La dignidad interior de Russo y Tortelli

Sobre la bandeja de programa mixto que propone modesta y t¨ªmidamente Jos¨¦ Carlos Mart¨ªnez como director art¨ªstico de la Compa?¨ªa Nacional de Danza (CND), el aderezo y contorno se animan con dos discusiones latentes: los confines del ballet cl¨¢sico y la pertinencia de un repertorio determinado. Ya colocar el adjetivo cl¨¢sico como algo subsidiario al de por s¨ª desgraciado nombre de la agrupaci¨®n titular espa?ola, es un riesgo in¨²til. Por esa misma v¨ªa, habr¨ªamos de explorar la terminolog¨ªa, y para jugar en la misma liga y presumir de profesionales rigurosos, atender a lo que su nombre indica en primera acepci¨®n. La divisi¨®n nominal prefigura la divisi¨®n interna, reabre una herida, ahonda en un abismo de indefiniciones, desorienta al p¨²blico y no es ni siquiera elegante con el g¨¦nero que se pretende defender.

La pieza de Russo y Tortelli tiene una dignidad interior y es honesta: algo quieren decir. El relato es amargo y tenebrista, pero hay una idea de terca b¨²squeda en el dibujo de los dos personajes; la exploraci¨®n es el acento. Exponencialmente dada a la intensidad, el contacto f¨ªsico descarnado y los rigores de construcci¨®n fragmentaria que hoy son moda y plaga est¨¦tica, Descamino de dos abre senda a dos noveles creadores que deben seguir experimentando y desechando la enorme, bab¨¦lica biblioteca visual que los habita, algo casi natural a su generaci¨®n. Probablemente la coreograf¨ªa aut¨¦ntica, el material que no debe escapar, est¨¢ m¨¢s cerca y envuelto en el circunloquio casual. Tanto Russo como Daan Vervoort, los int¨¦rpretes, se lanzan a fondo para que les creamos en su airado grito gestual.

En Tres preludios se acude al d¨²o arm¨®nico y sus secuencias, una esencia de la danza con rango de eternidad. Joel Toledo estuvo atento como partenaire y Seh Yun Kim tan correcta como as¨¦ptica. El programa se complet¨® con Holberg suite de Fabre y Sonatas de Mart¨ªnez, una ampliaci¨®n coral sobre una pieza escolar precedente creada en Par¨ªs hace unos a?os, con la pianista Rosa Torres Pardo, que acompa?¨® tambi¨¦n la pieza de Stevenson y a quien la amplificaci¨®n del sonido perjudic¨® seriamente.