Anunciar no es explicar
Le guste o no a la alcaldesa, argumentar sus decisiones es un deber asociado al cargo
La rueda de prensa de Ana Botella, alcaldesa de Madrid, ha sido una exhibici¨®n¡ de malabares. Botella ha confundido las explicaciones, a las que todos los representantes p¨²blicos est¨¢n obligados para justificar y argumentar sus actos, con el mero anuncio de sus decisiones. El poder cuando no es pedag¨®gico parece arbitrario. Y las dudas sobre las motivaciones de las actuaciones se convierten en sospechas. Botella ha levantado un cortafuegos, pero el fuego ya est¨¢ tras la defensa.
En el encuentro con la prensa se ha presentado como heredera de las ¡°actuaciones del Partido Popular¡±. Nunca mejor dicho. Los que reciben una herencia pueden mantenerla, aumentarla o perderla. Es el destino de los que reciben algo que no ganaron, que les traspasaron. Y Botella se enfrenta a un deterioro evidente del cr¨¦dito recibido, del capital acumulado.
La alcaldesa, en su front¨®n con los periodistas, ha mostrado una artificial seguridad. Sucede lo mismo con la falsa modestia, que revela la ausencia de la virtud exhibida. As¨ª le ha pasado, creo, a Botella, que en un forzado ejercicio de fortaleza p¨²blica ha acabado mostrando m¨¢s debilidades de las aparentes. Sus evasivas, sus negativas, sus vacilaciones y sus respuestas en las que no coordina el tiempo verbal, el sujeto y complemento son parte de la constataci¨®n de la debilidad de sus argumentos y, quiz¨¢s, de su liderazgo. Debe prepararse m¨¢s o la exposici¨®n p¨²blica la deja en evidencia.
Botella sonr¨ªe como mecanismo de defensa, como muro de contenci¨®n, como m¨¢scara y coraza. Lo hace tanto para esperar la pregunta como para culminar su respuesta. Consciente como es de la importancia de la comunicaci¨®n no verbal, ha hecho de su sonrisa (de su est¨¦tica hier¨¢tica) un refugio, una fortaleza. Sabe que los que pierden la sonrisa, acaban perdiendo la confianza p¨²blica. Pero el artificial ejercicio de relajaci¨®n y cordialidad le pueden jugar una mala pasada. Los electores y los ciudadanos son muy cr¨ªticos con los excesos, de todo tipo, tambi¨¦n con los de la sonrisa prefabricada: ¡°?De qu¨¦ se r¨ªe Botella?¡± pueden pensar muchas personas a las que ese rictus permanente les parece m¨¢s una provocaci¨®n que una virtud.
La aut¨¦ntica y real medida del liderazgo pol¨ªtico se tiene en situaciones cr¨ªticas, dif¨ªciles, imprevistas. Botella se enfrenta a algo m¨¢s poderoso que la responsabilidad pol¨ªtica (y judicial) en la gesti¨®n de las competencias municipales. Siendo esta ineludible y exigible. Botella se enfrenta a s¨ª misma: a sus condiciones profesionales y personales para ejercer el cargo heredado. El murmullo ha empezado tras los bastidores. Solo la disciplina cierra las bocas.
La alcaldesa ha decidido recuperar el pulso pol¨ªtico. La ofensiva ol¨ªmpica y la reestructuraci¨®n de su equipo van en esta direcci¨®n. Pero se equivoca al plantear las ruedas de prensa de la misma manera a como act¨²a en los plenos municipales, donde todo vale (responder o no, explicar o no) con la protecci¨®n de la mayor¨ªa de los votos. La prensa no es la oposici¨®n, aunque la critique o la incomode. Los periodistas, le guste o no, representan en su ejercicio profesional a parte de la voz ciudadana. Y explicar y argumentar es un deber, no una lata. La ciudadan¨ªa quiere respuestas, no simples sonrisas.
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