Pugilato entre iguales

Despu¨¦s del estreno, mientras el cr¨ªtico procede, el autor llama a su puerta, decidido a poner en claro un par de cositas. Su relaci¨®n profesional siempre fue complicada: Volodia, famoso por haber ido poniendo en su sitio a quienes conviene halagar, hizo en su d¨ªa una buena mala cr¨ªtica del por todos celebrado primer drama de Scarpa. ¡°Le odi¨¦, pero esa rese?a me salv¨®. Lo que escribi¨® era justo. Vio usted en m¨ª lo que nadie m¨¢s ve¨ªa¡±, se sincera el autor.

El cr¨ªtico (Si supiera cantar, me salvar¨ªa), de Juan Mayorga, es un intenso pugilato entre dos hombres que, por antag¨®nicos que parecieren, son uno reflejo del otro. Volodia necesita de Scarpa tanto como Scarpa de Volodia, pero ambos esperan demasiado: la obra dura y reveladora que incendie el ¨¢nimo del p¨²blico, y una rese?a a la altura de cumbre semejante. Quiz¨¢ tendr¨ªan m¨¢s ¨¦xito si intercambiaran sus papeles. Tambi¨¦n sus expectativas sentimentales son demasiado altas: busca el cr¨ªtico un rar¨ªsimo ideal, corre el autor de flor en flor, sin reposo.

La comedia arranca con vuelo filos¨®fico, veteado de intriga: todo podr¨ªa suceder durante esa conversaci¨®n tensa y apasionada en torno a los oficios de hacer teatro y de escribir sobre el teatro. Mayorga dibuja con pericia la figura del cr¨ªtico despojado de intenci¨®n y con fe en su oficio, y la del autor cuya facilidad estorba su verdadero talento; los enfrenta de modo muy expresivo (cuando Scarpa agarra la espada y cuando encarna a los dos boxeadores de su obra simult¨¢neamente, el texto bordea la comedia negra), y crea una tensi¨®n dial¨¦ctica que tiene al espectador en vilo hasta lo que podr¨ªamos llamar segunda parte.

El tema de la mujer a la que se alude entonces, en esa comedia dentro de la comedia que Scarpa se pone a representar para que Volodia se de cuenta de que no entendi¨® un carajo, est¨¢ desarrollado en un c¨®digo dram¨¢tico diferente, m¨¢s de laboratorio que el resto de la funci¨®n. El cr¨ªtico es lo m¨¢s parecido a una obra con recorrido comercial de cuanto Mayorga haya escrito (y yo haya le¨ªdo), pero quiz¨¢ ese cambio de c¨®digo despiste al espectador al que parece dirigida esta elegante producci¨®n, puesta en escena minuciosamente por Juan Jos¨¦ Afonso, a la que solo cabe reprochar que la ordenada casa del coprotagonista se parezca apenas al min¨²sculo y atestado apartamento del que Mayorga habla en el texto original.

Juanjo Puigcorb¨¦ hace una aut¨¦ntica creaci¨®n del protagonista, fr¨¢gil detr¨¢s de sus certezas, elegante, obsesivo y esc¨¦ptico. Su escucha est¨¢ a la altura de la exhibici¨®n que Pere Ponce (Scarpa) hace durante su desdoblamiento pugil¨ªstico. Quiz¨¢ la analog¨ªa entre la relaci¨®n del preparador con su pupilo y la que mantienen cr¨ªtico y autor resulte algo forzada, pero esc¨¦nicamente es eficaz.