico blanco en actitud de combatir en un torneo. Aunque con diferencia mis soldaditos preferidos eran los de la casa Comansi. Como rezaba su famoso anuncio en la tele, aquel era un juguete completo, juguete Comansi. A finales de los a?os cincuenta, su fundador Josep Maria Verg¨¦s ten¨ªa un taller de inyectados pl¨¢sticos en el n¨²mero 11 de la calle Radas, en el Poble Sec. Tres a?os despu¨¦s ¡ªen 1962¡ª aparec¨ªan sus juguetes m¨¢s emblem¨¢ticos: Fort Federal y Fort Rin-Tin-T¨ªn, a los que se a?adi¨® en 1970 la Carreta Comansi. Era todo un ritual sacar aquellas figuritas de su caja, extenderlas en el suelo y seleccionarlas una a una, entre mi primo Juan Carlos y yo. Una vez, discutiendo con ¨¦l por un vaquero sin cabeza recib¨ª un merecido pu?etazo.
Mientras escribo estas l¨ªneas he sabido que Comansi tuvo su sede en Sant Boi y luego en Viladecans, que fue una empresa familiar hasta el 2010 cuando Verg¨¦s muri¨® sin descendencia, que comercializa las figuritas de los Bar?a Toons y que parte de la producci¨®n se hace en China. Ahora su ¨²ltima campa?a navide?a me ha devuelto a aquella ¨¦poca. La promoci¨®n se titula: ?Quieres volver a disfrutar del fuerte Comansi? Es un concurso en el que nos piden a los mayores de la casa que enviemos antiguas fotograf¨ªas de nuestra ni?ez donde salgamos jugando (m¨¢s informaci¨®n en fuertecomansi.com). N¨®tese que este concurso no est¨¢ dirigido a los ni?os sino a un pu?ado de cincuentones nost¨¢lgicos, que en la m¨¢s absoluta clandestinidad so?amos con jugar nuevamente a indios y vaqueros.
Ofrecen tres premios con lotes de sus famosas figuritas del Oeste. Todo para celebrar el medio siglo (1962-2012) de este cl¨¢sico del juguete, del que se ha hecho una nueva edici¨®n, con unas figuras m¨¢s pulidas y bien acabadas que incluyen desde grupos de pioneros camino de la utop¨ªa hasta p¨¦rfidos pistoleros de gatillo f¨¢cil, pasando por bizarros soldados del s¨¦ptimo de caballer¨ªa o pac¨ªficas familias de indios, con sus t¨®tems y sus tipis. Un universo m¨¢s pol¨ªticamente correcto y menos agresivo que el que conocimos nosotros, cuando todos los mu?ecos iban armados, los indios eran salvajes habitantes de la pradera y ni por asomo hab¨ªa ni?os ni mujeres, en lo que era un imaginario puramente masculino y castrense. Fuertes y empalizadas de afiladas puntas, tras las cuales mis contempor¨¢neos y yo jug¨¢bamos a refugiarnos de un mundo hostil y despiadado que, por unos d¨ªas, se sigue disfrazando de buenas intenciones y vuelve a nuestras casas por Navidad.
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